Ciudad Tiuna. Foto: Raúl Romero
Ciudad Tiuna, una zona roja dentro de un fuerte militar
La Policía
Militar no resguarda a vecinos del complejo habitacional. Hay una Oficina
de Gran Misión a toda Vida dentro del complejo habitacional, pero no funciona.
Con un juez de paz intentan resolver problemas de convivencia
Por: ISAYEN
HERRERA
18 de enero
2015 - 12:01 am
Fuerte Tiuna
ya no es una fortaleza de seguridad. Militares conviven con vecinos de los
barrios La Vega, La Silsa, Casalta, San Agustín del Sur y Las Mayas, pero su
único contacto con estas 1.200 familias y quienes lo visitan se reduce a un
saludo en la alcabala 3 de la instalación militar. Del resto, cada quien se
mueve en su zona y custodia su territorio.
Fuerte Tiuna
es un complejo militar grande: es la sede del Ministerio de la Defensa, la
Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional, la Comandancia
General del Ejército, las Academias Militares del Ejército, la Guardia Nacional
Bolivariana, pero la Policía Militar patrulla únicamente en las manzanas de las
residencias militares. Los ocho edificios construidos, de los 52 que están
programados en el complejo habitacional Ciudad Tiuna, tienen un año sin recibir
el patrullaje de los oficiales. Cuando acudían eran recibidos con bloques y
piedras que les lanzaban desde las ventanas, recuerda una vecina.
Nora (nombre
ficticio para resguardar su seguridad) se mudó hace dos años a su apartamento.
Después de ser damnificada y refugiada podía tener un apartamento de tres
habitaciones y dos baños para ella y sus cuatro hijos. Supo que esas paredes
serían su casa y su guarida cuando el mismo día que se mudó escuchó unos tiros
que anunciaban que los habitantes estaban ya imponiéndose en esos espacios para
ejercer su autoridad. “El hermano de una vecina que era damnificada de La Vega
vino a ayudarla a cargar la nevera, tropezó con otro en el pasillo y le cayeron
a tiros”, relata la mujer.
Otra vecina,
que tampoco quiso ser identificada por temor, manifestó que fue recibida por un
militar que le preguntó en la alcabala 3 para donde se dirigía. Ella respondió
que se mudaba al edificio 35 y el funcionario le dijo: “A eso le llamamos El
Rodeo”. Las dos edificios contiguos son conocidos entre los militares como la
PGV y Tocorón, a manera de chiste o de alerta.
Un cuartel
sin autoridad. Todos pueden
entrar a Ciudad Tiuna; el único requisito tácito es ingresar con los vidrios
bajos si se transita en un carro para que la comunidad vea la cara de los
ocupantes. “El 16 de diciembre a las 8:00 de la noche una camioneta venía a una
fiesta y como tenía los vidrios arriba y todo se veía negro la cosieron a
tiros”, cuenta el esposo de Nora. No hubo muertos.
Un comité de
vecinos ha acudido a una de las garitas que tiene la Policía Militar para
custodiar las manzanas de los militares para pedirles patrullaje, pero la
respuesta fue tajante: “No podemos accionar la fuerza contra civiles como
ustedes y por eso no vamos para allá”.
El
criminólogo Javier Gorriño explica: “La Policía Militar sí tiene competencia en
el resguardo del cuartel, pero no está preparada para mediar en conflictos
vecinales, actuar de manera preventiva o investigar crímenes”. Agregó que la
violencia dentro del cuartel se da porque no hay selecciones previas para
adjudicar las viviendas por lo que los vecinos, que vienen de diferentes zonas
violentas, les cuesta sociabilizar entre sí.
Otros
líderes comunales comentaron que el 14 de julio de 2014 hubo un “madrugonazo”:
Allanaron siete edificios a las 5:00 am. La propietaria recuerda que sacaron a
todos los hombres de sus apartamentos y a algunos se los llevaron presos. Al
día siguiente todos volvieron a sus casas y nadie comentó cómo salieron. Unos
dicen que el Cicpc estaba revisando las viviendas porque venía la visita de
funcionarios para inaugurar el octavo edificio; otros dicen que alguien
denunció tráfico de drogas. Fue la penúltima vez que vieron policías en el
lugar.
La última
visita de funcionarios de seguridad a Ciudad Tiuna fue el 8 de diciembre. El
Cicpc y la Policía Militar acudieron al complejo urbanístico porque a Anthony
Rodríguez y a Wilfred Monzón, de 17 y 18 años de edad, respectivamente, les
dispararon en la cabeza y en otras partes del cuerpo por una pareja de
delincuentes que los atacó cuando circulaban frente al bloque 33. Los jóvenes
salieron esa noche de sus apartamentos en el bloque 21 y se dirigían a una
venta informal de licores que opera en el edificio de donde les dispararon.
El edificio
33, donde mataron a los dos jóvenes, tiene locales comerciales en la planta
baja para que funcionaran los comercios socioproductivos que completan la
oferta de la ciudad socialista, pero ahora solo quedan los marcos de las
vidrieras que partieron con piedras y tiros.
Hace unos
meses en el bloque 18, en las escaleras, mataron a otro individuo que se
dirigía a comprar comida en otro de los apartamentos que funciona como comercio
informal y lo quemaron. Todos saben quién es el asesino: un menor de edad que
no tiene apartamento adjudicado, pero duerme en cualquier casa donde lo agarre
la noche. Todos saben que está armado y los muertos que lleva encima, pero
nadie se atreve a acusarlo. A otro visitante lo hirieron en la parada de
autobús. Solo lo llamaron por su nombre y le dispararon. La bala le rozó la
cara y nadie denunció.
Muchos saben
quién está armado, pero aseguran que no hay bandas dentro del fuerte militar.
Los edificios tienen carteles de ventas ilegales de comida, chuchería o
productos de limpieza. También hay venta de licores dentro de los apartamentos.
Sobre la droga nadie se atreve a emitir opinión, solo dicen: “A veces huele a
marihuana”.
Misión a
toda Vida tiene una oficina
El 14 de
mayo de 2014 Manuel Suárez Hidalgo, viceministro de Prevención y Seguridad
Ciudadana del Ministerio para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, inauguró
unas oficinas bajo el nombre de Centro Comunal Integral de Mediación y
Convivencia Solidaria de la Gran Misión a toda Vida que responde al tercer
vértice del proyecto de seguridad: “Transformación del sistema de justicia
penal y creación de mecanismos alternativos de resolución de conflictos”.
El centro
prometía tener sede de la Defensoría del Pueblo, la del Niño, Niña y
Adolescentes, la Defensoría de la Mujer y un Juez de Paz, pero las oficinas,
con la pintura aún intacta y los escritorios y computadoras, aún esperan por
ser estrenados.
Solo una
jueza de Paz, que es una vecina de la comunidad y fue nombrada por el
ministerio, escucha las quejas, pero responde que “no está blindada” para
atacar problemas de delincuencia. No se atreve a llamar a la policía cuando
escucha disparos, por lo que sus funciones solo se limitan a brindar asesoría
en convivencia vecinal.
Aunque los
vecinos aseguran que quienes asesinan no son de la zona sino visitantes, los
propietarios están colocando rejas en varios pisos para cerrar pasillos
completos y así evitar que ingresen aquellos que no residen en esos
apartamentos.
Ciudad Tiuna
también tiene como promesas incumplidas la construcción de un CDI, un Pdval,
carnicería, una farmacia y dos maternales. Solo hay un colegio recién inaugurado.
El transporte en las mañanas no puede ingresar porque las alcabalas de los
militares lo impiden y los niños deben bajar caminando para salir del complejo
militar. “Nos lanzaron aquí y se olvidaron de nosotros”, dice una vecina que es
damnificada de San Agustín del Sur.
No se salva
nadie
Javier
Ignacio Mayorca
Una ola de
criminalidad afecta tanto a los militares como a las personas que residen en
los urbanismos construidos en Fuerte Tiuna. Solo algunos delitos son
denunciados a las autoridades. Aún así, estos datos sirven para formarse una
idea de lo que ocurre “alcabalas adentro”. Este recuento solamente toma en
cuenta algunos casos reportados en 2014.
*10 de
abril: Una poblada atacó a pedradas y palos un vehículo del Cicpc en el que
llevaban detenido a un comerciante de drogas en la torre 50. Tuvieron que
dejarlo en libertad.
*14 de
julio: allanamientos a siete apartamentos de las torres 18 y 21 en las que
vendían drogas.
*26 de
agosto: Unos hombres armados robaron una moto en la vía principal de Ciudad
Tiuna, a las 10:00 am.
*1 de
diciembre 2014: Denunciaron el hurto de una pistola Sig Sauer y de dos cajas de
municiones calibre 9 mm en la Dirección de Logística del Ejército.
*6 de
diciembre: Unos delincuentes se llevaron una camioneta Toyota Samuray, modelo
1982, estacionada frente al patio de la Academia Militar. Este mismo día, una
banda armada atacó y golpeó a un transeúnte en la calle principal de Ciudad
Tiuna. A las 1:00 pm ocurrieron los homicidios de Anthony Rodríguez y Wilfred
Monzón frente al bloque 33. Los atacantes supuestamente dispararon para robar
la moto que usaban las víctimas.
*10 de
diciembre: Reportan la desaparición de un teléfono guardado en la oficina de la
Delegación Bielorrusa, que participa en la construcción de los desarrollos
habitacionales. En julio ocurrió algo similar.
*17 de
diciembre: Dos computadoras portátiles y un celular se llevaron de la oficina
de la Delegación China.
*18 de
diciembre: Hurtaron una camioneta Chery X1, de color dorado, estacionada frente
a las residencias Villanueva, asignadas a personal militar.
FUENTE: EL NACIONAL
REMISIÓN: Pedro Salazar M.