Hay razones suficientes para que nadie dude que entramos en la etapa más caliente y represiva del régimen, ya claramente despótico y autoritario. La Fiscal General de la República, quien cada vez más se presenta como lacaya del régimen -haciéndonos recordar la figura de Pedro Estrada en la dictadura perezjimenista- anunció cárcel para los manifestantes contra los atropellos, la ineficiencia y la corrupción del régimen. Luisa Estela ponme preso. Que sepa Chávez que somos muchos los dispuestos a retar al régimen fascista. La nueva mayoría está dispuesta a sacudirse la bota de encima. Todavía hay tiempo. Es la hora. La calle nos espera.
El Presidente premia y hasta condecora a quienes atropellan y disuelven inconstitucionalmente las protestas. De otro lado, no se castigan los delitos de quienes arremeten contra las pacíficas manifestaciones de la disidencia; tal vez una excepción que se recuerda, es la del “pobre” Gouveia, el asesino que masacró manifestantes en la Plaza Altamira. Ni siquiera con videos y fotografías que muestran rostros de agresores y asesinos en plena acción represora y atropellante, se castiga a los responsables. Se absuelven los crímenes de los funcionarios del régimen, y se condena la disidencia.
Estamos hasta el tope del discurso arbitrario del Presidente Chávez y de sus arremetidas inconstitucionales, violatorias de los Derechos Humanos. También es inaguantable la ineficiencia del gobierno y la corrupción de la cúpula podrida del régimen. Así lo decimos. Así lo sentimos. Más no siempre actuamos en consecuencia, ni con la contundencia y la constancia requeridas para frenar los desafueros. Esta pelea no es de un día, pero tampoco de mucho tiempo más. Actuemos ya.
Lo hemos dejado rodar demasiado. Sus últimos pasos son largos y apresurados hacia el comunismo, ante nuestra reacción todavía insuficiente y lenta. Si creemos que ya basta, entonces la calle nos espera para conocer de nuestra indignación y disposición a frenar lo que es frenable. Detengamos al cobarde y correlón, que sólo grita cuando se siente apoyado.
Ya estamos hastiados -después de casi once años- del mismo discurso repetido hasta la obstinación en interminables peroratas. Siempre las mismas arengas plenas de insulto, insensatez, e ilegalidad. En este gobierno pavoso no hay cambios en positivo, sino retroceso y odio. El Presidente parece desconocer que discurso no mata hambre, cuando la esperanza se esfuma. Hay una nueva mayoría, la que se ha constituido al sumarse a la protesta quienes perdieron la esperanza en esta revolución acomodaticia, en beneficio de unos pocos, si bien dice actuar en nombre del pueblo.
He escuchado muchas voces que, indignadas por las amenazas del Presidente y de la Fiscal, dicen estar dispuestas a la protesta. Vamos a darle. No se trata ya sólo de grandes marchas sabatinas. La protesta debe darse también en los escenarios de los problemas, en los centros hospitalarios, en las universidades y liceos, en las calles llenas de huecos, o ante los organismos oficiales ineficientes en detener la delincuencia desatada, o en prestar servicios públicos de calidad, como corresponde a la dignidad ciudadana. Es hora de no callar. Es tiempo de protestar.
Si Chávez está desesperado ante el reclamo popular, ante la reacción de las comunidades, es señal de que vamos bien, de que hay que apretar el paso y no dejarse achicopalar. Retamos al Presidente y a la Fiscal. Que hagan grandes las cárceles, si es que están dispuestos a llevar allí a quienes levantemos la voz. Ponme preso, pues.
PACIANO PADRÓN
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