Días de odio y de libertad
12 noviembre, 2019 Eddie A. Ramírez S.
Entre el 9 y 11 de noviembre el mundo conmemoró tres hechos que denotan lo malo y lo bueno del ser humano: la firma del armisticio, el 11 de noviembre de 1918, que puso fin a la matanza de la I Guerra Mundial; la ‘Noche de los cristales rotos” producto del odio, el 9 y 10 de noviembre de 1938; y el derrumbe del vergonzoso Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, por parte de ciudadanos ansiosos de libertad.
Curiosamente, tanto la I Guerra Mundial, con sus millones de muertos y de heridos, como la Noche de los cristales rotos, con la intensificación de la persecución a los judíos, se iniciaron con el asesinato de una persona. En el primer caso, con el del Archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austro-húngaro, y en el segundo con el asesinato de Rath, Secretario de la Embajada de Alemania en París.
El Archiduque fue asesinado por un fanático serbio-bosnio. Lamentablemente, los dirigentes políticos de la época fueron incapaces de entender que la mala acción de una persona no puede conducir a desatar una conflagración mundial. El armisticio despertó, ingenuamente, la creencia de que esa terrible guerra de trincheras sería la última que vería la humanidad. Para garantizar la paz se creó la Sociedad o Liga de las Naciones, antecesora de la ONU. Como sabemos, dos décadas después se desató la II Guerra Mundial, y gradualmente se produjeron muchas guerras locales. Ninguna de esas dos organizaciones lograron el cometido de la paz y hoy en el Consejo de Derechos Humanos de la OEA están representados países como Venezuela y Cuba, que violan los derechos humanos. El hombre sigue siendo un lobo para el hombre, como dijo Hobbes.
El caso de la Noche de los cristales rotos fue diferente. El joven judío polaco Herschel Grynszpan actuó por reacción ante el atropello cometido por los nazis en contra de sus padres. Esa acción personal sirvió de pretexto a Hitler para intensificar la persecución en contra de los judíos, a quienes culpaba, con desvengorzada patraña, de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, así como de la hiperinflación. Una mil sinagogas y miles de negocios fueron saqueados y destruidos, y unos 30.000 judíos detenidos y deportados a campos de concentración, como parte del Holocausto o Shoá que costó a la vida a unos seis millones de judíos, además de otros millones también asesinados por los nazis. Todavía hoy en día, gente fanática, envenenada con mentiras, quema sinagogas y profana cementerios en Estados Unidos, Alemania, Francia y Argentina, y persigue a ciudadanos de esa fe ancestral, ejemplo de laboriosidad y de aporte a la ciencia en beneficio de la humanidad.
El mundo se sorprendió cuando hace veinte años una multitud ávida de libertad se atrevió a derrumbar el muro de la vergüenza, construido en Berlín oriental para impedir que los alemanes del oeste pudiesen vivir en un país con democracia. Se desconoce la cifra exacta de ciudadanos asesinados por la policía para impedir que pasaran a occidente, pero se estima en unos 200 y unos 3000 los detenidos; poco antes de la construcción del muro unos tres millones y medios había huido de Alemania del oeste, irónicamente denominada República Democrática. Cincuenta y seis años de opresión y adoctrinamiento comunista no impidieron que los ciudadanos tumbaran el muro y al oprobioso régimen. Como dijo la Canciller Merkel: “No hay muro tan alto o tan ancho que no se pueda atravesar”, palabras que deben servirnos de guía para continuar nuestra lucha en Venezuela para derribar la narcodictadura totalitaria.
Los comunistas de ayer se hicieron los ciegos ante las barbaridades cometidas por Lenin, Stalin y sus secuaces que estaban al frente de los países satélites que integraban la URSS. Dirigentes rojos del mundo entero y personalidades como Neruda alabaron a estos asesinos. Los de hoy intentan revivir ese fracasado e inviable sistema que degrada al ser humano, apelando a nombres como Socialismo Siglo XXI.
Nuevamente solicitamos a nuestra dirigencia a unirse. El reciente Acuerdo de los ministros de relaciones exteriores del Grupo de Lima, integrado por Argentina, Brasil, Canadá, Honduras, Paraguay, Perú, Chile, Colombia, Costa Rica y Guatemala, con representación de Estados Unidos, Ecuador, El Salvador, Unión Europea y Secretariado de la OEA, se comprometió “ a otras medidas de presión, excluyendo el uso de la fuerza, sobre el régimen de Maduro….”. Quienes no acepten esta realidad y pretendan seguir actuando en contra del grupo mayoritario evidenciarán que actúan por intereses personales ¡Ya basta !
Como (había) en botica: Los bolivianos y sus fuerzas armadas lograron la renuncia del doble tramposo Evo. Ojalá le permitan salir del país y no haya agresión contra los suyos. La tragedia en el Parque Rómulo Betancourt es responsabilidad de Rangel Ávalos, alcalde de Sucre y del coronel comandante del pelotón de guardias nacionales que custodian el Parque ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com Noticiero Digital, Runrunes y Digaloahi digital