ELOGIO AL EPISCOPADO VENEZOLANO
Una vez más los Obispos se ponen a la vanguardia del pueblo venezolano con un mensaje muy lúcido sobre la situación que vive nuestro país. La Exhortación Apostólica «Renovación ética y espiritual frente a la crisis» nos da la oportunidad de reflexionar sobre los problemas que comprometen el destino de Venezuela.
Me permito citar unas frases específicas que son las verdades ineludibles de esta hora del abismo nacional:
«Hay abundantes denuncias de violaciones de derechos humanos e incluso de torturas a los detenidos, que deben ser atendidas y sancionados los culpables de estos delitos…
A esta situación se ha unido en los últimos meses la angustia generalizada del pueblo por la crisis económica que sufrimos, pues se ve sometido a dificultades nunca vistas para tener acceso a artículos de primera necesidad…
Una deuda externa gigantesca, que hipoteca el futuro de los venezolanos, la inflación desbordada, la devaluación de nuestra moneda, el contrabando de extracción y el desabastecimiento de productos básicos han generado el empobrecimiento creciente de amplio sectores de la población, particularmente los de menos recursos económicos. Esta crisis se acrecienta por la corrupción administrativa, el centralismo, el saqueo de las divisas del fisco, la reciente baja de los precios del petróleo, y por la ineficacia de las medidas y planes que está aplicando el Gobierno Nacional para enfrentarla…
El lenguaje ofensivo, la descalificación sistemática a toda opinión contraria, incitan al fanatismo y a la irracionalidad. La crisis de inseguridad pública es intolerable…
El mayor problema y la causa de esta crisis general, como hemos señalado en otras ocasiones, es la decisión del Gobierno Nacional y de los otros órganos del Poder Público de imponer un sistema político–económico de corte socialista marxista o comunista. Ese sistema es totalitario y centralista, establece el control del Estado sobre todos los aspectos de la vida de los ciudadanos y de las instituciones públicas y privadas…
De nuevo afirmamos: el socialismo marxista es un camino equivocado, y por eso no se debe establecer en Venezuela…
Los líderes de la oposición están en la obligación de presentar un proyecto común de país y trabajar por el bien de Venezuela, superando las tentaciones de personalismo. El estamento militar debe actuar con la imparcialidad postulada por la Constitución…
El sistema económico que está imponiendo el Gobierno Nacional es, a todas luces, ineficaz…
Dios y la Patria juzgarán y castigarán a quienes cometan cualquier injusticia y quebranten el juramento de actuar bien».
La voz del Episcopado, pues, viene a llenar ese inmenso vacío que ha dejado en la opinión pública nacional la oposición partidista, sentada o no, en la “Mesa de la Unidad Democrática”. Pero más allá de todo el impacto político que tiene la precitada Exhortación Pastoral, está una realidad que debe llamarnos a la reflexión: la Iglesia es la única institución de la sociedad venezolana que, en este momento, tiene muy clara, sin adornos ni diplomacias, la abismal crisis que vivimos. Aunque hay dolientes debo insistir que la MUD ya no representa absolutamente nada, por eso propuse la creación de un Consejo Nacional de la Resistencia que no sólo interprete los sentimientos sociales sino que encauce por el mejor de los caminos lo que todos están pidiendo, la CALLE.
Sobresale de un modo sustancial en la Exhortación Pastoral una frase que debe retumbar en lo más profundo de la conciencia de cada venezolano: Dios y la Patria juzgarán y castigarán a quienes cometan cualquier injusticia y quebranten el juramento de actuar bien.
Hoy queda claro que en Venezuela el Estado desapareció. No están en juego las instituciones democráticas o la democracia como tal, lo que está agonizando es la República. Para salvarla de esa agonía, debemos vencer los demonios que nos siguen empujando al abismo. Ciertamente, no es el diálogo el camino que debemos recorrer. Es doloroso reconocer que ya no hay tiempo. No se puede negociar la crisis, sería traición.
Fracasó el modelo comunista, como dicen nuestros Obispos. La única opción es cambiar de rumbo lo más pronto posible y no dudo que será así. Corresponde a los dirigentes y a los partidos tratar de encauzar lo que parece inminente: el estallido social. Y hacerlo no significa soltar a los venezolanos a la calle para que queden a merced de la muerte sino buscar los mecanismos que drenen esa nociva concentración de sentimientos negativos que siguen cocinándose en cada cola para comprar comida y en cada acto represivo contra la juventud.
IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de ANALÍTICA