OPTÓ POR LA MUERTE
Por: Paciano Padrón
La Patria socialista no se ve por ningún lado; la muerte sí: se siente, se palpa, huele a podrido. No hay Patria cuando se derrumba el gentilicio, la historia, los símbolos, lo que fuimos y, sobre todo, cuando se hunden las bases de lo que podemos ser, los cimientos sobre los cuales refundar la sociedad que queremos, el Estado que necesitamos. Entre “Patria socialista o muerte”, es claro que el Presidente optó por la muerte, si no es que son lo mismo “Patria socialista” y “muerte”.
La muerte es el signo del tiempo chavista. Ahora no me refiero solamente a los ya casi 150 mil asesinados por el hampa, hijos de la violencia que ha sembrado el Presidente, y del hambre y antivalores que está cosechando su discurso de guerra. Me refiero a la muerte de lo bueno que teníamos, o de aquello que hubiese servido de base para progresar. Chávez mata los frutos del campo, las industrias, las universidades, las libertades, los otros poderes públicos y pretende matar la esperanza para que no haya quien le salga al paso en su camino lúgubre. Pero la esperanza no ha muerto. Está de pie la voluntad de detener la destrucción, de votar en septiembre por un freno a la debacle y de abrir una puerta al futuro.
El campo lo ha matado paulatinamente. Cada vez producimos menos, menos carne, menos leche y, simultáneamente, menos productos agrícolas. El negocio de la cúpula podrida del régimen es la importación de alimentos, por lo que desestimular la producción nacional es llenar más y mejor sus bolsillos.
Lo que ocurre en el parque industrial es dramático. Una tras otra las industrias bajan la santamaría, dejan en la calle a miles de trabajadores y fortalecen la actividad en los puertos: la importación que mata la industria nacional. Nuevamente dinero fresco para los insaciables bolsillos de los protegidos de la cúpula podrida.
La corrupción administrativa, que llega a ser mucho más grave y descarada que cualquier otra en nuestra historia republicana, ha hecho crecer el peculado a niveles impensables, muchísimos más graves que los del largo período de 27 años de la dictadura gomecista. Gómez fue un terrófago; al morir era dueño de media Venezuela, pero no se llevó a la sepultura las fincas, las grandes haciendas y las incipientes industrias con las que contaba en su patrimonio. No tenía dólares afuera, su patrimonio mal habido estaba en Venezuela. Luego de su muerte, todo fue confiscado y retornó al patrimonio nacional. Los vagabundos de la corrupción del régimen socialista tienen casi todo afuera, llenan bóvedas en bancos americanos y europeos.
Como si fueran pocos los signos de muerte antes citados, cuelgan amenazantes las Bases Programáticas del PSUV y su reciente Declaración de Principios, emanadas del Primer Congreso Extraordinario de ese partido, publicadas en abril 2010. Se declaran “marxistas”, “enemigos de la empresa privada”, de la “jerarquía eclesiástica” y de los Estados Unidos; se proponen “superar” la separación de poderes, “eliminar la propiedad privada de los medios de producción”, “estatizar la banca”, “eliminar el comercio privado entre particulares”, proponiéndose derrotar la “democracia representativa” y crear el “Estado Socialista centralizado”, que tenga como núcleo “la comuna”. Este es el comunismo que denuncia el Cardenal Urosa Savino, y que estamos dispuestos a combatir.
Venezuela no ha muerto, no la han podido matar, si bien está herida. Tampoco es socialista, porque esa ideología no está sembrada en la gente, cuya inmensa mayoría está con la propiedad privada, con la educación libre y con la libertad de pensamiento y acción, con la descentralización y la plena vigencia de los derechos fundamentales del ser humano. Es hora de reaccionar. Es tiempo de acción.
PACIANO PADRÓN
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