En 1.928, en plena dictadura del general Juan Vicente Gómez
y en la celebración de la Semana del Estudiante que se había organizado
durante el carnaval de ese año, el régimen ordenó detener a los
principales líderes organizadores del acto, entre ellos Pio Tamayo un antiguo exiliado político. Los jóvenes fueron remitidos a la tenebrosa cárcel de La Rotunda.
Ante
la inesperada reacción oficial y en actitud solidaria frente a lo que
consideraban un injusto cautiverio, el resto de los estudiantes se
entregó de manera voluntaria a la policía, lo que resultó una maniobra
que desconcertó completamente a los cuerpos represivos. Posteriormente, el Gobierno los trasladó al castillo de Puerto Cabello, permaneciendo allí detenidos 214 estudiantes, durante 12 días, hecho que hasta entonces nunca había ocurrido en el país.
Como
siempre, los estudiantes han estado a la vanguardia de las coyunturas
políticas del país. Desde aquella entrega voluntaria y solidaria con los
estudiantes detenidos de la histórica Generación del 28 en la dictadura del general Juan Vicente Gómez; se afinca su participación en la caída del régimen dictatorial del general Marcos Pérez Jiménez,
hasta su vanguardia de activismo y movilización que desembocó en la
primera derrota electoral del régimen el 2 de diciembre de 2.007, ante
la propuesta de la reforma constitucional del Teniente Coronel Hugo Chávez.
Ante
tres gobiernos duros de orientación militarista y de vocación
dictatorial, los jóvenes estudiantes han planteado propuestas originales
que han tenido resultados más allá de lo convencional.
Los estudiantes han tenido un protagonismo indiscutible en estos últimos tiempos. La caída electoral del 2 de diciembre de 2.007 fue una consecuencia de las movilizaciones que se iniciaron después del 27 de mayo de ese año, inmediatamente del cierre de Radio Caracas Televisión. Los jóvenes calentaron
la calle y eso arrinconó al régimen, que en un acto desesperado trató
de tapar el error del cierre del canal con la llamada a un referendo.
La campaña electoral de esa ocasión fue de Hugo Chávez contra los jóvenes estudiantes. Al final, la “victoria de mierda” reconocida contra su voluntad, ratificaba los lauros para el liderazgo estudiantil de esa ocasión.
Una
de las enseñanzas de esa oportunidad, fue el carácter no lineal, que se
impone en la actual confrontación política. La estrategia de la
aproximación indirecta de Lidell Hart, en la aplicación de la
fuerza social actual, para generar un rendimiento político distinto a
los resultados generados en una confrontación directa, propone un cambio
en el diseño de las líneas políticas y el actual diseño estratégico
para enfrentar al régimen de la Revolución Bolivariana y el Socialismo del siglo XXI.
Mientras se siga aplicando el modelo lineal para hacer oposición a Hugo Chávez y su régimen, la ventaja la llevara el gobierno. Hay que rescatar la iniciativa y la libertad de acción.
Para ello debemos establecer propuestas novedosas que desconcierten al
régimen, tareas originales que generen desbarajuste y confusión dentro
de sus filas; pero que además permitan transferir la reacción a las
filas rojas rojitas. Hasta el momento ellos han tenido el monopolio de
la acción.
El gobierno ha demostrado en 12 años de
ejercicio, su incompetencia para gerenciar las crisis que ha tenido. La
ineptitud para el enfrentamiento de contingencias siempre lo agarra de
sorpresa. Eso que llaman las eventualidades de los planes, que
militarmente se llaman apreciaciones de la situación de conducción, se ha determinado que no es el fuerte de los responsables de las decisiones.
Conscientes como estamos todos los venezolanos, del camino trajinado por la Revolución Bolivariana y el Socialismo del siglo XXI; de la mano de su líder el Teniente Coronel Hugo Chávez la Venezuela
del futuro ha hipotecado el legado que se le ha de transferir a las
generaciones de relevo. Más allá de la republica, del gobierno y del
estado venezolano, es la unidad de la nación lo que está en juego. En
consecuencia es el momento de hacer grandes sacrificios asumiendo
grandes riesgos.
Una primera propuesta no lineal
que pudiera generar algún embrollo en los planes del gobierno, es el
regreso inmediato y espontaneo de todos los exiliados políticos. Sobre
todo de quienes tienen la responsabilidad de ser calificados como líderes en cada uno de sus orígenes.
Manuel Rosales y Carlos Ortega deben formar parte de ese retorno, es uno de los líderes importantes de un partido político. Nelson Mezerhane, Eligio Cedeño y Guillermo Zuloaga son líderes empresariales y se convirtieron en una referencia dentro del país, en la actual coyuntura. Los generales Enrique Medina Gómez, Néstor González González, Pedro Pereira, el Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, el Contralmirante Daniel Comisso Urdaneta y otros militares exiliados deberían regresar al país y enfrentar la cárcel abiertamente. Nixon Moreno y Oscar Pérez también deberían sumarse a esa repatriación espontánea. Patricia y Rafael Poleo, y Orlando Urdaneta
son imprescindibles en una iniciativa de esta naturaleza. En general,
todos los exiliados deberían de regresar al país en este momento.
Pero además, la cabeza visible de esta vuelta a la patria de estos líderes, cada uno en su área, debería encabezarla Pedro Carmona Estanga.
Sería una excelente vía de retomar los cauces de su liderazgo del año
2.002 y reencontrarse con la venezolanidad con la que está en deuda
desde los días de abril.
La llegada de nuestros
exiliados sería una excelente manera de solidarizarse estos líderes con
nuestros presos políticos, pero además es el reencuentro con los 28
millones de venezolanos presos entre Castillete, Punta Playa, Isla de
Aves y la Catarata de Huá.
¿Es un riesgo? Los riesgos son inherentes al ejercicio de liderazgo.
¿Es
una temeridad? Más que eso, es una iniciativa no lineal. Cuando estos
líderes se dejen caer por el país, puede ser que su caída genere otra
caída.
¿Es una propuesta ingenua?... ¡Puede ser!
Lo fueron también en 1.928 la solidaridad de los 214 jóvenes que se
fueron a entregar a los carceleros del General Juan Vicente Gómez en las puertas de La Rotunda, así como lo fueron los capitanes de abril en la Revolución de los claveles de Portugal en 1.974.
¡Peor es no hacer nada!
ANTONIO GUEVARA FERNANDEZ
FUENTE: RINDIENDO CUENTAS