A mis
compañeros de armas
Fernando
Ochoa Antich.
Una vez más, Nicolás Maduro y el Alto Mando Militar han contribuido a poner en
tela de juicio la credibilidad de los venezolanos en la Institución Armada. Los
recientes ejercicios militares, “Independencia
II 2016″, han generado en la opinión pública toda clase de comentarios
negativos y hasta de burla por la manera como fueron ordenados y posteriormente ejecutados, demostrando,
además, falta de seriedad y sobre todo de credibilidad en las motivaciones que,
según Nicolás Maduro, estaban destinadas a la comprobación del apresto
operacional para enfrentar una supuesta amenaza internacional o una ruptura del
orden interna por acciones de la oposición política, sin haber presentado una
sola evidencia aceptable de la existencia de alguna de esas amenazas. Lo que sí
han percibido los venezolanos, es que se trató de un intento de amedrentamiento
en contra de las libertades ciudadanas ante la valiente presión popular que han
empezado a ejercer amplios sectores de la vida nacional, para contrarrestar las
maniobras que realiza el régimen a objeto de impedir la celebración del Referendo
Revocatorio durante este año. Tengo la convicción de que ustedes conocen esta
realidad.
Dichos ejercicios, según parece, se realizaron en siete estados de la zona
norte costera y se orientaron a la posible defensa de un hipotético desembarco
de tropas enemigas y ataques a instalaciones eléctricas. El ministerio de la
Defensa informó de la movilización de 520.000 combatientes entre efectivos
militares y milicias supuestamente entrenadas. Este número equivale a dos
veces las tropas que intervinieron en el desembarco de Normandía en 1944 para invadir Europa y acabar con el Tercer
Reich. Si esto fue así, causa sorpresa su desconocimiento por la mayoría de los venezolanos y la muy escasa
reseña en los medios de comunicación que ha debido causar una movilización de
personal y equipos de esa magnitud. De igual manera, no se tuvo conocimiento de
operaciones logísticas de la envergadura necesaria para apoyar una movilización
de esa magnitud. Tampoco se sabe de ejercicios previos realizados por unidades
de menor nivel, para luego integrarlas en la ejecución de la maniobra “Independencia
II 2016”. Estos hechos nos conducen a concluir que lo que realmente se pretendió
fue causar una presión sicológica
para tratar de inhibir la protesta ante la amenaza de una brutal
represión armada.
El general Vladimir Padrino López expresó en unas
declaraciones que “el pueblo también
está participando en lo que hemos llamado los órganos de dirección de nuestra
defensa integral”. Esta afirmación, aunada
a otra del Tcnel. Reyes Reyes, connotado
dirigente del PSUV, sobre una supuesta convocatoria de unos 80.000 miembros
de las Unidades de Batalla Hugo Chávez y personal civil de los CLAPS y de
las Comunas, todas estructuras politizadas por el chavismo, para formar parte
de la Milicia Bolivariana causa una
gran preocupación. También ocurre con la utilización del término
“contrarrevolución”, utilizado por algunos jefes militares participantes en el
ejercicio, que nos permite concluir, una vez más, que la realización del
ejercicio estaba destinada a utilizar a la Fuerza Armada como brazo político
armado del régimen, para disuadir a la oposición política por considerarla una
amenaza a la estabilidad del gobierno de Nicolás Maduro. En tal sentido,
convendría recordarle al ministro de la Defensa y a los miembros del Alto Mando
Militar, el contenido del artículo 328 constitucional que afirma: “la Fuerza
Armada Nacional está exclusivamente al servicio de la Nación y en ningún caso
al de persona o parcialidad política”. Siempre se ha pretendido justificar
estos hechos en el deber que tienen todos los ciudadanos de contribuir a la
defensa nacional. Eso es verdad, pero la Constitución Nacional establece
taxativamente que cada uno lo hará en el área de su especialidad u oficio y no
como integrante de una de esas organizaciones armadas de carácter político
partidista.
Esa simbiosis de grupos civiles disfrazados de
militares dentro de la Organización Castrense debe terminar. De lo contrario,
su presencia pone en serio riesgo la unidad interna de la Institución Militar,
empeora su ya maltrecha credibilidad y la descalifica como un factor
catalizador negativo ante un proceso de violencia generalizada. Por ello,
también debe finalizar la falsa prédica de que la Fuerza Armada es chavista,
revolucionaria y socialista, más aún, cuando existe un creciente descontento en
la mayoría de los cuadros militares por la difícil situación económica que los
agobia. Reflexionar sobre estos delicados asuntos es una obligación patriótica.
Estoy plenamente seguro que de esa reflexión surgirán recomendaciones que
permitirán encontrarle alternativas políticas a la crisis nacional. Una de esas
soluciones podría ser el Referendo
Revocatorio. Ustedes conocen la verdad de lo que ocurre en Venezuela: el
malestar y la desesperación de nuestro pueblo en las largas colas que deben
hacer para conseguir los productos de primera necesidad o cualquier medicina es
más que evidente. En vez de apoyar una posición absolutamente inconveniente
para la estabilidad del país contribuyan a desactivar el peligro de un
estallido social, del que todos, incluidos nuestros seres queridos podrían ser
las primeras víctimas.
Caracas,
29 de mayo de 2016.
@FOchoaAntich.