Conversación a bordo del Avión King 200 ejecutivo, asignado para el Comandante General del Ejercito. Vuelo desde Maiquetia hasta Porlamar Mayo 1.985
El tema central de la conversación era el próximo director de la Academia Militar de Venezuela; había que reemplazar al General de Brigada (Ej.) Carlos Julio Peñaloza Zambrano el próximo año y no había algún general de Brigada del Ejercito en el panorama inmediato que calzara los puntos, ocupando el numero uno en el orden de merito que pudiese reemplazarlo. Lo que es peor, no se había previsto el relevo de Orozco Graterol, con alguien que conociera de la estrategia notable, del plan de la excelencia, de la política de la calidad en el numero 1 que ya venia desarrollándose en el perfil del egresado de la Academia Militar de Venezuela, desde el año 1.981. El Plan Andrés Bello original había sido modificado por otro con el mismo nombre, a 10 años de plazo.
En el año 1.991 el nuevo Plan Andrés Bello debería empezar a dar sus frutos. Como decía el General Olavarría, el nuevo oficial debía ser un profesional de las armas con una capacidad, una actitud ética y una aptitud. Los conocimientos, fundamentalmente, los que les pueden permitir el desarrollo eficiente dentro de la organización militar, y eso es, conocer la historia, la geografía, las relaciones internacionales, por una parte, el derecho constitucional, economía, eso es una parte, después tiene la parte científica, donde está la matemática, la geografía, la física, la química, la electrónica, y después están las ciencias humanas, porque la materia prima del Oficial es el soldado, el hombre, y tiene que conocerlo. Luego estaba la psicología, la sociología, el lenguaje, la pedagogía; en la parte ética estaban los valores: El honor, la honestidad, la justicia, la lealtad fundamentales en ese concepto de la formación del Oficial. En síntesis, el profesional egresado de la Academia Militar de Venezuela debía ser un líder integral, alguien capaz de poder influir en hombres y mujeres y hacerse seguir para enfrentar las contingencias derivadas de la organización militar.
Fue el momento en que "los troperos" observaron con ignorancia académica y sorpresa institucional, una cancha no ortodoxa que se construyó en exclusividad para los cadetes de la Academia Militar de Venezuela detrás del instituto en los terrenos contiguos a la antigua Cancha de Polo, diagonal a donde hoy funciona la Escuela de Educación Física y Deportes; la Cancha de Liderazgo. Unas instalaciones donde se le exigía al cadete a enfrentarse a un proceso de toma de decisiones con presión y a asumir las responsabilidades propias del liderazgo. Eso fue complementado con los famosos seminarios de liderazgo que se dictaron en todas las guarniciones militares donde hubiera unidades del Ejercito, precisamente durante la gestión al frente del Comando General del Ejercito, del General de División José Antonio Olavarria.
Precisamente esa era la decisión a la que se enfrentaba el nuevo Comandante General del Ejército. La designación del nuevo Director de la Academia Militar de Venezuela. Carlos Rodolfo Santiago Ramírez que era quien seguía en la promoción del año 1.962 y ya tenía misiones claramente definidas; Juan Antonio Torres Serrano (El Neco), también de 1.962 ya estaba proyectado como Presidente de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM); Pedro Remigio Rangel Rojas no tenía visión política y era un infante acartonado y afectado con aires de divo devaluado; Oscar Esdraas González Beltrán de la Promoción Juan José Flores del año 1.964 no tenía el perfil integral del líder del futuro. Con las promociones "chucutas" del año 1.65 (Diego Ibarra y Francisco Esteban Gómez) no se contaba y había que preparase hasta el año en que Moises Orozco Graterol ascendiera a General de Brigada.
Mientras eso ocurria, Orozco Graterol desde el Comando del Cuerpo de Cadetes primero y luego la sub dirección, iría allanando el camino para asumir la dirección. En el ínterin él asumiría los roles de preparar los numero uno de la Academia Militar de Venezuela; pero había que designar un director figurín, con postura de petimetre, modales de lechuguino y cerebro completamente civil.
La sucesión en el Ejército no se presentaba favorable para la causa, ninguno de los candidatos en el plano inmediato garantizaba la línea de continuidad de las políticas del Numero Uno en la Academia Militar y luego en el ejercicio de la carrera. Ya se había tenido reportes del los encontronazos del nuevo oficial egresado bajo la égida del nuevo Plan Andrés Bello con la vieja oficialidad; incluso con las siete promociones del Plan original.
El Numero Uno era considerado demasiado crítico, exageradamente contestario y sobremanera indisciplinado. Eso había que mantenerlo y consolidarlo para poder obtener resultados en el mediano plazo, de acuerdo a las metas establecidas. Para ello había que establecer una base intermedia entre coroneles, teniente coroneles, mayores, capitanes, tenientes ganados para la causa; independientemente de quien asumiera el cargo de Comandante General del Ejercito; mientras los cuadros intermedios hicieran la tarea del liderazgo, ampliaran la base para ampliar la calidad y la excelencia en el producto final y estimularan la maquinaria con los seminarios de liderazgo a nivel nacional, el perfil de egreso y la llegada estaba garantizada.
Huevos con tocineta, pan tostado, mermelada de guayaba, jugo de naranja recién exprimido, café con leche o negro, según el gusto del pasajero, fue el desayuno servido a bordo del avión King 200, ejecutivo, con autonomía de seis horas de vuelo, de asignación oficial al Comandante General del Ejercito, cuando la aeronave se estabilizó y se apagaron los avisos luminosos de amarrarse el cinturón y las limitaciones de fumar, el avión agarró velocidad de crucero y cogió rumbo fijo hacia Porlamar. El avión se estabilizó y abrió camino para la conversación. Se distendieron las posiciones normales antes del despegue.
El Mayor Luís Zambrano Vargas salió de la cabina del piloto con sus largos bigotes de mostacho, con una amplia sonrisa y tratando de mostrarse amable le informó al general Olavarria el tiempo de vuelo, la altitud y las condiciones del tiempo; dio algunas instrucciones al Mecánico el Sargento Técnico King y se dedicó de lleno a sus responsabilidades de cabina durante el resto del vuelo en compañía del Capitán Tomas Contreras Villalobos, copiloto.
.-Honestamente no tengo a nadie en el horizonte que me pueda reemplazar, mi general. Le decía el general Peñaloza al general Olavarria.
.-No tengo un nombre a la mano en las promociones del 63, 64, 65 que puedan cumplir la misión. Le enfatizaba Peñaloza.
.-¿Y Rangel Rojas? ¿Tú confías en él? ¿Por qué no lo consideras? Le ripostó el general Olavarria.
.-No tiene nada en la cabeza. Es muy formal y no ve más allá de sus ambiciones personales de ser Comandante General del Ejército y luego Ministro. Le falta burdel político. De política sabe únicamente lo que oyó cuando fue edecán del presidente. Es un hombre bueno para estar detrás, pero para enfrentar no sirve.
.-¡Acuérdate que tu estas allí porque quieres ser Comandante General y luego Ministro, también! Eso no lo descalifica.
.-Si mi general, pero la diferencia entre él y yo o el resto del grupo, es la maniobra. Ese tipo de cosas que no están el librito.
.-Ok, Carlos Julio, entonces ¿a quien? ¿Cuál es el candidato? La Academia Militar es la fuente de la creación del nuevo oficial, del numero uno como ciudadano y como militar, hay que designar a alguien y hacerle la cama con el Presidente de la Republica y el Alto Mando Militar para que le oficialicen la designación; alguien que garantice la pauta que ha venido cumpliéndose.
.-De todas maneras, mi general, a estas alturas, el director no importa, porque en los niveles de la estructura del instituto y con los diseños curriculares y los pensa, lo que garantiza el producto que se ha venido graduando son los engranajes intermedios. El director va a ser en este momento un continuador de la línea estratégica. Hay que designar a alguien que sea lo suficientemente gris como para que no estorbe y lo suficientemente inteligente como para que colabore.
.-Esta bien, entiendo que quieres venderme un nombre y yo te lo voy a refutar. ¿Es eso correcto? Le enfatizó alzando un poco la voz el general Olavarria, algo inusual en él.
.-Eso es correcto, mi general, creo que el hombre indicado para relevarme, dada la coyuntura, es el General de Brigada Hernán José Vasquez Peña. Le deslizó sutilmente la propuesta Peñaloza.
.-¿Te volviste loco? ¿La Muñeca? Esa propuesta no me cuadra. Ya sabes que no me gusta, pero justifícamelo.
.-Ok mi general. Estoy consciente que Vásquez Peña no tiene el perfil para ser director de la Academia Militar de Venezuela en este momento. Es fatuo, petulante y jactancioso. No sabe donde estará parado y se dedicará en exclusividad a la vida social. Lo veremos más en las páginas de sociales de los periódicos que en las fotos de los periodos de campo o las canchas de instrucción. Puede estar usted seguro que se dedicará en prioridad a las actividades extramuros de la Academia que a su responsabilidad interna de director. Mientras eso sea así, el Coronel Orozco Graterol hará todo el trabajo, inicialmente como Comandante del Cuerpo de Cadetes y luego como Sub Director; cuando llegue el momento, Orozco Graterol asume la dirección de la Academia y los insumos, el proceso y el producto que esperamos de nuestro Renny Ottolina, nuestro numero uno en la organización, estará garantizado.
.-No se, no me gusta la idea de Vásquez Peña. No hay nada más obstaculizante que un bruto con iniciativa.
.-Vásquez Peña no es bruto, mi general. Es un hombre que sabe lo que quiere. Su orientación en este momento de su trayectoria profesional es la cámara, los flashes, las paginas sociales, encajar en la sociedad y en el jet set. Ese va a organizar perfecto la elección de la reina de la Academia Militar y las fiestas de los cadetes. No se va a meter con los contenidos, los pensa y los diseños curriculares y le va a dejar el trabajo del Plan Andrés Bello a Orozco Graterol. ¡Vamos a hacer el ensayo, mi general!
.-Coincido contigo en lo que dices de Vásquez Peña y de la estructura, pero aún mantengo mis dudas. Dicho esto el general Olavarria se entregó a sus cavilaciones internas
Las luces de amarrarse los cinturón se encendieron nuevamente y el silencio de la cabina del avión ejecutivo cubrió todo el trayecto entre el aterrizaje de la aeronave y la salida hacía el hotel en Porlamar.
Coronel (Ej-Ven) Antonio Guevara Fernández/RINDIENDO CUENTAS