MARTA Y MARIA
Jesús amaba a estas dos hermanas, Ambas eran muy apegadas a Él. Marta mujer de naturaleza práctica, preocupada por el servicio material, hospitalaria y abnegada, era la ama de casa, por tal razón asumió la responsabilidad con toda su buena intención de darle comodidad y hospedaje a tan distinguido huésped. Maria contemplativa y más inclinada hacia lo espiritual permanecía sentada a los pies del Maestro. Marta turbada por el mucho trabajo, entró y se dirigió al Maestro pero realmente le hablaba a María: “Señor no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile pues que me ayude”
Por la intención de las palabras deduzco que Jesús gozaba de cierta intimidad entre la familia. Cada cual se expresó a su manera. No fue una reprensión de parte de Marta ni aprobación de posible negligencia por parte de María, sino el deseo de atenderlo debidamente. Tal cual ocurre hoy, debemos suponer que María estaba ayudando con toda voluntad antes de la llegada del Maestro y estando presente, prefirió permanecer con El.
Si culpablemente hubiera estado desatendiendo sus deberes, Jesús no habría encomiado su preferencia. El buscaba no solamente comodidades físicas y comidas bien dispuestas y servidas, sino la compañía de las dos hermanas, y más que toda su atención receptiva a lo que tenía que decir. El podía darle más de lo que a ellas les era posible disponer para El.
Este pequeño detalle en Marta es lo que muchas veces produce o interrumpe la paz de la familia, mas de una mujer ha convertido su hogar en una casa incómoda; y muchas otras han eliminado los elementos esenciales del hogar a causa de su persistente afán, -asumido por ellas mismas-, con el cual niegan a sus queridos el aliento de su compañerismo amoroso. El servicio que se lleva hasta los extremos, puede convertirse en descuido
Hay un tiempo para trabajar dentro del hogar, así como fuera de casa; toda familia debe hallar el tiempo para cultivar la mejor parte, lo esencial, a saber: el verdadero desarrollo espiritual.
Marta, una mujer atareada por los quehaceres de la casa, no da la verdadera importancia a quién está dentro de ella. Pierde la dicha de vivir unos momentos increíbles al lado del Maestro, quien nos pone en guardia ante el mucho hacer y el poco meditar. No se da cuenta la preferencia de gozar del apoyo del mismo Jesús.
Nos preocupamos por muchas cosas, nos quejamos de que hay poco tiempo para aquello que nos gusta, pero no nos damos cuenta de que solo una cosa es necesaria: escuchar al Señor en nuestro interior. Es necesario vivir más de cerca con Jesús. Con Él, podemos ser más contemplativos y mejores personas.
La oración! No la dejes nunca por nada. Ella da brillo a tus ojos, ardor a tu corazón, fuerza a tu voluntad. Persevera todos los días, sin desistir y Dios te escuchará.
Afectuosamente, Imperfecto.
VINICIO GUERRERO MENDEZ
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