Reacción Verde y Desobediencia Civil
Por: Ignacio Plaz-Juanes.-
Los cables y primeros titulares de los
diarios de Venezuela que leemos en Europa permiten, tal vez con no
exagerado optimismo, afirmar que la Plaza Bolívar de Santa Bárbara del
Zulia, ayer 19 de diciembre de 2010, se convierte en el epicentro de la
reacción ciudadana y el ejercicio de la garantía y protección de los
venezolanos frente a la actuación arbitraria e ilegítima de las hordas
del chavismo-comunismo.
Estas bandas armadas que conforman activistas políticos del partido
PSUV, del militarismo pseudo institucional y funcionarios de los poderes
públicos, se sitúan al margen de los principios constitucionales en
abierta violación al andamiaje que soporta al ya precario Estado de
Derecho en Venezuela.
“La Reacción Verde”, como se ha dado en llamar la valiente respuesta
de los productores del Sur del Lago frente a la expropiación de 45
fincas productivas ha desencadenado, hasta ahora, el respaldo de
productores agrícolas y ganaderos de los estados Táchira, Mérida, Falcón
y Carabobo. Y no dudamos que ese respaldo continúe por parte de otros
estados y no solo por empresarios y trabajadores del campo sino también
por hombres y mujeres de distintas procedencias sociales y económicas.
Esto que comenzó como un destello ha incendiado la paciencia de muchos
venezolanos y amenaza en convertirse en la explosión indignada de un
pueblo que ha visto, pacientemente, la modificación de su ordenamiento
constitucional que, en definitiva, son sus reglas de organización
social. Las normas simples y sabias para la convivencia ciudadana.
Normas que exceden de la autoridad de funcionario alguno. No importa que
esa reacción vaya a ser acallada, la lucha es desigual: es el poder de
las armas y la sinrazón frente al desarmado decoro de un puñado de
venezolanos.
Lo trascendente es el ejemplo. Es el soplo de aliento que permite a
muchos venezolanos sentirse más dignos y responsables frente al avance
sin tregua del chavismo-comunismo. No importa que exista una orgia del
dinero fácil para muchos integrantes de buena parte de la amorfa y
desvergonzada burguesía venezolana. Que la obsecuencia de la prensa
venezolana, con muy honrosas excepciones, acalle los desmanes del
chavismo y que trueque la crítica por la genuflexión. No. Lo importante,
lo trascendente, lo que tiene vocación histórica, es que el pueblo de
Venezuela fiel a su tradición republicana , a su lucha por la
independencia, la paz y la libertad, pueda desconocer cualquier régimen,
legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y
garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos. Pero esto
último no es un aserto retorico. Es, por contrario, el texto exacto de
la norma consagrada en la constitución venezolana en su artículo 350. Y
ahora, parte de ese pueblo que es el pueblo mismo como un todo pues mal
puede entenderse la unanimidad de reacción, está ejerciendo su derecho
al desacato a una autoridad que está contrariando valores, principios y
garantías constitucionales.
La Reacción Verde también desborda a la melindrosa Mesa de la Unidad.
Es decir, desborda a la formación opositora electoral de Venezuela.
Para quienes su objetivo invariado es mantenerse en la línea democrática
para que alguno de sus miembros opte en “elecciones limpias” a
convertirse en el jefe del Estado en el 2012. Es decir, ignorar lo que
acontece hoy, para perseguir el veleidoso sueño de ganar en un proceso
electoral trasparente “un derecho a lo que tal vez no tendrán derecho”.
La Reacción Verde desborda a los opinadores más conspicuos de la prensa
venezolana que por años vienen repitiendo, candorosamente, que ahora si
es verdad que estamos muy cerca de una dictadura.
Desde luego que la militarización de la zona no se hará esperar. ¿Qué
otra cosa puede esperarse de un régimen militar? Es dudoso que el
mandón de Venezuela apele al dialogo; a ese recurso democrático que se
enraíza en el senado romano y que es de la esencia de la democracia.
Dialogo, consenso y acuerdo obligatorio para las partes. Para la
precaria mentalidad militarista de los hombres de gobierno de Venezuela,
el dialogo, lejos de ser un atributo para el consenso democrático, es
una conducta vergonzosa. Desde luego, salvo que se trate de salvar sus
propias vidas en los juicios de responsabilidad que les esperan.
No existe, para el régimen imperante, otra alternativa que calificar
de sediciosos, contrarrevolucionarios y apátridas a estos trabajadores y
empresarios venezolanos. Les espera la condena y el escarnio público.
Para otros, se están convirtiendo en un instrumento de la historia de
Venezuela que encarna la desobediencia civil. Esa desobediencia que
tiene el pueblo para no cumplir, sin violencia, una norma, una decisión,
de cualquier autoridad que se considere injusta, ilegitima y
lesionadora de derechos fundamentales. Desobediencia que encarnó el
agricultor Franklin Brito en su vano intento por despertar la
solidaridad de la sociedad civil en reclamación de sus cercenados
derechos.
Alcalá de Henares
Diciembre de 2010
Diciembre de 2010
FUENTE: IMPACTO CNA