Oswaldo Álvarez Paz
EL TEMOR A LA VERDAD // DESDE EL PUENTE
No hay secretos eternos. Ni en lo
privado, ni mucho menos en lo público. Más temprano que tarde son debelados y
sus protagonistas convocados a asumir las responsabilidades derivadas de sus
errores o desviaciones. Mientras sucede viven intranquilos, temerosos de ser
descubiertos, preparando coartadas para justificarse llegado el momento. Cuando
se trata de gobernantes perversos todo es válido. La destrucción de los depositarios
o confidentes de esos secretos, la descalificación por la vía de la difamación,
la injuria y la calumnia, el acoso y la persecución, la cárcel o el cementerio
pueden ser destinos apropiados para quienes se consideran peligrosos enemigos.
Para quienes así actúan todo vale.
Pudiera agotar este comentario
con muchos ejemplos de cuanto sucede en el ambiente de putrefacción tanto de la
comida, como de la vida pública venezolana. Uno de ellos es terriblemente
ofensivo a la dignidad de una nación mayoritariamente católica, con probada
capacidad de tolerancia y libertad religiosa entre todas las tendencias. La
actitud grosera e insultante del Presidente contra el Cardenal Jorge Urosa,
merecedor de todo nuestro respeto y admiración, contra la Jerarquía, contra Su
Santidad el Papa Benedicto XVI, contra El Vaticano como Estado independiente y
el uso aberrante de la figura de Cristo con intenciones perversas, esconde el temor
a la credibilidad de los voceros de la Iglesia cuando denuncian los peligros de
un régimen que avanza hacia el comunismo ahogando la libertad, atropellando la
dignidad de los venezolanos y la posibilidad de plantear otros temas
definitivos para el futuro de la Patria. Más allá de diferencias políticas e
ideológicas, los católicos cerramos filas en defensa de quienes representan
nuestras convicciones fundamentales. Haga lo quiera hacer el gobierno, nos
encontrará de frente.
Otro caso gravísimo se refiere a
las evidencias planteadas por el gobierno colombiano sobre la presencia en
Venezuela de unos 1.500 narco guerrilleros de ese país y unos seis jefes de los
más representativos. Nada nuevo. Desde hace años lo venimos planteando al
recoger los irrefutables testimonios de secuestrados, chantajeados y familiares
de asesinados que tienen como referencia las asociaciones de productores
agropecuarios fundamentalmente de Táchira, Zulia, Apure y Barinas. La
información plena la tiene el gobierno venezolano desde hace años, por vía
directa de sus pares colombianos y por denuncias específicas de gremios y
personalidades. Cesión de soberanía y complicidad en la violación de la integridad
territorial son delitos muy graves de traición. Sospechas y dudas desaparecen
ante una realidad indiscutible. Sólo un caso más, por falta de espacio.
Rechazamos la vulgar profanación del sarcófago de Simón Bolívar. Las
explicaciones son banales. Esconden no sabemos que cosa, con certeza nada
científico, pero con un olor y sabor esotéricos que provocan indignación,
rechazo y pena. ¡Hasta cuando!
Lunes, 19 de julio de 2010
oalvarezpaz@ gmail.com