Muchas personas piensan que con lavarse la cara, se han bañado; pregonaba un oficial de planta de la Escuela de Aviación Militar, en mis inicios como profesional de la Fuerza Aérea Venezolana. Hoy evoco esta afirmación a raíz de la visita de los miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y el Arzobispo de Caracas, al Palacio de Miraflores, para reunirse con el usurpador de la Presidencia de la República, Hugo Rafael Chávez Frías. Resulta ser, que la majestad eclesiástica asistió a la reunión con el “diabólico” y no trataron el tema sobre el Cardenal Rosalio Castillo Lara. ¿Pensarán los ilustres prelados, que con obviar tan importante aspecto, resolvieron el problema?
Es harto conocido que la pastoral eclesiástica nunca ha sido del agrado de los gobiernos autoritarios o dictatoriales y tampoco ha caminado de la mano de la ideología comunista en ninguna parte del mundo. Consientes estamos, que los diálogos se pueden hacer, pero sin ofrendar tributos, pagar penitencia, ni mucho menos que se pretenda que nos arrodillemos frente al ser supremo del Comunismo. No se quiere decir con esto, que haya sido el caso, pero queda la duda.
La homilía pronunciada por el Cardenal Rosalio Castillo Lara, en las festividades de la Virgen de la Divina Pastora en Barquisimeto Estado Lara, muestran en resumen la esencia, la naturaleza y la condición del desgobierno que nos azota y trata de reducirnos a ser simples esclavos de un sistema Castro Comunista en Venezuela. El Cardenal Rosalio Castillo Lara en su exposición patriótica y valiente, puso de nuevo el dedo en la fractura abierta que sufrió el régimen del autócrata Hugo Chávez, después del proceso electoral del 4 de Diciembre de 2005. No se puede dar el tema por concluido, conformándose con exigir respeto a la dignidad eclesiástica y obviarse el asunto relacionado con la delicada situación que vive el país, señalada con excelente precisión, por el Cardenal Castillo Lara.
Recordemos una vez mas, que la Iglesia Católica Venezolana y sus representantes han sido blancos de los ataques y las agresiones del desgobierno Castro Chavista. Desde sus inicios me pronuncié y lo conversé personalmente en oportunidades con el difunto José Ignacio Cardenal Velasco, con monseñor Baltasar Porras y hasta con monseñor P.R. Urland secretario de Alexander Sandri, nuncio apostólico de su santidad Juan Pablo II, en Venezuela. Ese tema no podía solapar otros puntos de agenda. Mucho menos el apoyo a las escuelas de Fe y Alegría y las diversas subvenciones que el Gobierno Venezolano ha dado a la Iglesia por décadas. Esto último, no debe ser instrumento para que se utilice como arma de subyugación de la Iglesia Católica a la régimen de Hugo Chávez. El apoyo siempre ha provenido del Estado y aunque el autócrata pretenda serlo, él no es el Estado.
Pese a la reunión; los ataques no cesaran. Hugo Chávez es como un borracho que promete no tomar y no agredir a sus hijos y a su pareja, pero al probar de nuevo el licor, vuelve a reincidir en su arremetida y en el caso de la Iglesia Católica, el ilegitimo presidente, lo volverá a hacer. ¿Cuantas veces ha perdido perdón? ¿Cuantas veces reconoció estar equivocado? ¿En cuantas oportunidades ha invocado al Cristo Redentor.? Tantas, que sus innumerables pecados lo colocan directamente en la antesala del infierno, a ese mismo ambiente que día a día, piensa someternos. ¡Reflexionemos!
El “paredón” es un ideal, una muerte, un forma de castigo, una razón que se dice tener, una creencia de la diferencia entre el bien y el mal. En síntesis una trágica realidad que Fidel Castro Ruz ha pretendido institucionalizar para castigar a los que agraden o violan las leyes de la revolución. El Dr. Luis Aguilar León al categorizar el paredón como un símbolo, en su articulo titulado: “El paredón como símbolo,” nos muestra que el autocratismo exige a las personas, pagar con sus vidas, las desavenencias o traición con las revoluciones.
La iglesia católica debe recordar que según el asesino caribeño, Fidel Castro Ruz: “la revolución se equivoca pero el líder no” y por lo tanto; lo malo pertenece a la revolución y lo bueno se adjudica a las bondades del líder. Quizás sea una forma de mostrar, como obra de acción de gracia, la audiencia que el encantador de serpientes, Hugo Chávez concedió a la Iglesia Católica Venezolana. ¡Estaremos pendiente!
Todos los venezolanos que adversan al régimen, y en primera instancia, la Iglesia Católica, tenemos el deber de no abandonar al Cardenal Rosalio Castillo Lara, en su peregrinar contra el régimen Castro Comunista que se nos pretende infinitamente imponernos. Para ello, debemos recordar como ejemplo de conciencia, las circunstancias que rodearon la muerte de monseñor Arnulfo Romero en Centroamérica.
Hoy en la Iglesia Venezolana, faltó voluntad de apoyo por parte de sus máximos representantes al afirmar que la homilía eran “declaraciones personales del Cardenal,” pero que nos disculpen. Nunca han sido afirmaciones individuales. Es un sentir nacional. La Iglesia, la CEV y los miembros de la pretendida revolución lo saben. En caso contrario, como se justificaría que una turba de fanáticos revoltosos, pidieran frente al palacio arzobispal de Caracas: “Paredón para el Cardenal.”
Entendamos que las maniobras de distracción del desgobierno, para ganar tiempo y el concurso de la ira colectiva de adeptos, pueden conducir irremediablemente a la muerte del Cardenal Rosalio Castillo Lara, por su particular atrevimiento de no abandonar a su Nación y querer salvar a Venezuela del Comunismo.
Cita: “Yo no puedo abandonar a Venezuela al cuchillo de la anarquía. Debo sacrificarme por impedir su ruina. No hay otro partido”
Simón Bolívar
Coronel (Av.) Sammy Landaeta Millán
Caracas, 27 de Enero de 2006