Cartas a los venezolanos (5)
Mensaje de allá arriba
Jesús Antonio Petit Da Costa
Si El Tirano tuviese un amigo de verdad (que parece no tenerlo, y menos ahora), se le sentaría a un lado para decirle: Partiendo de que efectivamente sufres de cáncer, y no hayas mentido una vez más, voy a comunicarte el mensaje que te envían de allá arriba.
Aligera el alma, que tiene sobrepeso de culpa, para que llegue liviana al encuentro inevitable con la justicia divina. Agradece que te escapas de la humana, la que en casos como el tuyo se subordina a la venganza. El odio tiene eso: envenena el alma y corroe las entrañas. Peor aún, al que lo siembra se le devuelve en sufrimiento. Reconoce que, hombre de pocas lecturas como eres, el resentimiento de muchacho pobre, criado con privaciones, te hizo caer bajo la influencia de seres diabólicos como el tal Ché Guevara, autor de esta frase satánica: “un pueblo sin odio no puede triunfar, porque sólo el odio intransigente lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.†Lo mismo pudo haber escrito Boves si lo hubiesen alfabetizado. Tú sabes muy bien cómo murieron los dos, enviados directamente al infierno. A ellos Dios no les dio la gracia del preaviso como el que te ha dado a tí.
Tienes muchos enemigos, no sólo aquí, sino allá arriba. Estos son más de temer. Están alineados esperándote para convertirse en tus acusadores. Solamente al llegar vas a encontrar una multitud. No para saludarte, sino para acusarte. Son las víctimas de la delincuencia que tú promoviste con tu odio. Ese que mueve la envidia a todo hombre de bien y a todo el que se destaca. A ellos se unen las víctimas de tu crueldad. Le han encomendado la vocería a Brito. ¿Te acuerdas de él? ¿Porqué no le devolviste su tierrita, si era todo lo que pedía? A su lado, la señora Añez. ¿La recuerdas? La mataron tus hordas motorizadas con su banderita en la mano. Ellos sí te recuerdan. Sólo podrías pedir rebaja de la pena si liberas a todos los presos políticos, disuelves las milicias, desarmas a tus bárbaros y cesas en tu prédica del odio.
Si superas el mal momento de este encuentro, pasarás adonde están esperándote Vargas, José Gregorio y Razzetti, quienes te impondrán de su querella en representación de los universitarios. Te imputan haber destruido la universidad, haberte cebado en los médicos venezolanos deshonrándolos ante el mundo y haber acabado con el futuro de los jóvenes obligándolos a emigrar. A pesar de su religiosidad José Gregorio parece el más predispuesto en tu contra, ya que acaricia intencionadamente la cabeza de su estatua en Yaracuy que tus vándalos le quitaron. De ellos y sus representados sólo podrás pedir clemencia si reparas el honor de los médicos y de todos los profesionales universitarios venezolanos y enalteces la universidad favoreciendo su engrandecimiento.
Si haces mérito para su clemencia, todavía quedaría pendiente la acusación que te harán Pérez Alfonzo y Uslar Pietri de haber ejecutado el Plan de Destrucción Nacional contra el cual ellos tanto lucharon, llevando el país a la ruina económica y a la degradación moral. ¿Cómo te salvas de la condena eterna con tamaña acusación? Sólo puedes conseguir una rebaja de la pena desandando el camino: ponerle fin al comunismo y volver a la economía de mercado, o sea, al capitalismo que es el sistema económico de los países desarrollados. Hasta en el Brasil de Lula.
Pero la acusación mayor la tienen preparada Miranda, Bolívar y Páez. Les choteaste el bicentenario, destruyendo su obra al convertir a Venezuela en satélite de Cuba. Ellos dicen que ni Dios perdona eso. Según Miranda todo lo tuyo es “bochinche, bochinche y más bochinche.†Lo de Bolívar es de antología: quiere verte en el infierno porque lo has metido a comunista siendo lo opuesto y lo has perturbado en el sepulcro adonde había bajado tranquilo. Y de Páez ni te cuento. Se pasea por la sala de recibo exclamando: apenas entre ese carajo le caeré a coñazos. ¿Qué necesidad había de que te metieras con él, sin guardar siquiera la consideración entre llaneros? Bájale presión a la arrechera de los libertadores rompiendo con Cuba y mandando a los cubanos de vuelta a su país.
Y aún haciendo todo lo que te aconsejo, no cuentes con el perdón. Ya ni el arrepentimiento te alcanza. Algún castigo te impondrán allá arriba. Adulando, como hace tu gente contigo, tal vez consigas que te manden al purgatorio, que allá llaman Venezuela por ser igualito, para que sepas lo que era vivir bajo tu gobierno. A pasar unos doce años de trabajo y, para que te la cales completa, te harán oír los discursos de Satanás retransmitidos por cadena varias veces al día.
FUENTE: Médicos de Venezuela
Remisión: Yayitta Rainiero