Más de 5 mil soldados desfilaron por Campo de Carabobo.(Foto Orlando Nader) |
Alfredo Fermín
El presidente Hugo Chávez advirtió, en el Campo de Carabobo, que su revolución bolivariana “es pacífica pero está armada” para construir el sueño de Bolívar “cuéstenos lo que nos cueste”.
Acompañado de los presidentes Daniel Ortega, de Nicaragua; Evo Morales, de Bolivia; Rafael Correa, de Ecuador; de José Ramón Machado Ventura, vicepresidente de Cuba y representantes de Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente, Las Granadinas y Honduras, Chávez presidió ayer al mediodía los actos para conmemorar 188 años de la batalla de Carabobo y el día del Ejército Venezolano.
La celebración se efectuó en un Campo de Carabobo destrozado por la falta de mantenimiento y con impresionantes medidas de seguridad, por lo cual estuvo ausente la tradicional alegría popular de este día. En el público hubo una gran cantidad de personas con franelas rojas que se apreciaban fatigadas e incómodas provenientes de diversos estados, transportadas en camionetas y autobuses estacionados desde el sector Barreras hasta el lugar.
Más temprano, el ministro de la Defensa, Ramón Carrizález Rengifo, colocó una ofrenda floral ante la Estatua del Soldado Caído, en el Campo de Carabobo. Lo acompañaron representantes de los diversos componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
En la actividad participaron el comandante Estratégico Operacional, general en jefe Carlos Mata; el comandante general del Ejército Bolivariano de Venezuela (EBV), mayor general Juan Vicente Paredes, y el comandante general de la Armada Bolivariana de Venezuela (ABV), almirante Zahím Quintana Castro, entre otros.
Los actos fueron estrictamente militares. No hubo la invocación que pronunciaba el obispo castrense, ni la lectura de la carta que envió Bolívar informando al Congreso de Colombia sobre “la espléndida victoria de Carabobo”, ni la imposición de condecoraciones y reconocimientos. Llamó también la atención que no hubo el tradicional mensaje del Comandante General del Ejército con motivo del día de este componente de la Fuerza Armada, que este año correspondía al mayor general Paredes Torrealba, titular de dicho cargo.
Desde un vehículo blindado AMX30, el general Clíver Alcalá Cordones informó dirigiéndose al Presidente que en el desfile participaban 126 efectivos militares de los países que integran el Alba; 5.200 “soldados de la patria socialista revolucionarios y antiimperialista”; 150 vehículos de transporte, 250 vehículos blindados, 45 aeronaves y 50 equinos”.
Los cambios se notaron
El desfile duró casi hora y media. Fue breve debido a que en la tarde los presidentes y delegaciones oficiales debían participar en Maracay en la VI Cumbre extraordianaria de la Alternativa Bolivariana para pueblos de América, Alba.
Con una “performance” de aviones F16 y caza rusos Sukhoi-30 comenzó la exhibición del poderío militar tras lo cual desfilaron la escolta de banderas del cuartel general Daniel Florencio O’Leary, estandartes de diferentes comandos, unidades superiores, tácticas, escuelas de armas, entre otros. Hubo un contingente de 126 militares con estandartes de los países integrantes del Alba, de los cuales cien eran de Cuba.
Delante la tribuna presidencial, muy custodiada, desfilaron delegaciones de servicios de seguridad urbana, unidades blindadas y motorizadas que despedían espesas capas de humo de la que no escaparon el presidente Chávez y sus invitados.
Se observó también una desorganización sin precedentes y falta de coordinación en las maniobras, especialmente en las que realizaron los paracaidistas, uno de los cuales se fracturó una pierna y fue sacado del campo en camilla.
El discurso
“Carabobo no ha terminado, es hoy batalla viva, victoria pendiente por la verdadera y plena independencia y por la unidad de nuestra América”, dijo el Presidente antes de comenzar el desfile.
Durante las palabras que dirigió al general Clíver Alcalá Cordones, Chávez calificó de “maravilloso” al desfile y, parafraseando al escritor Arturo Uslar Pietri, afirmó “humildemente” que cuando el camino llegó a Carabobo había pasado más de 300 años. Iba Bolívar adelante y con él un pueblo hecho ejército unido y libertador y empujaban muchos.
A diferencia de su discurso del año pasado en el Campo de Carabobo, donde insultó al general Luis Felipe Acosta Carles, entonces gobernador del estado, en esta oportunidad el presidente Chávez fue más prudente y afirmó su devoción por el Ejército.
Cuando el desfile concluyó, los periodistas nacionales y extranjeros que debieron permanecer vigilados en una especie de corral de 25 metros cuadrados, observaron que el Campo de Carabobo estaba convertido en un basurero.
Puerto Cabello conmemoró sin el soberano
Un sofocante calor envolvió a las autoridades civiles y militares de Puerto Cabello que convergieron en la plaza Bolívar de la ciudad, para conmemorar el 188º aniversario de la Batalla de Carabobo.
Con una parada militar autoridades de los distintos componentes de la Fuerza Armada Nacional (FAN) en el litoral carabobeño conmemoraron la histórica fecha, en un acto al que asistió -en nombre del alcalde de Puerto Cabello, Rafael Lacava- la coordinadora de su despacho, María Paola Blanco; Canuto Rodríguez presidente del Concejo Municipal; el edil Orlando Rodríguez; y el capitán de navío Carlos Vieira Acevedo, jefe de Estado Mayor de la Guarnición de Puerto Cabello y Mora; entre otros.
Concluidas las palabras se colocaron ofrendas florales ante la estatua ecuestre de El Libertador, para luego rendirle honores en tan importante fecha.
Como es costumbre ya, el acto conmemorativo del 188 aniversario de la Batalla de Carabobo no contó con la presencia del colectivo porteño que ha perdido interés por presenciar este tipo de eventos. Lo que en otrora era hasta un deber ciudadano, se ha convertido en un evento al que sólo asisten las autoridades y funcionarios de los organismos que participan.
Mientras los efectivos de la Armada, Guardia Nacional y Aviación Naval realizaban la parada, los porteños transitaban indiferentes por la plaza Bolívar local rumbo hacia Playa Sonrisa o el Malecón.
En Caracas, el gobierno nacional conmemoró la fecha en el Panteón Nacional. Durante la formación de parada, la representante de la Dirección General de Ceremonial y Acervo Histórico de la Nación, Yadira Valbuena, entregó la bandera nacional al ministro del Interior y Justicia (MIJ), Tareck El Aissami, quien la ofrendó al alférez de la agrupación de cadetes de los institutos de formación de oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Las autoridades presentes, entre quienes se encontraban los ministros de Educación, Héctor Navarro, y Cultura, Héctor Enrique Soto Castellano, procedieron a colocar e izar el tricolor nacional en asta principal sobre el muro Libertador.
Con información de Litzy Sanz Nava, Ezequiel Querales y ABN
El pueblo se quedó con ganas de acercarse a Chávez
Llenos de ilusiones y esperanzas, un grupo de habitantes del sur de Valencia gritó hasta el cansancio a efectivos de la Casa Militar para que les entregaran sus cartas al Presidente, quien fue prácticamente aislado del pueblo, al que sólo se le permitió avanzar hasta el punto en que los militares quisieron, según su plan. En medio de la desesperación de un par de mujeres, una pequeña violó el cerco de los efectivos y se coló entre los periodistas, pero rápidamente fue detenida por un trío de militares que la devolvieron con su madre.
Llamó la atención que las tribunas aledañas a las del Presidente fueron llenadas con gente de los ministerios e instituciones públicas. Las del frente tenían a los “misioneros” y estudiantes de la Unefa, y un poco más alejadas las del pueblo, sectorizadas con letras. Incluso, la tribuna presidencial tenía áreas casi vacías al inicio del desfile, pero poco a poco las fueron llenando de militares. No hubo la tradicional salutación al cuerpo diplomático, ministros e instituciones del Estado, y cuando el presidente Chávez comenzó a pronunciar su breve discurso, los primeros que comenzaron a abandonar el lugar fueron los efectivos castrenses. La mayoría alcanzó a irse, pero cuando la Policía Militar y la Casa Militar se percataron que de las tribunas se veían vacías, colocaron precintos de seguridad en todas las escaleras, para evitar que la gente se fuera y no oyeran las palabras del mandatario.
Atropello a los medios
El cumplimiento de estrictas medidas de seguridad superó la capacidad de atender a los presentes. Militares y civiles afectos al oficialismo tenían como única ocupación inspeccionar hasta el más mínimo detalle de quienes entraban a las áreas cercanas de la tribuna presidencial del Campo de Carabobo. La forma como fueron tratados 180 representantes de medios privados venezolanos, incluyendo los extranjeros, sobrepasó en demasía ocasiones pasadas. Este año, a los periodistas, camarógrafos y reporteros gráficos se les ubicó en un espacio de 25 metros cuadrados y sin techo, muchísimo más pequeño que el de 2008, cuando también fueron cercados en una especie de “corral”. La molestia del grupo de colegas se hizo sentir con la llegada de cada medio. Al intentar pedir información o atención de algún funcionario gubernamental, no había nadie que pudiera dar respuesta. El grupo fue relegado y abandonado a su suerte, y a ningún periodista se le permitía salir a comprar agua o refrescos para hidratarse, bajo la amenaza de que no podrían entrar de nuevo al desfile. Llamó la atención de todos que a los reporteros de los canales con tendencia opositora Globovisión y RCTV no se les permitió entrar. En el primer cordón de seguridad, los militares manifestaron tener órdenes estrictas de impedirles el paso, pues no fueron invitados y, por lo tanto, no tenían acreditación. Por unos minutos hubo un impasse, en el cual los camarógrafos grababan la situación y fueron advertidos por funcionarios de la Casa Militar (seguridad del Presidente) de que apagaran sus equipos. A estos reporteros no les quedó otra opción que retirarse. Horas antes de iniciarse el desfile, los periodistas tuvieron que resguardarse del sol en un toldo colocado justo al lado del dispuesto para la prensa. Era para funcionarios de Informática del Ministerio de Comunicaciones; por lo tanto, ellos sí tuvieron agua y techo. Tras la llegada de Chávez, que caminó por la Avenida Monumental del Campo de Carabobo, junto a presidentes y primeros ministros de los Estados integrantes del Alba, los reporteros extranjeros fueron conminados a ocupar el espacio para la prensa, pero, aparte de que los militares no los dejaban entrar por no portar credenciales, cuando lograron hacerlo también se tuvieron que tirar al piso para descansar. Con los medios oficiales la situación fue distinta. Los ubicaron en la tribuna presidencial y tuvieron acceso a entrevistar a ministros y jefes de instituciones del país. Hacia esa zona pasaban con frecuencia meseros con bolsas de hielo, bebidas y pasapalos, en contraste con la desatención que sufrió el resto del público, que en esta ocasión no recibió la hidratación que suele dispensarse en este tipo de concentraciones, aunque la presencia de personas no fue masiva; ya el año pasado asistió poca gente, y este año fue menor la cantidad de personas. Terminó el desfile y no se supo por qué el cambio de señas, por qué la demostración se realizó en Carabobo si este año tocaba en Caracas, tomando en cuenta que el general Clíver Alcalá, jefe de la Brigada Blindada, lo declaró a inicios de mes y lo sustentó en que un año se hace en el campo inmortal y otro en Caracas, por cuestiones de ahorro y logística. (MM) |