Virginia Contreras *
Washington, D.C.
April 3, 2015
Preocupante Incertidumbre
Si hubiera que definir el futuro de Venezuela, nos atreveríamos a calificarlo como “de una preocupante certidumbre.” Preocupante, porque nada bueno se avisora, y certidumbre porque tarde o temprano las masas populares, esas mismas a las que el oficialismo utiliza, y la oposición desprecia, ignorándolas, se hará sentir, y no necesariamente con votos.
En estos casi 15 años desde que Hugo Chávez empezó con su revolución bolivariana, si bien han sido muchas las iniciativas opositoras para neutralizar el avance del gobierno, las mismas, en vez de corresponder a estrategias provenientes de un mesurado plan, han lucido como acciones desesperadas, sin un objetivo claro, y que por lo mismo no han contado con el apoyo fundamental de la mayoría de la población.
Ante la salida del presidente Chávez del poder (2001), como consecuencia de una marcha nacional que terminó con hechos de violencia en el Palacio de Miraflores, los propios organizadores de la salida del presidente, debido a la ausencia de un plan que facilitara la transición, lo restituyeron en el poder. Frente al paro petrolero (2002-2003), si bien colocó al gobierno bolivariano en una situación dramática, no hubo un después que demostrara que dichas acciones (consideradas por algunos como suicidas) conllevaría a la salida del presidente de la República. Cuando se produjo el referendo (2004) que permitiría revocar el mandato al entonces presidente Chávez, no se contempló la necesidad de la corroboración de dicho proceso, y el mandatario no solo ganó holgadamente, sino que fue relegitimado frente al mundo. Durante las elecciones parlamentarias de 2005, los partidos opositores se negaron a participar, no bien los vicios del proceso por ellos denunciados habían sido corregidos por intermediación de la OEA, perdiendo la oportunidad, o de reinvindicar su no participación en esas elecciones, o de tener representación en la Asamblea Nacional, si hubiesen participado.
Ante las conocidas “Guarimbas” (manifestaciones públicas en sectores opositores del país) realizadas en los años 2007 y 2014, las mismas, en vez de legitimar el derecho a disentir, conllevaron a hechos de violencia con muertos, heridos y destrucción de la propiedad privada, dejando en entredicho la acción opositora. Si a esto le unimos las politicas manifiestamente contradictorias por parte de este sector, como la denuncia de fraude por falta de transparencia de los procesos electorales, o la absoluta dependencia del Consejo Nacional Electoral al gobierno nacional, cuando esa misma oposición llama a votar masivamente, e invita al organismo electoral a que organice sus elecciones primarias, o la solicitud de apoyo internacional mientras paralelamente esa misma oposición le reclama a los líderes mundiales para que se mantengan al margen, deja mucho que desear frente a quienes, si bien desean un cambio, no quieren equivocarse.
La Oposición No Entiende
El caso es que, indistintamente de lo reprochable de la conducta gubernamental, el tiempo ha demostrado que sin un objetivo concreto por parte de la oposición, no es posible establecer una estrategia coherente que permita un cambio de gobierno, y es que para proceder en consecuencia se hace necesario algo más que oponerse a políticas, que mal que bien son apoyadas por un número nada despreciable de venezolanos, y que proviene de un proceso electoral, que hasta que no se demuestre lo contrario, le otorga el sello de legítimo.
Si hay algo que la oposición venezolana no quiere terminar de entender, es que la Venezuela de hoy, aún con la terrible situación que el país padece, ya no es la Venezuela del pasado, ni volverá. Hugo Chávez, equivocado o no, logró penetrar en el espíritu de los menos pudientes, y más desprotegidos (que en Venezuela son más de la mitad de los habitantes), haciéndoles ver que había llegado el momento de exigir las reinvindicaciones que la democracia les había negado toda su vida. De allí, que insistir en seguir presentándole a estos venezolanos opciones similares al pasado, así vengan ahora disimuladas con nuevos partidos políticos, o nuevas caras, sin tomar en cuenta sus pareceres, como si los liderazgos pudieran imponerse desde afuera, es condenar a todos a la continuación de acciones fallidas. Estas acciones no sólo no cambiarán la situación, sino que, en el mejor de los casos, le facilitará más bien a candidatos emergentes, dentro del propio oficialismo, la presentación de un proyecto, que junto con los recursos del actual gobierno, y su poder político, pueda convencer a esos venezolanos a los que la oposición no ha logrado. Pero, la realidad nos ha demostrado, (basta con recordar el “Caracazo”, 1989), que un pueblo con hambre, que se considera burlado por los dirigentes políticos –del lado que sea- tarde o temprano reaccionará con la rabia propia del que ve morir a un hijo por falta de atención médica, o simplemente por falta de comida, y es allí en donde la desconfianza en los que pretendían ser sus líderes, se hará sentir.
Los Próximos Meses: Distracciones y Poco Cambio
No se vislumbra un cambio diferente en el panorama venezolano. En menos de una semana se celebrará la Cumbre de las Américas en Panamá, reunión hemisférica a la cual el presidente Maduro pretende llevar “10 millones de firmas,” las cuales han sido recogidas haciendo uso de todo tipo de ardides a los ciudadanos, en reclamo por la medida ejecutiva dictada por el presidente Obama en contra de ciertos funcionarios venezolanos. Es obvio que la vedette de dicho evento no será sino el gobierno cubano, en plenas negociaciones con el gobierno norteamericano para reanudar sus relaciones. A pesar de la mención que pueda hacer Cuba en dicho Foro sobre Venezuela, y de la propaganda que el propio mandatario venezolano quiera hacer sobre las mismas, Maduro sabe perfectamente bien que, por mucho que ambos gobiernos pretendan ocultarlo, después de haberse enterado del trato a sus espaldas, entre la dictadura cubana y el gobierno americano, ni ya Cuba será igual para Venezuela, ni Venezuela significa lo mismo para Cuba.
Otro de los eventos en el cual la comunidad internacional ha dirigido la mirada sobre Venezuela es el ofrecimiento de parte de algunos ex gobernantes hispanoamericanos, de ejercer la defensa de dos conocidos opositores al régimen venezolano, hoy en día detenidos en su país, y de lo cual no existe posibilidad alguna de que dicha representación pueda servir para recobrar la libertad de los imputados. Por ahora las circunstancias parecen distraer la atención de los venezolanos, entre denuncias del gobierno sobre complots para defenestrarlo, y unas elecciones parlamentarias, que lo obligarán a todo tipo de campañas proselitistas, así como a prodigar, como ha sido costumbre, prebendas económicas, y hasta amenazas para lograr el voto favorable del pueblo. Ya el organismo rector electoral se encargará nuevamente de modificar las circunscripciones electorales en las zonas en las que considere beneficiosas para su gobierno. Oficialismo y oposición nuevamente ganarán sus curules en el organismo legislativo, y con ésto la revolución bolivariana hará ver ante el mundo la exitosa democracia de un país que se hunde entre la inflación, el desabastecimiento, la violación de los derechos humanos, y la altísima criminalidad. Habría que ser bien ingenuo para creer, que dependiendo la revolución bolivariana de la Asamblea Nacional para ejecutar todas sus reformas, vaya a cambiar sus artimañas electorales que tanta utilidad les han resultado en el pasado. No será hoy, ni mañana, porque todavía el gobierno bolivariano tiene mucha capacidad de maniobra sobre un pueblo que por ahora se conforma con poco, en tanto que la oposición se distrae con sus pugnas internas y su ausencia de la realidad, pero el tiempo llegará en que ambos grupos despierten de un sueño, que ojalá no se convierta en pesadilla.
*Ex Embajadora de Venezuela ante la Organización de los Estados Americanos.
REMISIÓN. Virginia Contreras.