No
se haga cómplice, presidente Santos
Fernando Ochoa Antich*
El viernes pasado se
reunieron en Cartagena, Colombia, los presidentes Santos y Chávez, con la
finalidad de definir el nuevo marco que regirá el comercio bilateral entre los
dos países a partir del mes de abril de este año, cuando se completará el
definitivo retiro de Venezuela de la Comunidad Andina.
No conozco, en el momento en que escribo este artículo, los resultados de dicha
reunión, pero es público el interés personal de Hugo Chávez en lograr que
Colombia extradite a nuestro país al narcotraficante Salid Makled. Justamente,
sobre este tema el embajador Diego Arria le escribió una valiente carta al
presidente Santos, explicándole las circunstancias particulares que rodean este
caso. Es de gran importancia reflexionar sobre tan delicado asunto.
Es
curioso que la decisión de la
Corte Suprema de Justicia de Colombia, que autoriza la
extradición del narcotraficante Salid Makled y le da la potestad al presidente
Santos de definir a que país debe hacerse, haya coincidido con el viaje del
presidente Chávez a Cartagena. En esas conversaciones se van a definir asuntos
de gran trascendencia para los dos países: el nuevo marco legal que regirá el
comercio bilateral, la normalización del transporte aéreo de pasajeros y de
carga, la posibilidad de que la petrolera estatal colombiana le compre energía
a PDVSA para abastecer algunas zonas fronterizas y, lo más importante para
Colombia, la cooperación de Venezuela en la lucha contra el narcotráfico y los grupos de guerrilleros y paramilitares en la
frontera.
Esta
coincidencia me causa gran preocupación, ya que es tal el interés que tiene
Hugo Chávez de evitar que se extradite al narcotraficante Salid Macked a los
Estados Unidos, que no dudo que los negociadores venezolanos pueden haberse
visto presionados hasta tal punto que hayan tenido que ceder en aspectos
vitales para nuestro país. No hay exageración en lo que digo. El gobierno de
Colombia, como es natural, busca obtener los mayores beneficios posibles en
cualquier negociación que realice con otro país. La imprudencia es de Hugo
Chávez, al no entender que una negociación internacional no puede realizarse
sino en situación de fortaleza. Ese tipo de imprudencia fue lo que condujo a
Venezuela a perder amplios territorios
durante los siglos XIX y XX.
Analicemos
ahora el problema de fondo: la responsabilidad moral del presidente Santos si
toma la decisión de extraditar a Salid Macked a Venezuela. Es verdad, que desde
el punto de vista formal debe actuar de esa manera, pero este caso compromete
de tal forma con el narcotráfico a altos funcionarios civiles y militares del
gobierno de Hugo Chávez que sería vergonzoso para la dignidad de Colombia que su presidente se convirtiera en
encubridor de hechos delictivos de tanta gravedad. El presidente Santos ha
demostrado siempre un gran coraje para enfrentar los grupos subversivos que
comprometen la paz de Colombia. Ahora, le corresponde valorar el esfuerzo que
hacen los venezolanos para evitar que esos mismos grupos destruyan a nuestro
país.
Tuvo
razón Diego Arria de señalar en su carta al presidente Santos la angustia que
embarga en este momento a los venezolanos: “Ya al
inicio de su gobierno, usted, seguramente el colombiano mejor enterado de la
situación, de la cual ha incluso escrito en su libro “Jaque al Terror”,
abandonó, sin “verificar” la denuncia formal presentada al Consejo Permanente
de la OEA por el
entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe. Esta decisión dejó sin dilucidar
la grave acusación de complicidad con el terrorismo aducida por el anterior
gobierno de Colombia contra el régimen de Hugo Chávez, dando a suponer que
prevalecieron intereses de otro género, nunca esclarecidos, y que constituye un
tema pendiente entre nuestros países”…
Esta acción debió causarle una gran sorpresa al pueblo
colombiano, pero la situación, según mi criterio, es aún de mayor gravedad. La
democracia y la paz colombiana no pueden tener destino mientras subsista en la
región un gobierno que busca expandir su ideología marxista hacia otros pueblos
y no tiene escrúpulos de intervenir en los asuntos internos de otros países. Es
verdad, que la información detectada por el gobierno del presidente Uribe, en
la computadora de Raúl Reyes, ha obligado a Hugo Chávez a moderar su política
con relación a Colombia, pero no creo que el presidente Santos no perciba que
ese cambio de actitud es exclusivamente táctico y lo que busca es ganar tiempo.
Reflexione, presidente Santos. No ponga en riesgo la seguridad de su país ni
comprometa, aún más, el destino de Venezuela…
*Ex
canciller de Venezuela
Caracas,
3 de de abril de 2011.
fochoaantich@gmail.com