Historia oculta de nuestro petróleo (o cómo comenzamos a adueñarnos de él)
La producción de petróleo en 1962 se elevó a más de 3 millones 200 mil barriles diarios para hacer un total de 1.168 millones de barriles al año; un incremento de 9,6$ sobre la producción de 1961. La participación del Estado en los resultados económicos de la industria petrolera llegó a 3.225 millones de bolívares, o sea un incremento del 12,5% sobre 1961. Esto fue un inmenso paso adelante, para un país que sólo en 1959 había creado su primera empresa petrolera (Corporación Venezolana de Petróleo, CVP, luego PDVSA) y que recién comenzaba a cubrir su carencia de profesionales especializados.
El tan elevado aumento de nuestra producción petrolera, que por sí solo equivalía a medio año de la producción promedio de la década de 1936 a 1945, se alcanzó en razón de circunstancias complejas de los mercados, que llevaron a Venezuela a participar en alrededor del 16% del aumento de 1 millón 800 mil barriles diarios de la producción mundial. El Medio Oriente participó con más del 27%, mientras que Indonesia y Libia, con más del 10%, complementaron el 54% que constituyó la participación de los ocho países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en el aumento mundial de la producción de ese año. En la creación de la OPEP, Venezuela fue fundamental.
La reservadas añadidas en el año, por descubrimientos, revisiones y extensiones, se apreciaron en más de 1.094 millones de barriles, lo que habría arrojado un excedente si la producción se hubiese mantenido al nivel de la de 1961. Con el gran aumento alcanzado en 1962 el déficit entre lo añadido y lo extraído fue de 74 millones de barriles, que si bien era menos del 0,5% de las reservas y menos de la séptima parte de los 522 millones discriminados de 1961, era tendencia que debía ser revertida con medidas para asegurar un ritmo de exploraciones más acelerado por parte de las empresas concesionarias y de la CVP.
Para Venezuela y el déficit que tenían los grandes países consumidores del mundo, la cuestión estaba en activar la evaluación de las concesiones ociosas, que aún cubrían más de tres millones de hectáreas, mientras las reservas probadas sólo ocupaban un poco más de medio millón de hectáreas. La reversión de concesiones al Estado causó resentimiento en los medios de la industria, pero el interés del Estado consistía en activar la evaluación de sus recursos cuando había sido objeto de contratos, interés ante el cual debían ceder las tácticas o fines personales del contratante, cuando pretendía conservar, con ulteriores propósitos, el derecho que no usaba.
La nueva política de asignaciones, sustitutiva de la de concesiones, proveería de sólidos estímulos para la expansión de la industria y la ubicación de nuevas reservas probadas. Con esta política se modificó sustancialmente el status jurídico, administrativo y económico. La concesión implicaba una cesión de derechos por parte de la nación. La asignación, por el contrario, mantenía para la nación todos los derechos y prerrogativas que le son inherentes como propietaria. El no otorgar concesiones no implicaba estancamiento. El país requería que su desarrollo siguiera progresando gradual y sanamente. Las empresas internacionales que habían llevado a Venezuela a adquirir la alta posición que tenía en el mercado mundial del petróleo, podían y seguirían participando en este desarrollo mediante las negociaciones a que con ellas llegara la nación.
Mientras negociaban el gobierno y las empresas petroleras, la Corporación Venezolana de Petróleo inició la producción continua y la venta de productos refinados en el mercado interno y aumentó en un 10% sus ventas de gas natural. Durante el período del Plan de la Nación la CVP iba a realizar programas exploratorios para determinar nuevas estructuras petrolíferas, aumentando su potencial firme a unos 57 mil barriles diarios, duplicando la red troncal de gasductos mediante la construcción de las de Oriente a Guayana, Morón-Barquisimeto y La Fría-San Cristóbal, y estaría cubriendo el 20% de consumo interno de derivados del petróleo.
Por vía de la OPEP, la defensa de los precios fue otra lucha política para que se pagase en base a los precios cotizados, no inferiores a los establecidos en 1960. Venezuela fue puntal, solidaria y justiciera junto a los países productores, incidiendo sólidamente el Presidente Betancourt en su conversaciones y amistad con el Presidente Kennedy, en lo cual Venezuela se empleó a fondo apoyando las justas aspiraciones de los países de la OPEP, ayudado todo por el autocontrol que Venezuela venía ejerciendo en la administración de sus recursos petroleros, al extenderse como ejemplo a los demás interesados. Con el fortalecimiento de la OPEP, el Gobierno de Coalición asumió una decidida posición nacionalista frente al problema de las restricciones a los mercados de Estados Unidos, ya que –tan ligada estaba la exportación de petróleos de Venezuela al todo económico y fiscal del país- que la forma como afectaran las restricciones estadounidenses la colocación de nuestros petróleo en su vasto y tradicional mercado era vital para la economía venezolana, para su estabilidad fiscal y para el mantenimiento de buenos niveles de vida para los venezolanos.
Venezuela estaba ahora en capacidad y condiciones para defender sin desplantes y con tranquila firmeza los intereses nacionales, directa y positivamente. Desde entonces quedó fijada la política de consultas según lo cual Venezuela no habría de enterarse más con cuarenta y ocho horas de anticipación sobre las formulaciones de la Casa Blanca en materia petrolera que afectara a nuestro país.
En el comunicado conjunto que se emitió se reconoce también que era fundamental para el desarrollo social y económico de nuestro país mantener una posición fuerte en el mercado mundial. Se reconoce igualmente que Estados Unidos era un mercado esencial para el desarrollo petrolero de Venezuela y se expresó confianza en que continuaría siéndolo, en una escala progresiva. Asimismo, que nuestro país ha sido siempre, en períodos de paz y de emergencia, proveedor esencial y consciente para Estados Unidos y el mundo occidental. También fue previsto en ese comunicado, resultado de los claros acuerdos a que Betancourt y Kennedy llegaron, que a nivel técnico debían estudiar de inmediato (las misiones mixtas venezolano-norteamericana que se habilitaron) cómo afecta el precio de los petróleos venezolanos el sistema establecido para implementar el programa de las restricciones o cuotas, conversaciones en el curso de las cuales se mantendría el contacto estrecho con la industria del petróleo de Venezuela, tan directamente interesada como el país en la satisfactoria solución de los problemas. Se trataba de arbitrar fórmulas que permitiesen la colocación del petróleo crudo de nuestro país en Estados Unidos a precios similares a los del petróleo de Canadá. Alcanzando este objetivo, Venezuela obtendría ingresos mucho mayores, como efectivamente sucedió.
Pero algo todavía más importante fue que esta alza de los precios de nuestro petróleo en el mercado estadounidense permitió alzas simultáneas, en las cotizaciones de los petróleos de Venezuela y de los demás países exportadores, en los vastos mercados de la Europa Occidental.
Bajo el Gobierno de Coalición, Venezuela se hizo líder mundial en materia petrolera, aspirando coherentemente a poder ser algún día dueño capaz de su petróleo.