Un respiro
Por: Gladys Rodríguez
En estos 4 días que me tomé para
descansar y recargarme de lo verdaderamente importante
para mí: los afectos y lo bonito de la vida. Alguien me escribió
molesta, reclamándome el hecho de disfrutar mientras el país se cae a
pedazos. Hasta con ironía por Twitter me puso “te felicito”. Quise
responder, pero alguien se me adelantó, y gentilmente le explicó que la
gente merece un descanso, concluyendo su comentario con esta frase ” no
nos contaminemos”. Esto me dio pie para escribir este artículo y de ser
posible ayudar a esta persona y a quienes como ella, creen que debemos
dejar de vivir por lo que estamos padeciendo. La vida es una, y hay que
buscar la manera de disfrutar de sus pequeñas y grandes cosas, de esos
detalles que nutren el alma.
Es de ahí de donde podemos sacar la fuerza para seguir luchando, para reinventarnos y juntos ayudar a Venezuela a salir del hueco donde la han puesto. En los últimos tres años, perdí la paz caí en tres depresiones, esto ya lo he contado, para algunos no es nuevo, la gente que me conoce sabe que después de esos terribles episodios que alteraron mi normalidad, he procurado buscar las herramientas que me permitan conservar la paz que se traduce en felicidad, bienestar físico y mental.
Tengo 46 años, desde los 29 viviendo esta pesadilla, y como todos he sufrido sus consecuencias, la perturbación mental que ha significado. En la defensa de mis principios y valores, he dejado mis puestos de trabajo en dos oportunidades, mis ingresos han disminuido y padezco la escasez de medicinas y productos esenciales como todos, la inseguridad me amenaza y de aquí un largo etc. que para muchos es común, pero ¿saben qué? Por fortuna entendí, después de sufrir, que no hay un camino para la felicidad, la felicidad es el camino, y no puedo seguir esperando que los problemas se resuelvan para vivir.
El tiempo es hoy con lo que tengo, lo más sagrado que Dios bendito me dio, mi familia, mis amigos y los que seguiré conociendo. Acá estoy escribiendo en una posada maravillosa de nuestra amada Venezuela, acá rodeada del cariño y las sonrisas de quienes como yo lloran al país, pero también entendieron que hay que darse un respiro y que de nada servimos enfermos, sí enfermos de ira, de rabia, de tristeza, de desánimo que al final se puede traducir en enfermedad física.
A cuanta gente valiosa no se ha llevado este proceso, personas que de la noche a la mañana son atacadas por una dolencia. Cada vez más casos en el mundo están llevando a la medicina a concluir que el cuerpo es reflejo de la mente y el alma, si lo segundo se altera lo primero se debilita y en algunos casos sin retorno. Con lo que cada quien tiene, podemos buscar espacios para compartir, para oxigenarnos, para enriquecernos unos con otros, de la verdadera fortuna…el amor, de nada sirve tener grandes riquezas materiales si no tienes con quien disfrutarlas, nada más satisfactorio que tener para dar, para tender una mano y hacer feliz a otros, he ahí, lo que para mí es el verdadero sentido del dinero, yo espero de los demás cariño, respeto, solidaridad, lealtad, comprensión y otros valores que le dan sentido a las relaciones humanas, tenerlo es mi alimento. Estos momentos que he vivido en Choroní no tienen precio, me reafirman mi amor por Venezuela, el amor por la gente noble que la quiere, me despejan la mente, me llenan de entusiasmo y me recargan las baterías para seguir las tareas que Dios me ha puesto o creo yo me ha asignado. Yo no pierdo la esperanza, todo lo contrario, me voy de Choroní convencida de que este país es único, la mayoría de su gente maravillosa, sus tierras prósperas, en definitiva es un PARAÍSO y tiene todo para colocarla en los primeros lugares del mundo, lo que nos falta son buenos gerentes, pero es tan noble, que una vez logrado ese cambio, soy de las que cree que su desarrollo será rápido y contundente.
Durante los tres días, que he estado en este refugio de selva y playa, la música me ha acompañado y casualmente mientras cierro este escrito en la piscina, con mis viejos y nuevos amigos, el tema que suena es el de Marc Anthony “Vivir la vida”, ¿Diosidencias? Quizás… Solo quiero dejarles una frase que a mí me ha funcionado, la pongo en práctica, la pienso, procuro que ante cada situación amenazante y perturbadora se imponga, acá se las dejo, comparto con ustedes mi mantra, solo recuerde que debe ayudarse buscando herramientas que le permitan cristalizarlo de una manera más efectiva. Repita siempre “nada me roba la paz” y recuerde que solo puede perderla si Usted lo permite.
Hasta la próxima semana.
Es de ahí de donde podemos sacar la fuerza para seguir luchando, para reinventarnos y juntos ayudar a Venezuela a salir del hueco donde la han puesto. En los últimos tres años, perdí la paz caí en tres depresiones, esto ya lo he contado, para algunos no es nuevo, la gente que me conoce sabe que después de esos terribles episodios que alteraron mi normalidad, he procurado buscar las herramientas que me permitan conservar la paz que se traduce en felicidad, bienestar físico y mental.
Tengo 46 años, desde los 29 viviendo esta pesadilla, y como todos he sufrido sus consecuencias, la perturbación mental que ha significado. En la defensa de mis principios y valores, he dejado mis puestos de trabajo en dos oportunidades, mis ingresos han disminuido y padezco la escasez de medicinas y productos esenciales como todos, la inseguridad me amenaza y de aquí un largo etc. que para muchos es común, pero ¿saben qué? Por fortuna entendí, después de sufrir, que no hay un camino para la felicidad, la felicidad es el camino, y no puedo seguir esperando que los problemas se resuelvan para vivir.
El tiempo es hoy con lo que tengo, lo más sagrado que Dios bendito me dio, mi familia, mis amigos y los que seguiré conociendo. Acá estoy escribiendo en una posada maravillosa de nuestra amada Venezuela, acá rodeada del cariño y las sonrisas de quienes como yo lloran al país, pero también entendieron que hay que darse un respiro y que de nada servimos enfermos, sí enfermos de ira, de rabia, de tristeza, de desánimo que al final se puede traducir en enfermedad física.
A cuanta gente valiosa no se ha llevado este proceso, personas que de la noche a la mañana son atacadas por una dolencia. Cada vez más casos en el mundo están llevando a la medicina a concluir que el cuerpo es reflejo de la mente y el alma, si lo segundo se altera lo primero se debilita y en algunos casos sin retorno. Con lo que cada quien tiene, podemos buscar espacios para compartir, para oxigenarnos, para enriquecernos unos con otros, de la verdadera fortuna…el amor, de nada sirve tener grandes riquezas materiales si no tienes con quien disfrutarlas, nada más satisfactorio que tener para dar, para tender una mano y hacer feliz a otros, he ahí, lo que para mí es el verdadero sentido del dinero, yo espero de los demás cariño, respeto, solidaridad, lealtad, comprensión y otros valores que le dan sentido a las relaciones humanas, tenerlo es mi alimento. Estos momentos que he vivido en Choroní no tienen precio, me reafirman mi amor por Venezuela, el amor por la gente noble que la quiere, me despejan la mente, me llenan de entusiasmo y me recargan las baterías para seguir las tareas que Dios me ha puesto o creo yo me ha asignado. Yo no pierdo la esperanza, todo lo contrario, me voy de Choroní convencida de que este país es único, la mayoría de su gente maravillosa, sus tierras prósperas, en definitiva es un PARAÍSO y tiene todo para colocarla en los primeros lugares del mundo, lo que nos falta son buenos gerentes, pero es tan noble, que una vez logrado ese cambio, soy de las que cree que su desarrollo será rápido y contundente.
Durante los tres días, que he estado en este refugio de selva y playa, la música me ha acompañado y casualmente mientras cierro este escrito en la piscina, con mis viejos y nuevos amigos, el tema que suena es el de Marc Anthony “Vivir la vida”, ¿Diosidencias? Quizás… Solo quiero dejarles una frase que a mí me ha funcionado, la pongo en práctica, la pienso, procuro que ante cada situación amenazante y perturbadora se imponga, acá se las dejo, comparto con ustedes mi mantra, solo recuerde que debe ayudarse buscando herramientas que le permitan cristalizarlo de una manera más efectiva. Repita siempre “nada me roba la paz” y recuerde que solo puede perderla si Usted lo permite.
Hasta la próxima semana.
FUENTE:
El diván de Gladys Rodíguez en Caraota Digital
NOTA DE REMISIÓN:
Román Gómez escribió: Me permito compartir esto con ustedes... Compartí con ella en la Posada de Choroní... Conversamos mucho... Y ahora leo esto de ella: Un respiro. Por: Gladys Rodríguez.
Tomado del Chat de WhatsApp de la Promoción de Oficiales, Stte. Francisco José Osorio, de 1975 de la Fuerza Aérea Venezolana (FAV).