Pocas veces Honduras ha ocupado los cintillos de la prensa mundial. No se mencionaba con tal fuerza desde julio de 1969, cuando una disputa agraria derivó en una confrontación armada entre este país y su vecino El Salvador. Se trató de un conflicto que se extendió por 6 días, denominado Guerra del Fútbol por un periodista mexicano, porque coincidió con los resultados de un partido de balompié que enfrentó a las selecciones nacionales de ambos países. Desde ese entonces poco o nada se conocía de la tierra de Lempira (un maya considerado héroe nacional), hasta los sucesos ocurridos en su capital Tegucigalpa la madrugada del 28, cuando Manuel Zelaya fue llevado por un comando de encapuchados hasta un avión que aterrizó en el aeropuerto costarricense de Juan Santamarina. ¿Qué ocurrió realmente? Nada mejor a esperar que pase el alboroto para así reunir los elementos de juicio, de tal manera de tener una mejor apreciación de las motivaciones del caso. En lo que a mí respecta, pienso que no todo está claro en el derrocamiento de Zelaya. No me convencen las versiones difundidas, Sobre todo porque una vez más el poder mediático no ha dejado tiempo para el análisis. Además, el carácter homogéneo de la información desplegada no permite saber dónde puede estar la verdad. Tal como sucedió en abril de 2002, cuando se propagó la presunta renuncia de Chávez, los medios se enfilaron por un solo camino, sólo que esta vez el balón ha estado de su lado. Desde el mismo momento del secuestro de Zelaya la información ha sido controlada por el venezolano, a través de Telesur. De antemano se impuso una matriz de repulsa general al golpe perpetrado en el país hondureño. ¿A quién beneficia esa matriz? A quien haya sabido tomar la delantera, en este caso le ha dado dividendos a Chávez. La OEA, indispuesta de antemano con su marcada influencia en el espectro latinoamericano, para quitarle la bandera de la defensa de la democracia ordenó de manera tajante la reinserción de Zelaya en la presidencia de Honduras. A la apurada decisión de la OEA contribuye el apetito electoral de su secretario general; no olvidemos que José Insulza espera reelegirse. El organismo ha sido colocado en tres y dos. Si Zelaya regresa al poder el triunfador será Chávez. Por ahora, Chávez y sus aliados presionan para que la OEA, en caso de una negativa de devolverle la presidencia a Zelaya, se proceda a bloquear a Honduras. Acá el doble discurso en América Latina. Todo bloqueo es criminal y para muestra un botón. No se compadece con las tradicionales luchas de la izquierda pedir un bloqueo para quebrar la voluntad de los connacionales de un país. No obstante, Chávez ha ido más allá y ha solicitado que la ONU intervenga con sus cascos azules en Honduras. Si mal no recuerdo se trata de las mismas fuerzas que aplastaron la resistencia congoleña asesinando a Patricio Lumumba. Además, esos cascos azules son de ingrata recordación en otras latitudes del mundo, generalmente en los países pobres. ¿Quiénes están detrás del golpe que sacó a Zelaya? Insisto que el derrocado hondureño es una pieza en el ajedrez, indistintamente blanca o negra. Si es la CIA, entonces Zelaya, un hombre de derecha terminó siendo un infiltrado en la revolución latinoamericana. Zelaya es un empresario cuya apariencia texana se corresponde con su admiración por Estados Unidos. Él estaba al tanto de que sería juzgado y que por ende sería separado de la Presidencia. Si se prestó para una maniobra que condujo a su secuestro, probablemente el objetivo era saber cómo están las bases de sustentación de Chávez y de los gobiernos que le siguen en el continente. Cualquiera de sus aliados son ahora potenciales candidatos a ser derrocados mediante una vía que resulte incruenta como la hondureña. El lado oscuro del asunto se presenta en la forma cómo sacaron a Zelaya de su casa. ¿Quiénes lo hicieron? Se habla de militares comprados y que inclusive el alto mando no estaba al tanto de esa acción y fue tomado por sorpresa. Que sus integrantes decidieron no desmentir que fueron ellos quienes secuestraron a Zelaya. Mientras, es incoherente el relato del derrocado, sobre todo en lo concerniente a cómo lo condujeron hasta el avión. Dijo que está vivo de milagro y que en la ocupación de su residencia participaron más de 200 militares todos encapuchados: "Hubo un momento en que las ráfagas de las metralletas que estaban disparándose enfrente nuestro eran tan fuerte y era tanta la violencia y la brutalidad…”. No obstante, ni se conocen víctimas ni siquiera heridos y nadie escuchó disparos. Tampoco se encontraron casquillos de balas. Hasta ahora se desconocen las características del avión que lo trasladó a Costa Rica. ¿Cómo pudo escapar su mujer? Zelaya dijo que ella se había internado en una montaña cercana. Otro misterio sin resolver es la transitoria desaparición de Patricia Rodos. Llama la atención la candidez de Zelaya cuando afirma: "Me vinieron a dejar al aeropuerto de Costa Rica sin avisar absolutamente nada. Reportaron cuando estaban llegando que venía el presidente de Honduras y querían que alguien los recibiera". Dijo que fue recibido por el jefe de protocolo de Costa Rica, después de que tres soldados hondureños le abrieran la puerta del avión en que fue trasladado. El detalle de la ropa pareciera insignificante. Zelaya aparece en ropa de cama. Horas después, sin mostrar signos de preocupación o tensión por lo vivido, se presenta vistiendo las mismas galas de los otros miembros del ALBA en la reunión de Managua. En la ONU aparece elegantemente vestido con un traje a la medida. Inicialmente, ante el silencio de las agencias extranjeras de noticias, se insistió en que una vez más la desinformación buscaba ocultar lo que estaba ocurriendo en Honduras; sin embargo, fueron muchas las cosas que se dijeron a través del único canal (en este caso Telesur), que finalmente resultaron inciertas. Vale la pregunta, ¿quién desinforma y cuál es el objetivo?
Ahora, en el caso de que no sea la CIA quién está detrás del golpe, ¿quién entonces manejó los hilos del movimiento que lo depone? Lo de la renuncia se ve que es una burda jugada que alguien se encargó de difundir en el Congreso hondureño. Estamos presenciando una complicada partida de ajedrez donde Zelaya es el peón necesario en el gambito, juegue con blancas o con negras. El hoy ex Presidente (quizás resignado a estas horas a reeditar el papel del haitiano Jean Bertrand Aristide), no ha dicho todo lo que sabe. Resulta poco creíble que teniendo sus contrarios el control de la situación, hayan decidido salir de él mediante un golpe. Por todo ello no resulta inverosímil que Zelaya se les haya adelantado a su intención de destituirlo y sea parte de una estrategia, donde saldría mal parada la oposición hondureña y la OEA iría a terapia intensiva.
¿Por qué se pretendió crear una matriz de opinión según la cual el pueblo hondureño había salido a la calle exigiendo el retorno de Zelaya, cuando en realidad fueron escasas las manifestaciones en su apoyo? Eso está a la vista. No estoy diciendo nada que no haya pasado. Ahora bien, qué ocurrió realmente en Honduras.
La tesis del autogolpe cobra fuerza. La consulta promovida por Zelaya no fue más que la carnada. La provocación. Esa inofensiva consulta no resultaría tal cosa. En Honduras se maneja la información según la cual Zelaya estaría recibiendo financiamiento para ese evento. Si Zelaya no es el peón de la CIA entonces con su derrocamiento estaría servida la mesa para Patricia Rodos, la pieza con la cual se busca desplazar a Zelaya. No pasemos por alto que ella es una mujer de formación revolucionaria y que Zelaya nunca dejó de despertar suspicacias entre sus nuevos aliados.
LAS VERDADES DE MIGUEL
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