Hugo ¿no te da pena?
Lo que faltaba, chamo, te han dicho jevita, insulto que al menos en nuestras tierras es insulto grave para un hombre de pelo en pecho. Muy mal hecho por parte del colombiano, usarnos a las mujeres para decirte lo que tenía que haberte dicho con todas sus letras ¡COBARDE! ¡ERES UN COBARDE!
Pana ¡que raya! Encima el cachaco te lo dice delante de todo el mundo y tú, como pa' darle la razón ¡arrugas! Ahora tú dices que no oíste, como dando a entender que si lo hubieses oído te hubieras desayunado al cachaco, pero a la par expresas que “él quería te agredir, físicamente”, es decir “el es maluco, me quería pegar”, con lo que quedas aún peor, yo que tú no aclaro, porque oscureces.
Y es que no importa lo que digas porque el asunto es que tienes tu historia, una historia que algunos no podemos, ni queremos, olvidar.
El 4 de febrero de 1992, a las 0:15 horas, tenías una cantidad de hombres bajo tu mando, y los enviaste a enfrentar a los que tú considerabas el enemigo, no voy a entrar en detalles de si tenías o no razón, pero lo cierto es que los mandaste a meter el pecho, mientras tú, con la cagantina por dentro, te escondías en un museo de gruesas paredes, porque tenías miedo, mandaste a otros a morir por ti, porque tú no eres lo suficientemente hombre para dar la cara por TUS hombres. Mientras tus compañeros se portaron como hombres, al margen de tener o no la razón, dieron la cara, tú, te escondías ¡COBARDE!
En un túnel, entre gallos y media noche, vendiste a tus camaradas, para salvar tu rabo, pediste todo tipo de garantías para ti, usando a tus compañeros como escudo de protección, porque eres un ¡COBARDE!
Luego vino el acto más miserable de tu vida, algo que los Venezolanos conocemos con La Tragedia de Vargas. Las lluvias eran constantes, ya los entendidos alertaban del peligro, lo sensato, lo correcto, era alertar a la población, facilitar una evacuación, pero tú, miserable, diste la orden de callar, de ocultar la gravedad del asunto, porque tú querías tu constitución, no querías ni siquiera retrasarla, la querías y la querías en ese momento.
Sabes, yo conocía a una mujer, una que tú conocías también, se llamaba Haydee, ella era la productora de tu programa “Aló, presidente”, en aquellos tiempos en que solo salía por radio. Ella... ella confiaba en ti, chico, ella decía “no, el es un tipo muy bueno, lo que pasa es que tiene un mal entorno”. Y así... bueno, iba a decir que se murió, pero el asunto es que no sabemos, simplemente desapareció. La familia pasó mucho tiempo buscando, nunca supieron de ella.
En fin, pasó aquello ¿cuantos murieron? Nunca se supo a ciencia cierta, miles, decenas de miles, no sé. Sí recuerdo que tú tardaste tres días en dar la cara, en aparecer ante el país, a explicar, a decir, lo que fuera ¡tres días! Tres días escondiéndote como el miserable que eres para no mostrar tu cobardía. Dijiste que no habías podido ir allí porque no había forma de pasar por la lluvia... todo el equipo militar del país disponible para ti, y no fuiste, es decir, que si Venezuela entra en una guerra y llueve, suspendemos la batalla como si fuera un juego de pelota: “por lluvia”. La verdad es que no fuiste por lo que todos sabemos, ¡ERES UN COBARDE!
Luego llegó aquel abril de 2002, la calle estaba desbordada, y tú, miserable, mandaste a encadenar las televisoras para tratar de ocultar que en las calles de Caracas caía la gente como moscas. Te sacaron y fuiste a dar a una isla, luego regresaste, con un Cristo en la mano, pidiendo perdón, reconociendo que había actuado mal, pero jurando que te ibas a portar como un corderito, como siempre, mintiendo, engañando, porque ¡ERES UN COBARDE!
Luego fuiste a una cumbre en Chile, como siempre, con tus aires de matón de barrio, acusando a todo el mundo de estar en tu contra sin razón, porque tú eres un angelito y es que “la maestra te tiene tirria”. Entonces hiciste perder la paciencia al Rey de España, y delante de todo el mundo te mandó a cerrar el hocico. Y tú... tú aguantaste calladito el insulto, luego inventaste que era que no lo oíste, lo oyó todo el mundo, pero tú que lo tenías a pocos metros ¡no lo oíste! Claro que lo oíste, y te callaste, y soportaste la humillación por una sencilla razón ¡ERES UN COBARDE!
Ahora llega el colombiano, y te dice que “seas varón”, como se ve que no te conoce, ¿como vas a ser varón? Mejor te hubiera pedido un viaje ida y vuelta a la luna, mucho más fácil de lograr a pedirte que te comportes como lo que no eres.
Porque lo cierto, Hugo, es que eres un miserable, un cúmulo de bajezas humanas, eres miserable, eres vil, eres rastrero, eres mentiroso, eres manipulador, eres maquiavélico, y por sobre todas las cosas, ERES UN COBARDE.
Eres patético, sales en las televisoras del mundo con una risita nerviosa, porque sabes que has quedado desnudo ante el mundo, el poder que usaste para abusar, para humillar, para matar, se te escurre entre los dedos, tus bravuconadas se revelan hoy como lo que son, las pantallas de un matón de barrio que no tiene nada en las bolas, los hondureños te mandaron a comerte un cerro, y solo te quedó la palabra hueca de lo que ibas a hacer, y que no pudiste hacer, se te jodió la franquicia. Los que te apoyan, por chulos, saben hoy que si las cosas se les pone dura, de ti no pueden recibir nada, porque eres un cobarde, un arrastrado que solo sabe insultar y amenazar, pero que a la hora de las chiquitas, frente a la dignidad y la valentía, lo único que sabes hacer es salir corriendo. ¡PORQUE ERES UN COBARDE!
Yo, por mi parte, no te voy a pedir que seas varón, porque no me gusta pedir imposibles.
Ernetinas Mogollones