Donde hay poca justicia es grave tener razón".
Francisco de Quevedo (1580 - 1645), noble, político y escritor del Siglo
de Oro de la literatura española.
La economía venezolana registró en el primer
trimestre
una caída de 5,8%, la mayor desde el año 2003, según el Banco Central de
Venezuela. El producto interno bruto (PIB) mostró una contracción de 5%
en el sector petrolero, de 6% de la actividad privada y de 27,9% en las
inversiones. Algo huele a podrido en Venezuela y el gobierno quiere
hacernos
creer que no tiene nada que ver en eso.
O sea, este gobierno confisca tierras productivas
para
convertirlas en peladeros de chivo y él no tiene la culpa de la caída de
la producción agrícola nacional. Vayan al Charcote, a los valles de
Aragua,
a La Marqueseña, a los valles del Turbio, a las más de 3 millones de
hectáreas
expropiadas y comprueben que siguen sembradas apenas el 9%. Expropian
las
torrefactoras, los centrales azucareros, los silos, confiscan mercancía
en las almacenadoras (por eso se llaman así, caraj), cierran los
expendios
de alimentos, ponen presos a los carniceros, toman cadenas de
supermercados,
plantas industriales. Y lógicamente, hay desabastecimiento en todos los
rubros confiscados: harinas, aceite, azúcar, café, leche, carne. Ah,
pero
la culpa no es del gobierno: íes de los burgueses, de las casas de
bolsa,
de empresas Polar y por supuesto, del Imperio!
El país ha llegado a una situación caótica en que
las protestas
diarias y cada vez más extendidas a sectores de la población
supuestamente
afectos a la revolución, muestran su cansancio y decepción ante un
estado
de cosas exasperante. Ya los pequeños comerciantes han comprendido que
el asunto no es sólo con los grandes, que cualquiera cae en las manos
voraces
del Seniat, del Inti, Indepabis o de la Guardia Nacional. Los
propietarios,
grandes o pequeños, comienzan a comprender que el propósito de la
revolución
chavista es extinguir completamente al sector privado y hacer depender
toda la economía del poder central, del dedo único. Y esto es lo que
asombra
de un país tan rebelde como Venezuela: que en once años no haya puesto
el "parao" indispensable a esas fauces totalitarias que devoran
la democracia, los derechos, la propiedad, las libertades.
El avance del poder del Comandante sobre el sector
privado
es feroz, contundente y sin miramientos. No hay ley que lo pare, sobre
todo cuando los poderes del Estado están comiendo del plato que les
sirve
quien atrozmente dispone de todos los recursos del país. Aquí no hay
Contraloría,
no hay Parlamento, no hay justicia que detenga el atropello
gubernamental
contra la población. Pero por primera vez, ricos y pobres, chavistas,
opositores
o ni ni, están entendiendo que no les va a quedar hueso sano. Para los
oficialistas que han hecho su dinero bien o mal habido, que intentan
mejorar
su status, que quieren casa, camioneta, whisky 18, buenos colegios y
clínicas
para su familia, el desbarrancadero de servicios por el que se está
yendo
el país, aliñado con el discurso de que ser rico es malo, agregando el
hecho cierto de que la propiedad privada se esta volviendo sal y agua,
lo coloca en un disparadero: apoyar al régimen y a la final perderlo
todo
o no apoyarlo y salvar su futuro.
Millones de venezolanos están afectados por la
destrucción
del sistema financiero y productivo. Cuantas personas han perdido su
empleo,
sus ahorros, su jubilación, por esas vueltas de tuerca del gobierno
contra
empresas que se creían sólidas. Las ventanas de libertades cada vez son
más estrechas. Es casi imposible ahorrar en lo único que representa
alguna
seguridad, que es la divisa extranjera. Los propietarios de inmuebles
están
sudando tinta. Ya el Presidente satanizó los alquileres, así que
personas
que invirtieron sus ahorros en bienes raíces, para retirarse a vivir con
el importe que ello le produjera, están desesperados por salir de las
propiedades
ante el riesgo de expropiación o invasión.
Qué gran decepción para los que han recibido un
apartamento
o un carro en alguno de los repartos gubernamentales, para después
enterarse
que sólo tienen el uso de ellos, porque no pueden venderlo, negociarlo,
alquilarlo. Es decir, no son dueños de nada. Esta es la propiedad
socialista,
esa que ofrecen a los obreros cuando los entusiasman para que clamen la
expropiación de sus empresas soñando con que van a ser socios de ellas.
Pregunten qué tienen hoy en día, pregunten a los accionistas clase B de
Sidor si han cobrado un centavo desde que el Gobierno estatizó la
empresa
en 2008.
Por eso la reacción de los empleados de Empresas
Polar
ante la avanzada, anunciada desde 2009 y concretada esta semana.
Decomisos,
multas, inspecciones. Sencillo y puro robo de mercancías almacenadas
para
su distribución, decomisadas para poder abastecer los pelados Mercal. El
negocio de Polar y de todas las grandes empresas es vender, no acaparar
y menos aún con la amenaza constante del Indepabis y de cualquier
funcionario
que a su libre entender crea que el producto de un día de producción en
Polar, es acaparamiento. Los empleados de Polar no quieren pasar a
engrosar
la lista de desempleados por culpa de los desmanes de oficiales. Los
empleados
de Polar no quieren perder el mejor contrato colectivo de Venezuela, los
beneficios que disfrutan sus hijos, el futuro que se les ofrece.
El régimen no entiende -evidentemente está fuera
de su
capacidad- que los trabajadores de Polar y los de todas las empresas que
pretenda expropiar ya han entendido que por malo que sea su jefe, nunca
será peor que este gobierno. Pero hay algo aún más importante: los
venezolanos
ya han comprobado la capacidad de daño y destrucción de esta supuesta
revolución,
que no es más que un pasticho relleno de ideología barata e ineptitud
absoluta.
Empresas Polar es un buque insignia del éxito
empresarial
en Venezuela, de la gestión productiva y eficiente, de la compenetración
obrero-patronal, de la responsabilidad social. Desde 1954 Polar opera en
el negocio de alimentos. El fundador, Lorenzo Mendoza Fleury comenzó con
detergentes y fue ampliando su radio productivo. Hoy su nieto, Lorenzo
Mendoza Giménez preside este emporio industrial con 18 plantas en
Venezuela
y 3 en Colombia. Tiene una red de distribución con más de 45.000 puntos
de venta, casi 1.000 unidades de distribución, 75 depósitos y 27
compañías
distribuidoras. Con una capacidad total de producción que alcanza los
2,1
millones de toneladas métricas anuales, Alimentos Polar tiene el más
completo
portafolio de marcas líderesÖ y está haciendo el inmenso aporte al país
de salvarlo del desabastecimiento total. Empresas Polar genera 33.000
empleos
directos y más de 200.000 indirectos. Y toda esta gente tiene familia.
Las amenazas del Comandante contra Mendoza
resultan ridículas:
"Mendoza tienes mucho que perder, cuidadito", dijo en Barquisimeto.
Todavía no entiende que Mendoza no es quien pierde, que Mendoza tiene
generaciones
de industriales comprometidos con Venezuela, que le dan una sólida
fortuna.
Mendoza si quisiera, podría estar viviendo en Nueva York. O en Suiza.
Sin
escuchar estupideces ni preocuparse de confiscaciones, robos y saqueos.
Pero está aquí, trabajando por su país, porque cree en él como creyeron
generaciones anteriores. Mendoza no dice una palabra: quienes hablan son
los empleados de Polar, que se han convertido en los mejores abogados de
la empresa. El Comandante no entiende que a ellos es que está
perjudicando.
No ha captado la seña: la pelea no es con Mendoza:
es con
un país harto de mentiras, de daños injustificados, de ineficiencia
total,
de corrupción, de irrespeto. Llegó la hora de una suerte que en lucha
libre
es definitiva: el abrazo del Oso.
Hasta el próximo miércoles
Nuevo correo:
Twitter: @charitorojasFuente: Diario "NOTITARDE"
26/05/2010
Remisión: Remy Paternoster