Comiendo completo, nada parecido a Bolívar, quien lo observa con profunda desaprobación
Ponerle un tope a los salarios de los burócratas del Estado es el remedio hipócrita que Chávez le ofrece al país para la corrupción desenfrenada que ha tenido lugar durante su mandato. Durante estos once años han ingresado al tesoro nacional unos 900.000 millones de dólares sin que se pueda ver en Venezuela ninguna obra que represente, al menos, una porción significativa de ese dinero. Uno no se explica adonde ha ido a parar esa inmensa masa de recursos. Se podría pensar que unos 50.000 millones de dólares han sido dedicados a comprar lealtades y a financiar campañas presidenciales en el hemisferio. Es posible estimar que unos cien mil millones de dólares han sido gastados, despilfarrados o robados por las mafias asociadas con PDVAL, Mercal y PDVSA y otros cien mil millones de dólares han estado asociados con actividad petrolera más o menos genuina, aunque terriblemente ineficiente. Los presupuestos anuales en promedio representan unos 50.000 millones de dólares al año, es decir, unos 500.000 millones de dólares durante el período chavista. Y todavía quedarían por allí danzando, sin explicación posible, la bicoca de ciento cincuenta mil millones de dólares, que nadie sabe donde están, excepto un grupo muy pequeño de venezolanos pertenecientes al cogollo podrido del chavismo. El grueso de ese dinero no está en Venezuela, sino en bancos del exterior, en China, Suiza, Irán, o en Cuba, apropiado por una mafia indecente que ha saqueado al país.
Pero lo realmente saqueado es mucho más que eso, por supuesto. Por cada dólar utilizado en algo reproductivo en la Venezuela chavista hay otro dólar que se ha quedado en los bolsillos de una revolución rapaz, de un grupo que llegó al poder anhelante de riqueza, a “comer completo”, después de toda una vida tirando bombas molotov en las universidades, secuestrando gente para pedir rescate, asaltando ciudadanos en las calles para darle al “partido”, volando oleoductos o matando policías. Cuanto dinero no se habrán metido en los bolsillos los funcionarios venales que han hecho el chavismo posible, los que validaron la Constituyente desde la Corte Suprema, los que aceptaron la eliminación del congreso, quienes fueron cómplices de la eliminación de jueces, quienes facilitaron los fraudes y ventajismos electorales, quienes han hecho de la fiscalía, la contraloría y la defensoria del pueblo una zarzuela de indecencia y complicidades, los 150 ministros que van y vienen al compás del Alo Presidente o los obesos de uniforme que no caben en un avión Suhkoi o en un tanque y se retratan abrazados con Lina Ron.
Once años después de esta gran orgía de la corrupción Chávez decide que hay que ponerle tope a los salarios! Por favor, la corrupción no está en los salarios. Por algo los corruptos dicen: “A mi que no me den sino que me pongan donde “haiga”. La corrupción se hace sistémica cuando los salarios son bajos, porque entonces la gente se siente justificada en “ayudarse”. Eso de que Chávez solo devengará un tope salarial de 15 sueldos mínimos es risible, cuando se ve que el tipo anda en un avión de $65 millones, comprado en violación de las leyes del país, que usa los mejores trajes, los mejores relojes, llega a los mejores hoteles con comitivas de 200 personas que incluyen guardaespaldas, asistentes y asistentas, cocineros y médicos, o decide darle 30 millones a su amigo Evo por televisión porque le sale del paltó o le da $18 millones a Danny Glover para que haga una película (que no termina de hacer) o le presta un avión y a Arias Cárdenas a Zelaya para que ande por todo el hemisferio tratando de que lo repongan en la presidencia que él deshonró.
El tope salarial será una excusa más, si es que la mafia chavista requiere alguna, para robar más, para saquear más, para abusar más de los bienes de la nación. Lo que le importa a Chávez es darle a los ignorantes que lo siguen en Venezuela y a sus compañeros de ruta en el exterior una “razón” para que piensen que existe una lucha contra la corrupción. Rafaél Ramírez y el núcleo principal de la mafia deben estar riéndose a carcajadas al pensar que habrá gente que piense que ahora sus ingresos tendrán un “tope”.
Fuente: Las Armas de Coronel
Ponerle un tope a los salarios de los burócratas del Estado es el remedio hipócrita que Chávez le ofrece al país para la corrupción desenfrenada que ha tenido lugar durante su mandato. Durante estos once años han ingresado al tesoro nacional unos 900.000 millones de dólares sin que se pueda ver en Venezuela ninguna obra que represente, al menos, una porción significativa de ese dinero. Uno no se explica adonde ha ido a parar esa inmensa masa de recursos. Se podría pensar que unos 50.000 millones de dólares han sido dedicados a comprar lealtades y a financiar campañas presidenciales en el hemisferio. Es posible estimar que unos cien mil millones de dólares han sido gastados, despilfarrados o robados por las mafias asociadas con PDVAL, Mercal y PDVSA y otros cien mil millones de dólares han estado asociados con actividad petrolera más o menos genuina, aunque terriblemente ineficiente. Los presupuestos anuales en promedio representan unos 50.000 millones de dólares al año, es decir, unos 500.000 millones de dólares durante el período chavista. Y todavía quedarían por allí danzando, sin explicación posible, la bicoca de ciento cincuenta mil millones de dólares, que nadie sabe donde están, excepto un grupo muy pequeño de venezolanos pertenecientes al cogollo podrido del chavismo. El grueso de ese dinero no está en Venezuela, sino en bancos del exterior, en China, Suiza, Irán, o en Cuba, apropiado por una mafia indecente que ha saqueado al país.
Pero lo realmente saqueado es mucho más que eso, por supuesto. Por cada dólar utilizado en algo reproductivo en la Venezuela chavista hay otro dólar que se ha quedado en los bolsillos de una revolución rapaz, de un grupo que llegó al poder anhelante de riqueza, a “comer completo”, después de toda una vida tirando bombas molotov en las universidades, secuestrando gente para pedir rescate, asaltando ciudadanos en las calles para darle al “partido”, volando oleoductos o matando policías. Cuanto dinero no se habrán metido en los bolsillos los funcionarios venales que han hecho el chavismo posible, los que validaron la Constituyente desde la Corte Suprema, los que aceptaron la eliminación del congreso, quienes fueron cómplices de la eliminación de jueces, quienes facilitaron los fraudes y ventajismos electorales, quienes han hecho de la fiscalía, la contraloría y la defensoria del pueblo una zarzuela de indecencia y complicidades, los 150 ministros que van y vienen al compás del Alo Presidente o los obesos de uniforme que no caben en un avión Suhkoi o en un tanque y se retratan abrazados con Lina Ron.
Once años después de esta gran orgía de la corrupción Chávez decide que hay que ponerle tope a los salarios! Por favor, la corrupción no está en los salarios. Por algo los corruptos dicen: “A mi que no me den sino que me pongan donde “haiga”. La corrupción se hace sistémica cuando los salarios son bajos, porque entonces la gente se siente justificada en “ayudarse”. Eso de que Chávez solo devengará un tope salarial de 15 sueldos mínimos es risible, cuando se ve que el tipo anda en un avión de $65 millones, comprado en violación de las leyes del país, que usa los mejores trajes, los mejores relojes, llega a los mejores hoteles con comitivas de 200 personas que incluyen guardaespaldas, asistentes y asistentas, cocineros y médicos, o decide darle 30 millones a su amigo Evo por televisión porque le sale del paltó o le da $18 millones a Danny Glover para que haga una película (que no termina de hacer) o le presta un avión y a Arias Cárdenas a Zelaya para que ande por todo el hemisferio tratando de que lo repongan en la presidencia que él deshonró.
El tope salarial será una excusa más, si es que la mafia chavista requiere alguna, para robar más, para saquear más, para abusar más de los bienes de la nación. Lo que le importa a Chávez es darle a los ignorantes que lo siguen en Venezuela y a sus compañeros de ruta en el exterior una “razón” para que piensen que existe una lucha contra la corrupción. Rafaél Ramírez y el núcleo principal de la mafia deben estar riéndose a carcajadas al pensar que habrá gente que piense que ahora sus ingresos tendrán un “tope”.