DISENTIR: DERECHO O VALENTÍA
                En los tiempos que corren,  en la era de la tecnología y los derechos humanos, nos volvemos a  encontrar con uno de los grandes dilemas políticos de la historia: ¿Cómo  consideramos al que piensa diferente al que gobierna?
                En los países desarrollados,  quien disiente, lo hace, y para ser tomado en cuenta debe argumentar y  defender lógicamente todas y cada una de sus afirmaciones para ser  tomado en cuenta, y de eso depende que su opinión tenga calado en la  sociedad. Si cala, genera la activación del aparato político y  gubernamental, y usualmente, y dependiendo del apoyo, genera un cambio  (bueno o malo, a corto, mediano o largo plazo), que dependerá de los  efectos en el nivel de vida de los integrantes de quienes lo apoyaron o  contradijeron, y más tarde o más temprano, la sociedad asume su éxito o  su error, pero en los países desarrollados se puede disentir, porque es  un DERECHO.
                El problema se presenta  cuando DISENTIR se convierte en una muestra e VALOR. Como ocurre en  Venezuela (y en otros tantos países). No me imagino a ninguno de los  dueños o directores de medios españoles preso por permitir opiniones en  sus diferentes medios (ABC, El Mundo, El País, a nivel nacional o en la  Comunidad Autónoma en la que vivo -las Islas Canarias-, El Día o La  Opinión; sólo por nombrar algunos medios impresos); por supuesto ni  hablar de pensar en ver a cualquier locutor y presentador preso por tan  solo burlarse de alguna personalidad: ESO ES LIBERTAD, eso es Derecho a  Disentir. En la Patria de Bolívar está ocurriendo algo que en este  histórico momento ni se soñaba, y que lo digan los millones de  inmigrantes (también sus esposas, hijos, nietos y hasta bisnietos).
                Cuando disentir se vuelve  una muestra de valor, ese País esta JODIDO. Cuando el derecho a pensar  en voz alta te genera una Pena de Prisión o Presido, ese país no está  gobernado democráticamente, y si no hay democracia, existen otras  opciones: oclocracia, anarquía, autocracia, tiranía o aristocracia  (sabio fue Polibio), pues quienes no aceptan que existan otras formas de  pensar, definitivamente NO pueden llamarse demócratas.
                Hugo Rafael Chávez Frías NO  es demócrata; es un autócrata, además de militarista, egocentrista,  fidelista, hitleriano, y otros adjetivos que pudiese mencionar de mi  experiencia como escolta presidencial en Venezuela, pero el meollo del  asunto es QUÉ CARAJO se va a hacer para intentar retomar la democracia  en un país que está en la capacidad de alterar los destinos del mundo  democrático. No lo sé, pero espero que se haga algo. 
                Espero que ese  mundo desarrollado influya para que en Venezuela disentir no se vuelva  sinónimo de cárcel.
LEONARDO CARRERO ARAUJO
CAPITAN RETIRADO DE LA GUARDIA NACIONAL DE VENEZUELA  (DISIDENTE)





