El país de las velas
Enrique Meléndez
Por las redes sociales llega el famoso video de un Chávez que, con toda la informalidad del caso (pantalón blue jeans, franela azul y boina roja) en una tarima de feria de pueblo decía que, si no hubiera llegado la revolución nos estuviéramos alumbrando con velas y cocinando con leña. Por supuesto, Chávez ni siquiera tenía una idea, de lo que significaba para ese momento el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), y la forma como se había extendido a todo el país. Para él había un delirio y era la revolución que, en su caso, se trataba no de esa categoría histórica que, como decía Hegel, el Estado moderno liberal democrático estaba condenado a consumar en detrimento del Estado monárquico o, en nuestro caso, latifundista, y el que comprendieron muy bien nuestros padres libertadores, y para ello se inspiraron en los procesos políticos, que dieron lugar a los Estados Unidos de América, así como a la República Francesa desde la segunda mitad del siglo XVIII, y de lo cual andaba muy lejos nuestro teniente coronel, si tomamos en cuenta que lo que hablaba era puro gamelote o, dicho en lenguaje coloquial, paja; por supuesto, bien entonada y dirigida a unos oídos que tampoco estaban dispuestos a reparar en lo que había sido la edificación de las obras monumentales, que venían construyendo los gobiernos de la República civil; a la chita callando; cuando más bien tenían la mirada puesta, en lo que había sido el gran legado de Marcos Pérez Jiménez que, como lo han venido advirtiendo algunos, tampoco eran propiamente suyos; puesto que se trataba de proyectos de desarrollo que habían sido diseñados durante el llamado Trienio Adeco (1945-1948), y que éste, en efecto, había continuado.
Recuerdo incluso que cuando se comenzó la construcción de la represa de El Guri, en pleno gobierno de Raúl Leoni, por la televisión se inició una campaña, mediante la cual se le solicitaba a la ciudadanía que enviara los desechos de las medias de nylon, que entonces usaban las mujeres, cuando todavía el pantalón femenino no era una prenda de vestir común, y lo que predominaba era la falda, por razones de estética, y entonces en la campaña se observaba la escena de un pequeño mamífero que era capturado por unos ambientalistas en la zona del Caroní, al que le amarraban las patas con dichas medias, a los fines de trasladarlo a otras zonas, muy lejos de allí, puesto que la presa iba a anegar de agua todo ese espacio, corriendo el peligro de ser ahogado; a objeto de salvar el mayor número de especies, en ese sentido, cuyo hábitat era dicha zona; que hasta en eso tuvieron cuidado los ingenieros constructores de nuestro SEN: en el daño ecológico que eso iba a causar.
Hasta entonces sí nos alumbrábamos con velas y cocinábamos con leña; cuando no, con estufas de kerosene, que humeaban todas las salas de cocina; aun cuando las demandas de electricidad no eran mayores; pues los aparatos eléctricos en una casa no pasaban de un radio y de unos bombillos, ya que neveras no proliferaban, salvo en las casas de los ricos y aires acondicionados sólo se utilizaban en las oficinas privadas; mientras que el alumbrado público se llevaba a cabo de seis de la tarde a seis de la mañana; de modo que cuando se instaló la primera planta eléctrica en el pueblo de Carora, a finales de la década de 1940 mi abuelo paterno perdió uno de sus ingresos; como era el de farolero; puesto que hasta entonces la municipalidad le pagaba, para que encendiera y apagara por las tardes los faroles de las calles. Pero en un pueblito como Sabaneta de Barinas, el servicio de electricidad era más precario aún, que el de Carora, y no es sino gracias a la extensión del SEN a nivel de todo el país, que hasta allí llegara este servicio en plena adolescencia de Chávez, y se prendió el televisor.
El hecho es que Chávez no cayó en cuenta, de lo que había sido la ingeniería en todos los sentidos, para llegar allí, puesta en función de su levantamiento. Ese cableado que uno ve por todas partes, y todo eso hecho por mano venezolana, salida de nuestras universidades; donde se enseñaba esa ingeniería edificante, y que se demostró, por supuesto en todas latitudes, y por eso medio hicimos un país; condenado al éxito, y de modo que Chávez en su conciencia, de que hasta ahora no ha habido una República, sino una aérea, como diría el Libertador, ha sido investido por el propio Bolívar, para crear su República; lo que significa que todo lo que hasta entonces venía instalando esa tecnocracia, la llamo yo, a nivel de toda la infraestructura urbanística; además de la profesionalización de su sociedad, se convierte en una fantasía (de allí la aparición de la palabrita revolución), y entonces dice que "si no hubiera llegado fulana, nos estuviéramos alumbrando con velas y cocinando con leña".
Porque esa clase militar, que se formaba en nuestras academias, no pasó por el aro de esa mentalidad tecnocrática. Pues el uniforme viene a ser un espejo de sí mismo: Narciso frente a la fuente; además de que allí se fomentaba el culto a Bolívar por todas partes. ¿Quién se atrevía en ese medio a recomendar la lectura de la famosa biografía de Salvador de Madariaga que escribe sobre el Libertador? Una de las grandes deficiencias de Chávez, es que no pasó por el Congreso; donde hubiera aprendido la magnitud de las obras, que venía construyendo la democracia; se hubiera dado cuenta de la tarea de gobernar, y que era lo que venían haciendo adecos y copeyanos, y en sus delirios, se repite, de inventar una nueva República, cree que todo eso es obra de la nada, y dice que si no fuera por él, estuviéramos en la Venezuela de la década de 1940, y en eso evoca el mito de Platón, de que el hombre ve el mundo desde una cueva, de espaldas a la entrada, mientras éste se proyecta sobre su fondo; cuando la verdad es que hay comunidades de varias zonas del país, que sufren penurias con un cortes de electricidad de 36 horas seguidas, y si no más; de modo que el destino nos alcanzó. Era a eso, a lo que nos conducía este señor.