¿Cómo no vamos a conocerte, si eres famosa por aquellos gritos histéricos de¡ Uh, ah, el que te conté no se va! ? Magistrada, no seas modesta, tú eres conocida urbi et orbi, es decir en la ciudad y en el mundo. Cierto que algunos detractores dirán que no tenías suficientes credenciales para ocupar ese cargo, pero no te preocupes por esos envidiosos y recuérdales que la meritocracia es mala palabra. Lo importante es ser revolucionaria y, más importante aún, estar presta a acatar y cumplir las órdenes del ególatra.
Ciertamente no debes presumir que el trabajo lo haces sola. Ello podría despertar la envidia de tus colegas del TSJ y de las otras instancias judiciales, que siempre están prestos a apoyarte en las sentencias revolucionarias. Desde luego que a veces hay algunas voces disonantes, pero para ello demuestras tu capacidad de reacción y procedes a destituir o a jubilar a quienes todavía creen en el derecho.
Citar tus logros por los cuales eres conocida no es el objetivo de esta nota, pero obviamente resaltan tus sabias interpretaciones de la constitución y las inhabilitaciones por razones políticas de varios candidatos que tu Jefe no aprecia, así como la legitimación del robo que le hicieron a RCTV. También es conocida tu idea de los acuerdos internacionales y respeto a las decisiones de la Corte Interamericana. Tú y tus compañeros han diseñado toda una nueva doctrina del derecho, según la cual las jubilaciones de los trabajadores no son un derecho adquirido, sino que son potestad de la empresa cuando el trabajador no es revolucionario. Los despidos son válidos cuando los ejecuta una autoridad del régimen, pero ordenas el reenganche cuando la autoridad es de la disidencia. En fin, la idea no es descalificarte, ¡Dios me libre y proteja! Por favor entiende que estas frases solo pretenden reforzarte en tu amor propio y que nadie vuelva a dudar de que eres una mujer de carácter que cumple con sus amenazas ¡ Sí te conocemos!, aunque no te respetamos. A Vanesa toda nuestra solidaridad.
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