Por: César Guillén Citterio
LAS FANB Y SU
RETO HISTÓRICO.
La Fuerza
Armada constituyen una institución esencialmente profesional, sin militancia
política, organizada para garantizar la independencia, soberanía de la Nación y
la integridad del espacio geográfico mediante
la defensa militar. Cooperar en lo interno y en el desarrollo. Está al servicio
exclusivo de la Nación y no al de
persona o parcialidad política alguna. Artículo 328, de la CRBV.
La historia bélica, que hasta hoy ha tenido preferencia en la historia, es donde se ha educado el respeto hacia los hombres de uniforme. También nos valemos del libertador-Militar, para cubrir con los resplandores de su gloria lo opaco y decadente de nuestra realidad cívica. Lo delicado de lo que acontece en Venezuela con esta legendaria institución democrática, no es lo forjado por los años.
Presenciamos una aberración política del modo socialista en el manejo de la fuerza armada, en que el partido se confunde con el estado por su disciplina paramilitar. Tratar de comparar refriegas guerrilleras con los históricos hechos de armas de nuestro ejército, no es sino una dantesca y dañina distorsión.
Bolívar, Sucre, Mao, Fidel y el Che Guevara, son personajes unidos a martillazos en la mente que solo la alucinación delirante del fanático y del pobre de espíritu, permite.
En el comunismo las fuerzas armadas con sentido de patria y nación, son sustituidas por milicianos que reverencian a un caudillo y un ideal político. Por eso manipulan la historia, lo social y las razas. Se observa un comportamiento en los oficiales y la tropa, arbitrario y resentido. Algunos lamentablemente han degenerado en guardaespaldas del vicio criminal y agentes de gobiernos extranjeros.
Oficiales sin méritos ni batallas, que lo único que muestran es haber permitido el asesinato de 47 jóvenes venezolanos, mientras los PRANES y el Narcotráfico toman el poder de las armas y proliferan las redes del comercio ilegal especulativo por ciudadanos extranjeros, que saben premiar con harina pan y ventiladores tan nobles servicios de protección y custodia.
Los Milicianos en las dictaduras socialistas son el mecanismo de control social y de sobrevivencia en el poder, acentuando la burocracia, la corrupción y la arbitrariedad, mientras más desfallece la economía. Hay antecedentes en la historia sobre situaciones similares, Entre 1910 y 1912 las prebendas al estatus militar gomecista es de tal magnitud, que va produciendo en su seno el levantamiento del 1913.
Todo aparato militar creado por una autocracia alberga en su seno la semilla de la conspiración.Evitar por todos los medios posibles la destrucción de la Fuerza Armada Nacional, enfrentando a quien pretendan convertirla en una Milicia Pretoriana al servicio de una ideología, es un deber histórico.
Se debe a todo trance rescatar la Misión de la Fuerza Armada que no es otra que proporcionar Seguridad y Defensa al Pueblo Venezolano honrado y trabajador. Si precipitar un desenlace que puede evitarse es un crimen, no prepararse para lo que sea inevitable es también otro crimen.
Debemos ver ya la situación, sino con la cólera del proscrito, al menos con la esperanza del vengador. Hay venezolanos dentro de las fuerzas armadas, tanto como en la vida civil que tienen una clara concepción del sentido histórico del deber y del ser moral, en la tragedia terminal que vivimos.
La historia bélica, que hasta hoy ha tenido preferencia en la historia, es donde se ha educado el respeto hacia los hombres de uniforme. También nos valemos del libertador-Militar, para cubrir con los resplandores de su gloria lo opaco y decadente de nuestra realidad cívica. Lo delicado de lo que acontece en Venezuela con esta legendaria institución democrática, no es lo forjado por los años.
Presenciamos una aberración política del modo socialista en el manejo de la fuerza armada, en que el partido se confunde con el estado por su disciplina paramilitar. Tratar de comparar refriegas guerrilleras con los históricos hechos de armas de nuestro ejército, no es sino una dantesca y dañina distorsión.
Bolívar, Sucre, Mao, Fidel y el Che Guevara, son personajes unidos a martillazos en la mente que solo la alucinación delirante del fanático y del pobre de espíritu, permite.
En el comunismo las fuerzas armadas con sentido de patria y nación, son sustituidas por milicianos que reverencian a un caudillo y un ideal político. Por eso manipulan la historia, lo social y las razas. Se observa un comportamiento en los oficiales y la tropa, arbitrario y resentido. Algunos lamentablemente han degenerado en guardaespaldas del vicio criminal y agentes de gobiernos extranjeros.
Oficiales sin méritos ni batallas, que lo único que muestran es haber permitido el asesinato de 47 jóvenes venezolanos, mientras los PRANES y el Narcotráfico toman el poder de las armas y proliferan las redes del comercio ilegal especulativo por ciudadanos extranjeros, que saben premiar con harina pan y ventiladores tan nobles servicios de protección y custodia.
Los Milicianos en las dictaduras socialistas son el mecanismo de control social y de sobrevivencia en el poder, acentuando la burocracia, la corrupción y la arbitrariedad, mientras más desfallece la economía. Hay antecedentes en la historia sobre situaciones similares, Entre 1910 y 1912 las prebendas al estatus militar gomecista es de tal magnitud, que va produciendo en su seno el levantamiento del 1913.
Todo aparato militar creado por una autocracia alberga en su seno la semilla de la conspiración.Evitar por todos los medios posibles la destrucción de la Fuerza Armada Nacional, enfrentando a quien pretendan convertirla en una Milicia Pretoriana al servicio de una ideología, es un deber histórico.
Se debe a todo trance rescatar la Misión de la Fuerza Armada que no es otra que proporcionar Seguridad y Defensa al Pueblo Venezolano honrado y trabajador. Si precipitar un desenlace que puede evitarse es un crimen, no prepararse para lo que sea inevitable es también otro crimen.
Debemos ver ya la situación, sino con la cólera del proscrito, al menos con la esperanza del vengador. Hay venezolanos dentro de las fuerzas armadas, tanto como en la vida civil que tienen una clara concepción del sentido histórico del deber y del ser moral, en la tragedia terminal que vivimos.