Antonio Pérez-Criollo
¿Dónde nos equivocamos?
“Hay que renovar los partidos, hay que darle cabida a los
nuevos valores, para que ganen la confianza de la comunidad.” Con esta frase
termina Rafael Caldera su artículo Reflexiones desde Tinajero del 02 de febrero
de 2005. Y esta frase me obliga a recordar tiempos ya idos cuando quien así
recomienda no le dio oportunidad a los hoy ya viejos “nuevos valores” de
aquella época, actitud que llenó de desconcierto a propios y extraños cuando se
cerraron las puertas de la renovación de su partido, al igual de lo que ocurría
en las otras organizaciones políticas que controlaban el quehacer nacional.
Hoy vemos con angustia que la situación, con algunas
excepciones, no ha cambiado. No se vislumbran en el panorama los “nuevos
valores” de hoy. ¿Existen? ¿Están escondidos? O no se les permite abrirse paso. Algunas veces, me he preguntado en soliloquios o en
conversaciones con amigos y en reuniones-foros en presencia de personas de
diferentes orígenes preocupados todos por la situación del país: ¿Dónde estuvo
el error? ¿En dónde nos equivocamos? ¿Por qué hemos llegado a este estado de
cosas?
Chávez y compañía no están donde están por generación espontánea
sino son consecuencia de algo. El mismo Chávez lo dijo hace algún tiempo: “yo
no soy la causa. Yo soy efecto, soy consecuencia...” Y tiene razón. Chávez, a
mi criterio, estará donde está actualmente hasta que democrática y
constitucionalmente le corresponda, hasta que la conciencia colectiva de
nuestro país esté convencida de la necesidad de tomar otros rumbos y se pueda
cambiar, repito, democráticamente, el estado de cosas hoy imperante.
Las preguntas que me hago y he hecho tienen que tener respuestas.
Las repuestas tendrán que ser producto de reflexiones y análisis autocríticos
hechos por quienes en los respectivos ámbitos del quehacer nacional tuvieron, o
mejor, tuvimos que ver con la conducción del país. Civiles y Militares.
Militares y Civiles. Políticos, Empresarios y Obreros. Dueños de Medios y
Periodistas. Colegios Profesionales, Iglesias. Toda la Nación ¿Con qué fin?
Pues para que los “nuevos valores” de hoy reciban información de nuestras
equivocaciones, de nuestros errores, con el fin de que sobre el resultado,
producto de esos análisis, puedan sentar las bases de un nuevo país. De otra
manera, a mi criterio, 2021 o más allá será una realidad para quienes puedan
sobrevivir hasta entonces.
En lo que me atañe y como contribución al análisis
autocrítico propuesto, por haber sido gran parte de mi vida profesional
formador de nuevas generaciones, estoy convencido de que los resultados de lo
que hicimos no han sido satisfactorios. Aquellas prédicas sobre principios y
valores no sentaron raíces. No lo supimos hacer. No logro entender la actitud
de algunos de los dirigentes militares actuales. ¿Dónde están esos principios y
valores? ¿Dónde están los ejemplos vivientes de rectitud y probidad que
tuvieron en sus períodos de formación y desarrollo profesional quienes hoy
dirigen las Fuerzas Armadas? ¿Cómo pueden explicar ciertas actitudes de
sumisión y aceptación que demuestran ante los asombrados ojos de sus
compañeros, subalternos y de la sociedad civil? ¿Cómo se pueden demostrar
ciertos niveles de vida no cónsonos con los ingresos lícitos y escasos en que
se han convertido los sueldos de los militares si se comparan con los de otros,
como por ejemplo los de los Diputados de la AN, los Rectores del CNE, los
Magistrados del TSJ? ¿Será acaso que hay “otros” ingresos y esos son sus
“valores y principios” de hoy? No vengamos ahora con que antes se veían
situaciones parecidas. El fin NO justifica los medios. Esas situaciones las
hubo y no las podemos negar, y seguramente allí encontramos una de las razones
por las que estamos como estamos. Allí con seguridad somos culpables; unos por
acción y otros, la mayoría, por omisión. En algunas ocasiones posiblemente
basados en criterios errados de interpretación de la disciplina militar, nos
comportamos como el avestruz. En otras nos tapamos las narices para no oler la
podredumbre o volteamos la cara para no ver. Aquí es donde creo que hay algunas
de las razones de nuestra equivocación, causa raíz de lo que en este aspecto
estamos viendo.
Nuestra autocrítica no debe limitarse a lo que he expresado. Faltaría por analizar el sistema de selección y admisión de los aspirantes a los Institutos de Formación Militar. Los procesos de Formación Militar, Profesional y Ciudadana. Los métodos de Control y Evaluación. Otros aspectos.
Nuestra autocrítica no debe limitarse a lo que he expresado. Faltaría por analizar el sistema de selección y admisión de los aspirantes a los Institutos de Formación Militar. Los procesos de Formación Militar, Profesional y Ciudadana. Los métodos de Control y Evaluación. Otros aspectos.
Si logramos encontrar respuestas lógicas, sensatas, producto
de una tormenta de ideas, aunque sean duras y descarnadas, quizás podamos
redimir parcialmente nuestras
responsabilidades al dejarle al grueso decente que estoy convencido aún hay dentro del seno de la
Fuerzas Armadas, elementos suficientes para sentar las bases de una Nueva
Institución. Sólo así podremos estar en paz con nuestras conciencias.
Invito a los dirigentes políticos, empresariales, obreros,
dueños de medios de comunicación, periodistas, banqueros, Iglesias, todos de
“ayer”, a dejar de lado sus aspiraciones vitalicias de dirigir a Venezuela y
sus Instituciones, y abrir paso a los “nuevos valores” de hoy para que en un
futuro, ojalá más cercano que lejano, puedan tomar las riendas del país y
dirigirlo por mejores derroteros. Que mañana, cuando sea muy tarde, no tengamos
que decir lo que Rafael Caldera recomienda que se haga en su artículo cuando él
no lo hizo en su oportunidad.
Vicealmirante A. Pérez-Criollo