La Venezuela de la diáspora.
Enrique Meléndez
El hecho de Nicolás Maduro de ofrecerle a EEUU traer toda la inmigración venezolana, que vive hoy en ese país, a cambio de que le levanten las sanciones, es la admisión de un fracaso como gobernante. Como diría Maquiavelo: ¿qué pensar de aquel mandatario, de cuyo país huyen sus habitantes? Ahora, ellos se contradicen, con respecto a este tema; todo depende de las circunstancias; pues, de pronto, niegan que haya tal migración de compatriotas en el extranjero; que, como hace ver Diosdado Cabello, lo de la selva del Darién no es más que la filmación de una película; como, ahora, que admiten que el venezolano es una plaga en el extranjero; que nos la están deportando por lotes, una especie de detritus humano, de acuerdo a unos vuelos expresos, que se vienen haciendo, sobre todo, de EEUU, y que Delcy Eloina amenaza con suspender, caso de que reactiven las sanciones.
Porque hay un compatriota, que ha tenido que emigrar por la educación de sus hijos, por ejemplo, tomando en cuenta el colapso, en que se encuentra nuestra educación; además, de la precaria situación económica y de los servicios públicos, que presenta el país, y compatriota que se dedica a su trabajo, desde los profesionales universitarios, empresarios, técnicos, hasta el vendedor ambulante; pero hay otro migrante que ha tenido por oficio la delincuencia, y se ha plegado a una banda de malhechores, como la del Tren de Aragua; que ha entrado en forma ilegal, de modo que anda indocumentado; establecido en alguna parte, y que comienza a vivir a base de atracos menores. En ese sentido, ha desarrollado toda una estrategia, que ya ha aprendido en Venezuela; con eso, seguramente, paga el hospedaje, donde vive y lo que come; cuando no, se ayuda también con el comercio ambulante e, incluso, hay aquel venezolano, que se cuelga un cartel, donde dice: “Soy venezolano, ayúdame con algo”.
No hay que pasar por alto, que ya van 8 millones de compatriotas, que han cruzado las fronteras y que, en efecto, en muchos países ya pesa la presencia suya, que se hace singular por nuestro modo de ser a lo caribeño: confianzudo, bulloso, fanfarrón; lo que ha dado lugar incluso a una cierta xenofobia, y que es por donde comienza el problema; pero al que se le agrega el del Tren de Aragua; primero, que se ha convertido en una transnacional del crimen; segundo, porque ya se trata de crimen organizado, y que va estableciendo conexiones con otras bandas de los países vecinos; alcanzando su radio de acción ya los EEUU, como se viene reportando, al igual que el hecho de estar presente en los motines, que se desataron hace unos años en Chile, Colombia y Ecuador. Incluso, en Ecuador se detectó que uno de los integrantes de los vándalos, que asaltaron hace poco una planta televisora, a propósito de una acción, que llevaron a cabo, y donde paralizaron a todo el personal, para leer un documento, donde emplazaban a las autoridades policiales, a que detuvieran un operativo implementado por éstas, a raíz de la fuga de una de las cárceles de un pran de ese país, y de allí el que se diga que los allanamientos, que se hicieron, recientemente, a las diversas cárceles venezolanas, en función de depuración de las mismas, no perseguía sino poner en libertad a los pranes más emblemáticos, para regarlos por el continente; como medida de presión, para luchar contra las sanciones. Algo que hizo recordar el famoso episodio del Marielito, que llevó a cabo Fidel Castro, y que en una apertura de fronteras, que propició para dejar salir a todo el que quisiera marcharse a los EEUU, aprovechó para enviarles también la delincuencia, que pagaba pena en las cárceles de Cuba.
De hecho, cuando Maduro se afinca (templado el mentón y tongoneándose a lo malandrín), y dice que él en un año limpia de venezolanos las ciudades de Europa y de toda la América, si le levantan las sanciones; es decir, en lenguaje subliminal lo que está diciendo es que “si me levantan las sanciones, me traigo a mis malandros para acá”. Porque resulta imposible que en un año, como él dice, lo que comenzó hace 25 años, momentos en los que muchos hicieron maletas y se fueron, en especial, a raíz de la realización en 1999 de una Constituyente, que no tenía ninguna razón de ser, salvo para elaborar una Constitución a la medida de Hugo Chávez; -hace 25 años, repito, en un año no lo puede revertir, por más que vengan las mil y una inversiones, que permitan el florecimiento en forma milagrosa de nuestra economía, y que sería la esperanza de Maduro. Un chantaje, y que responde a los lineamientos del Foro de Sao Paulo, y de allí la presencia de esta banda en los disturbios, que se registraron en los países antes mencionados.
Aquí habría que señalar, que hay una migración, en especial, que está conformada por ex diputados, dirigentes políticos y sindicales, que salieron del país por los caminos verdes; muchos de ellos sin pasaporte; que han tenido que declararse como perseguidos políticos, en los países a los que han llegado, ante la autoridad competente; de modo que se mueven en condición de indocumentados, a la espera de que se les reconozca el respectivo exilio político. He allí los migrantes, que se han puesto en estado de alerta ante una situación, que se comienza a vivir, asimismo, con el flagelo del Tren de Aragua, y es que sus integrantes, según denuncia que se viene manejando desde hace un cierto tiempo, se dedican a perseguir y secuestrar a algunos de esos migrantes especiales, para vendérselos al régimen. De hecho, cuando ganó Gustavo Petro la presidencia, algunos de ellos que estaban residenciados en Colombia, tuvieron de inmediato que moverse para otros países; lo que a mí me pareció extraño en un principio; no obstante, lo que acaba de ocurrir con el teniente Ronald Ojeda Moreno en Chile, nos acaba de demostrar que esa precaución no estaba de más.
(X) @emelendezo