Maduro no tiene quien le lea
José
Vicente Carrasquero A.
Los
resultados del 6D tienen una significación que todavía tiene que ser
debidamente evaluada. Por lo pronto significan un vuelco a la forma como el
país se venía conduciendo. Para mi, lo más importante de la victoria de la MUD
es la gran oportunidad que se presenta para re-institucionalizar el país. Que
cada poder ocupe el espacio que le corresponda y que se pueda dar una efectiva
vigilancia y control entre las distintas ramas del poder público.
Quien
no parece haber metabolizado el impacto que le producen las elecciones es
Nicolás Maduro. Su aceptación inicial de los resultados se ha ido diluyendo en
amenazas y vociferaciones diversas que ponen en tela de juicio la posibilidad
de lograr una adecuada convivencia entre los distintos poderes.
Es
evidente que el poder legislativo es el más cercano a la representación de la
población y al balance de preferencias políticas existentes. Se puede decir que
el poder legislativo encarna la responsabilidad para, en nombre del pueblo,
dotar a la nación de las leyes necesarias para conducirnos a la modernidad.
Quizás, la función que más preocupa al chavismo es la del control que la
Asamblea Nacional puede ejercer sobre el resto de las instituciones. Esta tarea
había sido totalmente abandonada y esto producía que no se investigaran los
desmanes que a se realizaron en Venezuela durante los últimos lustros.
Maduro
pierde una oportunidad de oro para mostrar sus muy bien ocultos dotes de
estadista. Es el momento de adelantar una serie de medidas que le permitan
sintonizarse con un pueblo que el 6D manifestó su deseo de que las cosas
cambien. Que de una vez por todas los políticos en el poder se encarguen de
resolver los problemas de los venezolanos.
Maduro
no ha mostrado, desde que llegó a la presidencia, capacidad alguna de entender
los problemas que aquejan al país. No ha podido asimilar que su política de más
y más controles lo que ha hecho es hundir más y más al país en la escasez, la
inflación y la pobreza. Se ha negado sistemáticamente a tomar las medidas
necesarias para impedir que la calidad de vida de los venezolanos se siga
deteriorando.
No
hay a su alrededor nadie lo suficientemente preparado como para asumir el reto de
explicarle a Maduro lo que debe hacer. Su gabinete estaba repleto de mentes
grises y nulidades engreídas que nada tienen que aportar al desarrollo del
país. Destaca la incompetencia de un vicepresidente que piensa que es por la
vía de la fuerza y el miedo que pueden resolver los problemas de la economía.
Es imposible explicarle a alguien ajeno a nuestro acontecer diario cómo es que
este señor ocupa un cargo de tanta importancia con semejante exhibición de
ignorancia a la hora de aplicar políticas cuyos impactos no son debidamente
evaluados.
Maduro
promete enfrentar a la Asamblea Nacional. Es equivalente a reconocer que los
resultados le fueron adversos pero que los mismos no serán tomados en cuenta
para las futuras acciones de gobierno. Siempre hemos dicho que la democracia no
se reduce al mero hecho de realizar elecciones. Estas son un mecanismo de la
democracia. Pero, más importante que las elecciones es el apego a los
principios que las mismas implican, a saber, el respeto de la voluntad de la
mayoría.
Quienes
rodean a Maduro le leen una situación equivocada. Le dicen que pueblo es
quienes votaron por la coalición chavista. El resto, la mayoría no le son
presentados como miembros de ese pueblo que el 6D se manifestó mayoritariamente por un cambio en la conducción de los
problemas que más afectan a los venezolanos.
Sus cercanos le leen un país de leales que estarán con él en el momento
de adelantar medidas que resultarán contrarias al deseo de la mayoría.
En
su entorno solo encuentra quien le recomiende el enfrentamiento con el poder
legislativo. Seguir imponiendo a como dé lugar unas políticas de
empobrecimiento que hunden cada vez más al pueblo en la miseria. Continuar
usando nuestros recursos para seguir favoreciendo a otros países. La vía de la
confrontación como derrotero final de un triste proceso político que algunos
creyeron era una revolución.
Una
adecuada lectura le recomendaría a Maduro liberar inmediatamente a los presos
políticos. Daría una señal de haber entendido el mensaje y sería una muestra de
apertura que nadie podría criticar. Otra buena idea sería convocar a los
líderes más importantes de los partidos que ahora tendrán representación en la
Asamblea Nacional a una reunión con una agenda
clara, para elaborar los planes necesarios para volver a poner el país en
marcha.
Una
lectura adecuado del momento político llama a Maduro a moderar sus alocuciones.
A evitar la descalificación, el engaño y la mentira como recursos del discurso
político. Proponerle al país una ruta para la recuperación de su
institucionalidad. Presentarle al pueblo unas medidas que dinamicen la
economía. Sobre todo, reconocer ante el pueblo que se cometieron errores, que
hubo mucha corrupción, que no se fue duro contra el hampa, que no se invirtió
suficiente en garantizar la sostenibilidad de nuestra industria petrolera y un
largo etcétera de errores que lo trajeron a esta situación.
Durante
la primera quincena de Enero deberá presentar su memoria y cuenta en un
escenario donde su partido será minoría. Es el momento de la inteligencia, del
diálogo constructivo, del reconocimiento y respeto al resto de las fueras
políticas. Es el momento de entrar al siglo XXI.
Ojalá
Maduro encuentre quien le lea.