Enrique Prieto Silva
Lunes, 30 de diciembre de 2019
Luego de celebrar unas navidades con una diversificación
económica inédita e inverosímil, pero esperada, no nos queda otra que suponer
recibir un Nuevo año 2020 con la esperada transición política, que nos permita
salir del marasmo al que nos condujo este monstruo adefesico del siglo XXI; ese que sin pausa ni
descaro nos ha guiado morbosamente durante casi veinte años de manida
revolución, sin que aun hayan podido nuestro políticos opositores entender cuál
es o puede ser el antígeno postulante que nos libere de la crisis política
generada por el malentendido poder del Estado, que no es una novedad para los
entendidos en las luchas por el poder.
Ya lo hemos dicho, debemos reconocer que hemos caído en
una inopia mental que nos atosiga, al extremo de llevarnos por el camino del
desespero y el desencanto. Una situación mordaz que solo podemos desechar o
remover con sano criterio inteligente, si entendemos que luchamos contra el
llamado socialismo; ideología política que a finales del siglo XIX y comienzos del XX, aparecieron como
ideas orientadoras de la Internacional Socialista, cuya doctrina oficial
declaró enemigo al imperialismo capitalista aliado al militarismo y que,
supuestamente aliado al progreso doctrinario como ideología oficial, enseñaba
que el auge de la democracia y más aún del socialismo, llevaba inevitablemente
consigo una evolución hacia el pacifismo.
No
obstante, las tendencias para lograr el objetivo, indicaba lo contrario; los
compromisos del socialismo para lograr su esperanza de revolución y la
eliminación de los Estados capitalistas, que fue la propuesta insuflada en al
chavismo, obligaban a mantener la defensa nacional, es decir solución con
guerra, lo que obviamente conduce a la acción bélica como medio necesario en la
transformación del Estado; es decir, se creó una gran confusión en todo el colectivo
venezolano que creyó en el “socialismo en paz”, que es lo que se persigue en
nuestra lucha política, obviamente contraria a lo que se impulsó con el régimen
revolucionario donde la paz había que encontrarla mediante la guerra.
Es
lo que esperamos para este nuevo año, como año de esperanza y de transición. No
podemos olvidar, que todas las luchas en la historia, se han orientado a
condenar el militarismo, que es para la guerra, en procura de la paz. Los
socialdemócratas alemanes, trataron de conciliar al “patriotismo” con el
“internacionalismo”, quienes consideraban que el fondo del problema consistía,
antes que tomar partido a favor o en contra de las políticas nacionales,
impedir o hacer imposible la guerra.
Toda
nuestra esperanza se centra en que se cumpla, como se ha planteado, el cese de
la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres. Sin dudas
bastante se ha avanzado y hay que reconocerlo; la Venezuela de estas Navidades
y la esperanza que se ha creado, no es fantasía, estamos en transición y en
procura de unas elecciones libres que serán realidad en el próximo año. Nuestro
espíritu sigue siendo incesante en su lucha para clarificar la salida del
túnel.
¡Ojalá
se esclarezca la mente opositora, en ella estamos, y auspiciamos el encuentro
con la verdad; hay que celebrar para disfrutar el gobierno de transición que
tenemos, preparar el nuevo proceso electoral para poder declarar
definitivamente el cese de la usurpación!
¡Feliz
Año de la Transición 2020!