La
dictadura del siglo XXI
Fernando
Ochoa Antich.
Nicolás Maduro se quitó la careta. Está
decidido, ante su creciente desprestigio popular, establecer un régimen
policial que comprometa definitivamente nuestras libertades democráticas. Su
repetitivo, y cada vez más fantasioso cuento, sobre un posible intento de golpe
de Estado, no resiste el menor análisis militar y técnico. Los venezolanos
inicialmente pensamos que esas declaraciones eran una nueva bufonada más, pero
lamentablemente no ha sido así. Los últimos acontecimientos indican que se
trata de una artera maniobra del régimen que busca debilitar a la oposición
democrática, ante la cercanía de las
próximas elecciones parlamentarias, neutralizando a su liderazgo
natural. Esa es la razón de la detención
de Antonio Ledezma, de las amenazas a María Corina Machado y la posible inhabilitación
de Julio Borges. Es totalmente inaceptable ver como se violan los derechos
ciudadanos de los presos políticos y de los oficiales detenidos sin dárseles
ninguna posibilidad de defenderse.
Suponer que un golpe militar se va a
desarrollar de la manera que ha sido expuesta
por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello es no conocer nuestra historia.
Imaginarse un ataque a la ciudad de Caracas con un medio aéreo tan elemental como
es un Super Tucano Embraer, tipo EMB-314B1, de muy limitada velocidad y
autonomía de vuelo, supone de antemano el control militar de alguna de las
bases aéreas de la Fuerza Armada Nacional. En caso de ocurrir este hecho, no es
fácil entender que se utilice un medio
de tan limitadas capacidades operativas en lugar de emplear alguno de los otros
sistemas aéreos con que cuenta nuestra aviación militar. Así ocurrió el 1° de
enero de 1958 y el 27 de noviembre de 1992, durante los intentos de golpes de
Estado en contra del régimen inconstitucional de Marcos Pérez Jiménez y del
gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez, al controlarse militarmente la
base Libertador y utilizarse
respectivamente los aviones Camberra y OV-10.
Un aspecto que me ha llamado particularmente
la atención es el inexplicable silencio que han mantenido el general en Jefe
Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa, y el mayor general Eutimio
Criollo Villalobos, comandante de la Aviación Militar ante un hecho de tanta
gravedad. No es posible que la denuncia detallada de lo ocurrido haya sido
realizada por el teniente, en situación de retiro, Diosdado Cabello en su
programa: “Con el mazo dando”, atreviéndose a presentar unas supuestas pruebas que sólo debieron
haber sido utilizadas por el Fiscal Militar correspondiente. La gravedad de
este hecho exigía una rueda de prensa, en la cual debieron de estar presentes
los altos mandos de la Aviación Militar para explicar claramente al país la
actuación de los oficiales detenidos, ya que al acusarlos de que se encontraban vinculados con potencias extranjeras
para bombardear Caracas, se compromete
el honor y la credibilidad de la Fuerza
Armada Nacional.
Estoy convencido, que la realidad de lo
ocurrido con ese grupo de oficiales subalternos no pasó de ser algún imprudente
comentario realizado por uno de esos
oficiales, y respaldado por los otros, ante la delicada situación
nacional. Esa conversación debió de
llegar, a través de los canales de inteligencia, a Nicolás Maduro, quien decidió
aprovecharlas para tomar unas medidas
represivas a fin de atemorizar a los demás miembros de la Fuerza Armada con la
pérdida de su carrera militar y utilizar este hecho para comprometer el
liderazgo opositor Ese camino es absolutamente equivocado, ya que tendrá por
consecuencia un incremento en el descontento militar. En nuestra organización
imperan valores fundamentales como el
compañerismo y el espíritu de cuerpo, los cuales son la esencia de la unidad
interna de la Fuerza Armada. Lo apropiado debió haber sido llamar a ese grupo
de oficiales haciéndole ver lo inconveniente de cualquier comentario de orden
político.
Lamentablemente,
es muy difícil lograr el necesario compromiso institucional en los miembros de
la Fuerza Armada ante la equivocada posición mantenida por el ministro de la
Defensa y los Altos Mandos al presentarse como comprometidos con una
parcialidad política y una ideología determinada. Este hecho trae por
consecuencia la inmediata ruptura de la unidad interna de la Fuerza Armada. La
manera de pensar de sus miembros es, sin lugar a dudas, un reflejo de las ideas
imperantes en nuestra sociedad, las cuales rechazan ampliamente la ideología
política del régimen. Esta realidad sólo es posible superarla manteniendo una
firme posición apegada estrictamente al contenido del artículo 328 de la Constitución
Nacional: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente
profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar
la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio
geográfico... En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio de la
Nación y en ningún caso al de persona o
parcialidad política…
Caracas,
22 de febrero de 2015.
@FOchoaAntich.