RECORDANDO ALTAMIRA XIX
¡Prohibido olvidar!
01 de abril 2011
¡Prohibido olvidar!
01 de abril 2011
El 11 de abril del 2002, debe ser recordado como la colosal gesta sin precedentes en la historia republicana de Venezuela, nunca antes la sociedad civil se había manifestado con tal gallardía, espontaneidad, contundencia y solidaridad, por medio de una rebelión popular tan maravillosa, en contra del régimen opresor. Sólo la mácula de los asesinatos con francotiradores y la masacre de Puente Llaguno, le dan carácter de fecha mártir. Es por ello que, así como debemos diferenciar entre el 11 y lo sucedido luego, entre el 12 y 14 de abril, igualmente debemos separar la gesta, de la masacre. En ningún caso debemos permitir ante la historia que este glorioso día pase al olvido, ni mucho menos que la verdad sea víctima de algún “arreglo conveniente” y cómodo para algunos sectores que pudieran estar propensos a dejar eso así “por el bien de la reconciliación y la unidad”. Ya hemos cometido ese error dos veces y el destino nos ha castigado duro, muy duro.
Recuerdo muy bien los días cercanos al 11 de abril de 2002, nos encontrábamos en un país convulsionado y paralizado, con el régimen enfrentado a todos los sectores laborales, gremiales, empresariales, y eclesiásticos; un proceso revolucionario radicalizado, incluidas las reiteradas advertencias y amenazas del presidente, acerca del uso de la violencia y de las armas para defender la revolución; una sociedad civil dividida en bandos radicalizados y una Fuerza Armada infiltrada, fracturada y confundida.
Situación que hoy se ve ratificada, internamente, por la vergonzosa y lamentable condición del país en general, con unas fuerzas armadas nacionales bolivarianas ya degeneradas en “milicias revolucionarias”, y externamente, todo ello, ha causado el rechazo de muchos simpatizantes del 2002 y el alejamiento de gobiernos y organismos internacionales que ahora se percatan de la verdadera situación de Venezuela y del debilitamiento sistemático de su democracia sus libertades y derechos ciudadanos.
Recuerdo como si fuera hoy, el comportamiento de los diferentes sectores que protagonizaron los hechos acaecidos.
Un régimen que, tal como hoy, promovió las arengas revolucionarias de llamado a la violencia de; ministros, alcaldes y parlamentarios del MVR, y el propio presidente salió al aire en una cadena con visos de cinismo, engaño, reto y provocación, con lo cual logró enardecer a todos los sectores.
Asimismo recuerdo, se produjeron una serie de renuncias y abandonos de cargos de un número importante de funcionarios de alto nivel. Lo cual propició el evidente vacío de poder. En este aspecto destaco cuando vimos y escuchamos al vicealmirante Bernabé Carrero Cuberos anunciando al país que ya había hablado con el general Lucas Rincón y habían acordado pedirle la renuncia al presidente por todo lo sucedido “porque eso era lo que el alto mando quería”. Situación que seguidamente, en cadena nacional, ratifica el general en jefe (Ej) Lucas Rincón Romero, junto a los Comandantes Generales de la Armada y la Aviación, cuando informa al País que, “ante los hechos acaecidos, se le había solicitado la renuncia al presidente y que éste la había aceptado”, luego anunció que el Alto Mando Militar ponía sus cargos a la orden “de las nuevas autoridades”.
Recuerdo, a la imponente asamblea de ciudadanos que desde varios días y de forma pacífica se reunía en chuao hasta que decidió dirigirse a Miraflores para defender la democracia y solicitar la renuncia del presidente. Este grupo fue el gran protagonista y héroe gestor de la inolvidable jornada cívica nacional, pero también sufrió los embates homicidas del régimen.
También recuerdo un grupo que, desde hacía varios días, se reunía en las cercanías a Miraflores para apoyar al presidente, otro grupo, violento, armado, adoctrinado y entrenado para atacar y combatir, que arremetió contra los marchistas y contra algunas autoridades alentado por las arengas
oficiales, dispuesto inclusive a matar por la causa revolucionaria. Posteriormente un cuarto grupo, que se manifestó por medio de saqueos muy eficientes y de forma violenta, obedeciendo instrucciones de líderes del régimen para actuar y dejar de actuar.
Recuerdo una FAN en la que, a pesar de su fractura, politización y un Alto Mando que a la postre renunció, prevaleció el rol institucional, de apoyo a la sociedad y la no utilización de sus armas contra el pueblo, ni mucho menos apoyar la revolución del presidente y su partido político, con la aplicación del Plan Ávila.
Pero sobre todo, hoy quiero recordar con la firme intención de no olvidarlo jamás, a un grupo, que gracias a los medios de comunicación, nos percatamos de su existencia, el de la red clandestina tiburón. Grupo reducido, de unos 10 ó 12 integrantes principales con sus secuaces, cuya actuación fue, nada más y nada menos, que la de idear, planificar, coordinar, ordenar y llevar a cabo todas las “ejecuciones” de los francotiradores y la matanza de Puente Llaguno, en perjuicio del grupo de la sociedad civil que precisamente se había desempeñado de manera pacífica y digna. Estos cobardes, asesinos y traidores, no pueden quedar impunes bajo ninguna circunstancia.
Ellos y sólo ellos son los asesinos del 11 de abril de 2002, son los de la masacre de Puente Llaguno. Pretender mantener la gran farsa de que fueron los medios, o Carmona, u Ortega, o los militares que nos pronunciamos o los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, o quien sabe quién o quienes más, los responsables de ello, es un sin sentido.
En favor de la justicia, tenemos conocimiento pleno y existen pruebas irrefutables de la identidad de “tiburón 1”, quien resultó ser el mismo cobarde del Museo Militar, que luego fue indultado y el mismo traidor que entregó la Patria a Fidel Castro fungiendo como presidente y comandante en jefe de las fan, sí el mismo. Por tanto cuando llegue el momento, se podrán reconstruir los hechos y establecer quienes fueron el resto de los tiburones.
Sería invalorable la colaboración de aquellos funcionarios (adeptos al régimen y ahora detractores e incluso reos), civiles y militares, que asistieron a las reuniones de coordinación previas a la marcha, en las cuales se establecieron las acciones que se llevarían a cabo para enfrentarla y neutralizarla. Mantener el silencio es seguir siendo cómplice de la farsa. Particularmente, esperaría de ellos un acto de contrición, ante la Venezuela que quiere y necesita la verdad.
Esta mácula debe ser limpiada para que la estrella nacida en la Gesta del 11 de abril de 2002, brille con más fuerza y alimente su luz, como faro centinela, en el corazón y pensamiento de los venezolanos, a fin de mantener el alerta constante hacia cualquier situación análoga en el futuro.
Es así como la frase “prohibido olvidar” cobra fuerza y nos exige el compromiso de honrar la memoria de las víctimas. Cuando se establezcan los verdaderos responsables de la matanza, se podrá hablar sin reservas ni dudas sobre el tan anhelado proceso de reconciliación, inclusión, unión y reactivación de la Nueva Venezuela. Por cierto, se acerca el próximo 11 de abril, que mejor forma de conmemorar la fecha con una marcha igual.
Como dijimos, ya hemos cometido dos errores históricos con experiencias muy costosas, por haber permitido procesos de “pacificación” e “indultos” en los cuales fueron perdonados e incluidos, en ambos casos, personajes que habían traicionado a la patria en beneficio de la revolución castrista, y hoy sufrimos las consecuencias de tales equivocaciones. En delitos de alta traición se debe aplicar todo el peso de la ley, bien es sabido que, quien traiciona una vez vuelve a traicionar.
Igual afirmación es válida para los asesinos, violadores de derechos humanos y ladrones.
Daniel Comisso Urdaneta
contralmirante
Recuerdo muy bien los días cercanos al 11 de abril de 2002, nos encontrábamos en un país convulsionado y paralizado, con el régimen enfrentado a todos los sectores laborales, gremiales, empresariales, y eclesiásticos; un proceso revolucionario radicalizado, incluidas las reiteradas advertencias y amenazas del presidente, acerca del uso de la violencia y de las armas para defender la revolución; una sociedad civil dividida en bandos radicalizados y una Fuerza Armada infiltrada, fracturada y confundida.
Situación que hoy se ve ratificada, internamente, por la vergonzosa y lamentable condición del país en general, con unas fuerzas armadas nacionales bolivarianas ya degeneradas en “milicias revolucionarias”, y externamente, todo ello, ha causado el rechazo de muchos simpatizantes del 2002 y el alejamiento de gobiernos y organismos internacionales que ahora se percatan de la verdadera situación de Venezuela y del debilitamiento sistemático de su democracia sus libertades y derechos ciudadanos.
Recuerdo como si fuera hoy, el comportamiento de los diferentes sectores que protagonizaron los hechos acaecidos.
Un régimen que, tal como hoy, promovió las arengas revolucionarias de llamado a la violencia de; ministros, alcaldes y parlamentarios del MVR, y el propio presidente salió al aire en una cadena con visos de cinismo, engaño, reto y provocación, con lo cual logró enardecer a todos los sectores.
Asimismo recuerdo, se produjeron una serie de renuncias y abandonos de cargos de un número importante de funcionarios de alto nivel. Lo cual propició el evidente vacío de poder. En este aspecto destaco cuando vimos y escuchamos al vicealmirante Bernabé Carrero Cuberos anunciando al país que ya había hablado con el general Lucas Rincón y habían acordado pedirle la renuncia al presidente por todo lo sucedido “porque eso era lo que el alto mando quería”. Situación que seguidamente, en cadena nacional, ratifica el general en jefe (Ej) Lucas Rincón Romero, junto a los Comandantes Generales de la Armada y la Aviación, cuando informa al País que, “ante los hechos acaecidos, se le había solicitado la renuncia al presidente y que éste la había aceptado”, luego anunció que el Alto Mando Militar ponía sus cargos a la orden “de las nuevas autoridades”.
Recuerdo, a la imponente asamblea de ciudadanos que desde varios días y de forma pacífica se reunía en chuao hasta que decidió dirigirse a Miraflores para defender la democracia y solicitar la renuncia del presidente. Este grupo fue el gran protagonista y héroe gestor de la inolvidable jornada cívica nacional, pero también sufrió los embates homicidas del régimen.
También recuerdo un grupo que, desde hacía varios días, se reunía en las cercanías a Miraflores para apoyar al presidente, otro grupo, violento, armado, adoctrinado y entrenado para atacar y combatir, que arremetió contra los marchistas y contra algunas autoridades alentado por las arengas
oficiales, dispuesto inclusive a matar por la causa revolucionaria. Posteriormente un cuarto grupo, que se manifestó por medio de saqueos muy eficientes y de forma violenta, obedeciendo instrucciones de líderes del régimen para actuar y dejar de actuar.
Recuerdo una FAN en la que, a pesar de su fractura, politización y un Alto Mando que a la postre renunció, prevaleció el rol institucional, de apoyo a la sociedad y la no utilización de sus armas contra el pueblo, ni mucho menos apoyar la revolución del presidente y su partido político, con la aplicación del Plan Ávila.
Pero sobre todo, hoy quiero recordar con la firme intención de no olvidarlo jamás, a un grupo, que gracias a los medios de comunicación, nos percatamos de su existencia, el de la red clandestina tiburón. Grupo reducido, de unos 10 ó 12 integrantes principales con sus secuaces, cuya actuación fue, nada más y nada menos, que la de idear, planificar, coordinar, ordenar y llevar a cabo todas las “ejecuciones” de los francotiradores y la matanza de Puente Llaguno, en perjuicio del grupo de la sociedad civil que precisamente se había desempeñado de manera pacífica y digna. Estos cobardes, asesinos y traidores, no pueden quedar impunes bajo ninguna circunstancia.
Ellos y sólo ellos son los asesinos del 11 de abril de 2002, son los de la masacre de Puente Llaguno. Pretender mantener la gran farsa de que fueron los medios, o Carmona, u Ortega, o los militares que nos pronunciamos o los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, o quien sabe quién o quienes más, los responsables de ello, es un sin sentido.
En favor de la justicia, tenemos conocimiento pleno y existen pruebas irrefutables de la identidad de “tiburón 1”, quien resultó ser el mismo cobarde del Museo Militar, que luego fue indultado y el mismo traidor que entregó la Patria a Fidel Castro fungiendo como presidente y comandante en jefe de las fan, sí el mismo. Por tanto cuando llegue el momento, se podrán reconstruir los hechos y establecer quienes fueron el resto de los tiburones.
Sería invalorable la colaboración de aquellos funcionarios (adeptos al régimen y ahora detractores e incluso reos), civiles y militares, que asistieron a las reuniones de coordinación previas a la marcha, en las cuales se establecieron las acciones que se llevarían a cabo para enfrentarla y neutralizarla. Mantener el silencio es seguir siendo cómplice de la farsa. Particularmente, esperaría de ellos un acto de contrición, ante la Venezuela que quiere y necesita la verdad.
Esta mácula debe ser limpiada para que la estrella nacida en la Gesta del 11 de abril de 2002, brille con más fuerza y alimente su luz, como faro centinela, en el corazón y pensamiento de los venezolanos, a fin de mantener el alerta constante hacia cualquier situación análoga en el futuro.
Es así como la frase “prohibido olvidar” cobra fuerza y nos exige el compromiso de honrar la memoria de las víctimas. Cuando se establezcan los verdaderos responsables de la matanza, se podrá hablar sin reservas ni dudas sobre el tan anhelado proceso de reconciliación, inclusión, unión y reactivación de la Nueva Venezuela. Por cierto, se acerca el próximo 11 de abril, que mejor forma de conmemorar la fecha con una marcha igual.
Como dijimos, ya hemos cometido dos errores históricos con experiencias muy costosas, por haber permitido procesos de “pacificación” e “indultos” en los cuales fueron perdonados e incluidos, en ambos casos, personajes que habían traicionado a la patria en beneficio de la revolución castrista, y hoy sufrimos las consecuencias de tales equivocaciones. En delitos de alta traición se debe aplicar todo el peso de la ley, bien es sabido que, quien traiciona una vez vuelve a traicionar.
Igual afirmación es válida para los asesinos, violadores de derechos humanos y ladrones.
Daniel Comisso Urdaneta
contralmirante