FELIPE MALAVER: UN COMBATE POR LA VIDA
Escribe: Jesús R. Malaver V.
Discurre
el año 1966, apenas seis años del novísimo régimen de ancha base y se
había “consagrado” como uno de los más represivos de la América sureña,
en flagrante violación de los derechos humanos, representadas en las
figuras de la incomunicación, tortura física y psicológica, el asesinato
y la desaparición por el mero hecho de la oposición revolucionaria al sistema
político-económico, incumpliéndose la norma jurídica constitucional que
recomendaba el respeto a la vida. Para ellos fue más fácil,
contundente, “ejemplarizante”, práctico, el dejarse llevar por lo
visceral, lo caracterológico de sus pensamientos y por lo psicopático de
la mano ejecutora de sus hombres del orden, de sus muchachos de
confianza agrupados en el SIFA o la DIGEPOL, que la simple aplicabilidad de sus leyes, la habilitación de sus tribunales y la reclusión penitenciaria.
Si
este último es el camino escogido, nos hubiésemos evitado esa especie
de mácula histórica del crimen político, pero no hubo hombre,
presidente, institución, aparato o comisión que lo previniera o
prohibiese. La constitución del 61 fue vilmente golpeada por la política
del garrote y las “técnicas” anti- vietnamitas, por las “enseñanzas” de
la Escuela de las Américas en Panamá y cuyo laboratorio preferido de
operaciones para evitar la “amenaza Castro-comunista”, fue Latinoamérica
en naciones como Uruguay, Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Perú,
Venezuela, donde fueron desarticuladas las organizaciones
revolucionarias y cometidos los más horrendos crímenes de estado. En
nuestro país se tuvo la denigrante iniciativa de inaugurar el prototipo
del desaparecido político de la cual fue victima el dirigente
neoespartano Felipe Malaver, nativo de la población de Tacarigua. Este
fue un personaje comprometido con el proyecto que ayudó a crear e
impulsar a través de la lucha y quien en demostración de valentía y
desprendimiento no se doblegó ante la jauría de torturadores enfermizos
que desataron su odio y desenfreno sobre la humanidad del recio
patriota, quién se llevó a la tumba la misión de no delatar a sus
compañeros y la firme convicción de no traicionar sus principios
políticos-ideológicos.
Combatió
al lado de hombres como Fabricio Ojeda, símbolo heróico del pueblo
venezolano quien venía de ejercer el liderazgo en la Junta Patriótica
que derrocara el régimen del General Pérez Jiménez, aquel glorioso 23 de
enero del 58.
De nada valieron las denuncias de su desaparición ni siquiera ante el primer magistrado de la república para la época Dr.
Raúl Leoni, hechas por su esposa Reina Arguinzones de Malaver y por
personalidades como el Dr. José V. Rangel, así como por comisiones de
los Derechos Humanos. ¿Es posible que esto haya acaecido en Venezuela,
donde sus gobernantes se vanagloriaban de vivir en una verdadera
democracia, con una estructura jurídica en cuya leyes se plasmaba el
respeto a la integridad física?. La historia de estos últimos 40 años
desdeña aquella optimista utopía constitucional del derecho a la vida.
Nuestra
patria se llenó de sangre, torturas, hogares enlutados, hijos
huérfanos, viudas, madres heridas que aun a inicios de este nuevo siglo
mantienen la esperanza en que se haga justicia, puesto que los
culpables, los victimarios nunca fueron juzgados y los restos de Felipe
Malaver continúan sin aparecer desde hace 45 años. Ni la llamada
dictadura Gomecista o la Perezjimenista transgredieron sus propias
normas aplicadas a individuos con activismo partidista, como lo sucedido
en cuatro décadas de administraciones adeco-copeyanas. La inteligencia
del sistema de Marcos Pérez Jiménez y su brazo armado representado en la
Seguridad Nacional, con su Guasina y Sacupana, con la tortura del rin y
la gota de agua en la cabeza, con todo y su Pedro Estrada no le
llegaron a los pies del aparataje represivo de la democracia con su
Digepol, Disip o Dim, involucrando hasta el Ejército
Nacional en las abyectas labores de represión. Tan igual y hasta más
grotescos y repelentes hechos inhumanos que las llamadas dictaduras del
Cono Sur. Quien no recuerda las madres de la Plaza de Mayo, las
atrocidades de Videla, la matanza de Pinochet ante el golpe contra
Salvador Allende, las prácticas de la CIA y el Consejo Nacional de
Gobierno y Oscar Gestido, aplicadas a los militantes Tupamaros en el
Uruguay. Cada país pagó con sus hijos rebeldes las cuotas de sangre, así
como la deshonra internacional de sus tiranuelos criollos, por que la
vida, su perdón no la pueden consagrar las constituciones ni los
déspotas fascistas con careta de “demócratas”.
Al
cumplirse el 45 aniversario del despreciable asesinato de Felipe Rafael
Malaver Moreno, sus familiares y amigos insistimos en que la auténtica
justicia se imponga sobre sus ejecutores .....”sin resignarse a
recordarlo hasta donde el tiempo nos alcance y los huesos se levanten de
las entrañas de la tierra y vuelvan a ser pasos de hombre libre y
resurrecto”. “La muerte es parte del riesgo que debe correr todo revolucionario” (Jorge Rodríguez).
Remisión: Dimas Lárez
Imagen Superior:
Cortesía del blog marco legal laboral/ Justicia Militar
Imagen Superior:
Cortesía del blog marco legal laboral/ Justicia Militar
Cita: La Constitución de 1961 no reguló expresamente el fuero militar. La nueva Constitución expresamente establece
las competencias y funcionamiento de la justicia militar. El artículo
261 reza: “La jurisdicción penal militar es parte integrante del poder
judicial, y sus jueces o juezas serán seleccionados o seleccionadas por
concurso. Su ámbito de competencia, organización y modalidades de
funcionamiento se regirán por el sistema acusatorio y de acuerdo a lo
previsto en el Código Orgánico de Justicia Militar. La Comisión de
delitos comunes, violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa
humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios. La competencia
de los tribunales militares se limita a los delitos de naturaleza
militar. La ley regulará lo relativo a las jurisdicciones especiales y a
la competencia, organización y funcionamiento de los tribunales en
cuanto no estén previsto en esta Constitución.”
Sala de Rehabilitacion Integral (SRI) Felipe Malaver
en Puerto La Cruz. Estado Anzoátegui.
Foto crédito: José Canache La Rosa, 06-02-06
Aporrea.org
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