Temen que juicios políticos desestabilicen la situación en el país
La lucha por el poder en Honduras entre Manuel Zelaya y Roberto Micheletti llegó a su fin con la toma de posesión del nuevo presidente, Porfirio Lobo. El mandatario depuesto y su sucesor tras el golpe de Estado pasan a ser ahora ex presidentes de una nación polarizada, sumida en la crisis económica y golpeada por el desconocimiento internacional.
El depuesto gobernante abandonó el país con un salvoconducto otorgado por la nueva administración, no sin antes haber prometido que volvería. Sobre su espalda pesan acusaciones que no enfrentará "mientras no haya jueces independientes que no respondan a intereses económicos ni políticos", apuntó.
Aunque Micheletti hizo lo propio alejándose del poder, no sin antes ser nombrado senador vitalicio por el Congreso, la interrogante sobre si los polémicos líderes tendrán alguna relevancia en el futuro de Honduras permanece sin contestar.
"Yo creo que lo que ha pasado en los últimos cinco o seis meses ha mostrado que ninguno de los dos defendía los intereses del país como su prioridad", afirmó Peter Haiken, presidente de Diálogo Interamericano.
En el caso de Zelaya la pérdida de apoyo del Partido Liberal afecta las cuotas de poder del líder. "Esta realidad deja al ex presidente con un solo aliado, el Frente Nacional Resistencia contra el Golpe de Estado, de muy baja representatividad", explicó Diego Arria, ex embajador de Venezuela ante Naciones Unidas (ONU).
La situación de Micheletti es diferente, ya que éste cuenta con el respaldo del Partido Liberal, grupo político que él mismo preside, y de varios sectores.
"El presidente Micheletti nos expresó su decisión de no participar más en la vida pública", señala Arria.
Sin embargo, el diplomático agrega que "Elvin Santos y Pepe Lobo lo consideran un héroe que salvó la libertad y la democracia en Honduras", lo que a su juicio "le asegura un rol en cierta manera tutelar en la marcha democrática de su país".
Justicia pendiente Tras una situación política confusa, como la registrada en Honduras tras el golpe de Estado del pasado 28 de junio, la búsqueda de la justicia se convierte en una tarea difícil y de inesperadas consecuencias.
"De empezar a haber juicios contra Micheletti, Zelaya o en contra de los militares, Honduras se va a politizar más y se sustentaría una crisis política", informó Haiken.
Con respecto a este punto, Arria recuerda que "el candidato Lobo nos expresó a un grupo reducido de observadores electorales que él no cooperaría en perseguir a Zelaya de ninguna manera".
Por los momentos cualquier proceso judicial parece estar fuera de la agenda hondureña. El líder depuesto permanece en República Dominicana bajo estatus de huésped y se le ha otorgado una amnistía por delitos políticos, mientras que la condición de senador vitalicio de Micheletti le generaría una inmunidad de por vida.
Ambas acciones parecen corroborar la opinión de Haiken: "básicamente da la impresión, tras todo lo que ha pasado, de que los hondureños quieren volver a la normalidad, poder trabajar y mejorar su país".
Carmen M. Rodríguez T.