PORTACHUELO // Por: René Núñez
Miércoles, 27 de Julio de 2011
¿Seremos capaces de volver a dar la espalda a la democracia?
No sé qué nos está pasando como país. Se continúa ante un gobierno muy rico y un pueblo muy pobre. Pero también ante una mayoría confundida, encubridora e indolente, incapaz de diferenciar las ejecutorias acertadas o desacertadas de las políticas públicas.
Si se analiza desde el punto de vista de la racionalidad -como debe ser- encontramos un país involucionando con explicaciones y razones vagas, caracterizado de conductas políticas dirigenciales y ciudadanas encontradas y reñidas con la moral y la cívica pública y privada.
Si se analiza desde el punto de vista del compromiso partidista y demócrata, la realidad es la misma. Pero cuando detectas e incorpora al análisis los intereses políticos y los económicos en juego por el poder y la riqueza súbita, comienza a encontrarse las razones de ser de esas posturas interesadas y mezquinas donde el Estado, la nación, el país y la democracia importan poco con tal de ellos lograr los objetivos de vida fácil, trasladando los mayores sacrificios a los menos capacitados y sin oportunidades de superar la trampa de la pobreza a que son sometidos bajo la promesa y la esperanza de una felicidad social que nunca les llega.
No cabe duda, la situación social se ha agravado con el régimen de turno, el cual se ha apropiado de las riquezas y del Estado, como si fuera de su propiedad privada. Para ello han estado adelantando de manera sistemática una campaña ideológica incesante y perversa con la finalidad de estimular la lucha de clases, y poner a preocupar a los excluidos solamente en lo inmediato que es la comida para la cual el Estado asume de manera asistencialista su protección mediante dádivas miserables que tampoco resuelven y satisfacen sus necesidades sociales básicas. Detrás de toda esta farsa propagandística se intenta secuestrar las libertades para así ir consolidando el autoritarismo como sistema de vida al cual han de apoyar sin condición alguna aún cuando persistan las carencias y las limitaciones porque a final de cuentas lo más importante es la revolución, gobernada por siempre y para siempre por un comandante supremo e insustituible. Así se ha venido trabajando desde 1999 desde el gobierno central, por ello se han abrogado de facto la constitución del 99 para interpretarla a su libre albedrío y conveniencia en la legitimación de los innumerables y reiterados abusos de poder tanto a nivel internacional, nacional, como regional y municipal.
En 13 años el gobierno ha recibido la bicoca de un billón de dólares por renta petrolera, equivalente a diez planes Marshall; a la fecha no le ha dado la gana de explicar al pueblo dónde ha gastado e invertido semejante cantidad de dinero; apoyado por una Asamblea Nacional que ha renunciado a su función controladora de la gestión pública, que no ha querido bajo ninguna circunstancia, a pesar de los daños patrimoniales causados a la nación, discutir o abrir investigaciones a los casos de corrupción que comprometen al alto gobierno, entre otros, como los de la “maleta de Antonini”, de pudreval, del robo del fideicomiso de los jubilados y pensionados de Pdvsa, de los bancos quebrados del Estado, negocios de bolsas manejados por gente afecta al gobierno, de Makled, de las mafias de la cabilla y del aluminio en Guayana, de las cárceles, de donde se planifican secuestros, robos, sicariato, negocios de droga y de armas, comisiones de custodia internas; son estos ejemplos de la desidia y el desgobierno en que se encuentra la nación, con unos poderes públicos politizados y sumisos al gobierno autoritario en marcha.
Por estas razones, además de las económicas: inflación de 2 dígitos, pérdida de valor de nuestra moneda en un 1.700% en los últimos trece años, la deuda externa de 135 mil millones de dólares, economía prácticamente de puertos, repito, por estas desviaciones no se puede entender cómo puede existir un 40% de la población indiferentes ante la evidente destrucción moral, ética, económica e institucional de la república, de cara a las próximas elecciones del 2012, último evento electoral “por ahora” para detener la involución de un pueblo que apostó en la propuesta de Chávez en 1998 de hacerlos felices socialmente bajo su gobierno.
El próximo año de elecciones no se debe dejar que el país se nos escape de las manos, ya sea por estar preocupados únicamente en los intereses más inmediatos o porque hemos dejado de prestar atención a los valores trascendentales que puedan brindarnos más cohesión social y una mejor convivencia política.
Hay ciertos dirigentes de partidos que el tema de la ética los tiene sin cuidado, resistiendo a discutirlo con las bases por temor a que le recuerden sus falencias morales; soy de los que pienso que el problema de Venezuela primero es ético, segundo de capacidad, tercero de conocimiento del Estado, y cuarto de voluntad de logro para hacer de la administración pública una gerencia eficiente, proba y transparente donde la participación de los ciudadanos sea un compromiso permanente de Estado.
Nos llegó la hora a todos, a activar nuestra voluntad política para lograr que la ética rescate al ciudadano, el ciudadano al poder, el poder a la política y la política a la libertad.
Durante el golpe de Estado de Chávez del 4 de febrero, el único político, auténtico demócrata, que hizo valer la ética de la democracia, poniendo a riesgo su vida, su liderazgo, fue Eduardo Fernández, un adversario político de por vida de Carlos Andrés Pérez; una actitud valiente similar es la que se les exige a los dirigentes y a los ciudadanos asumir con humildad y entereza democrática frente al autoritarismo, primero con las primarias y luego con las presidenciales del 2012. SÍ SE PUEDE.
Twitter @renenunezr
FUENTE: Correo del Caroní