“Sin Tapujos” Padre José Palmar Morales
En Honduras hay militares con charreteras y en Venezuela hay militares con chequeras.
UN GOLPE POR SI ACASO
El caso de la crisis política de Honduras está en el tapete. A decir verdad Manuel Zelaya Rosales era un mandatario desconocido en el concierto de las naciones. De no ser por la actual situación crítica del país centroamericano, su nombre hubiera pasado por debajo de la mesa y nadie lo tendría en la memoria política internacional. Su papel fue tan gris desde que asumió la presidencia en noviembre del 2005, que ni siquiera sus propios partidarios liberales al final de su mandato lo respaldaron.
Su única obsesión fue reducir a ultranza el costo del petróleo en Honduras. Esa terrible obcecación económica lo llevo a hacerle guiñadas al Hegemón de Miraflores, éste que no aguanta dos pedidas de crudo se abrió como paragua chino a su homologo “Mel” –como así se lo llaman los cercanos-. La alianza Petrocaribe fue el canal para la entrega de petróleo a Honduras, ya no era el trueque de crudo por bananas –como es el caso de Cuba-, o de carburantes por azúcar –como es el caso de Nicaragua-, con Honduras el convenio fue de “fiao” a cómodas y olvidadizas cuotas. Imagínense que estas son las “clausulas rígidas” convenidas entre Chávez y Zelaya: la compra sería a crédito con una cuota inicial del 50% -con 90 días y dele para sea cobrada- y el resto para pagar en 25 años con el 1% de intereses, y con la oportunidad de invertir una parte del capital ahorrado en proyectos de inversión social. Sin contar además que el precio por barril tiene su rebajadita chavista, por ejemplo: en un costo promedio del 2008 donde la entrega era de 28 MBD y la media de la cesta OPEP era de unos 90 dólares por barril, Zelaya sólo pagaba US$ 46,4 por barril.
Con esta “papaya” petrolera cualquiera es un estadista y el más “pitiyanqui” se mete a chavista. Todo esto sin contar las entregas de maletines de los dos últimos años -al estilo más parecido del “gordo Antonini”- que en el caso de Zelaya Rosales suman unos 624 millones de dólares. “Mel” le cuesta a Hugo Chávez 300 millones de dólares al año, es más caro que Evo Morales y Daniel Ortega, pero más barato que Mahmud Ahmadineyad, que anualmente sumando la entrega ilegal del uranio venezolano para los reactores nucleares iraní sobrepasa los 700 millones de dólares.
Se le suman otros “regalitos” de Hugo Chávez a Zelaya Rosales, como son: la condonación de una deuda vieja de 30 millones de dólares; créditos para la siembra de melones por una suma de 30 millones de dólares; pago de bonos para el sector vivienda y la economía informal por unos 100 millones de dólares; ayuda para los damnificados de las lluvias por 2 millones de dólares; entrega de 4 millones de dólares en bombillos ahorradores de electricidad; regalía de 100 millones de dólares en tractores para la siembra; créditos a pequeños y medianos comerciantes por un total de 30 millones de dólares; para proyectos de alfabetización se le entregaron 30 millones de dólares; y el regalo más grueso fue para el Agro Fondo con la suma de 624 millones de dólares. Ante este “Papá Noel” venezolano cabe la pregunta de las “diez mil lochas”: ¿Acaso nuestro país no tiene necesidades, como para estar regalando millones de dólares a diestra y siniestra, a Zelaya y por todas las playas?
En Honduras no hubo golpe de estado, así como lo leen. El único error cometido fue la ligereza del atropello militar, que en una suerte de emular la operación “causa justa” realizada en la Nunciatura panameña contra Manuel Antonio Noriega en noviembre de 1989, el ejército hondureño lo deportaba en la madrugada del 28 de junio del corriente. Hugo Chávez ha infestado el continente del sarampión de la “reeleccionitis indefinida”. Todos los mandatarios desde el simple presidente de una junta de condominio en el Mercado de Las Pulgas en Maracaibo, hasta el mismísimo Barack Obama Presidente de Estados Unidos acarician con mucha ternura la idea de la permanencia en el poder por años sin término.
“Mel” Zelaya tenía todo el plan orquestado para darle el vuelco a la constitución hondureña –una de las rigurosas del continente-. El artículo 245 en su numeral uno de la Carta Magna de Honduras es inflexible, el Presidente de la República debe “cumplir y hacer cumplir la Constitución”; y en el apartado 37 del mismo articulo 245 reza lo siguiente: el Presidente de la República de “Velar porque el Ejército se apolítico, esencialmente profesional y obediente”. El deportado Presidente Zelaya violó los artículos 322 (promesa de cumplir la Constitución y las leyes); vulneró el artículo 375 (de la inviolabilidad de la Constitución), y le cabe la sanción que reza el mismo artículo donde expone que “serán juzgado los responsables” de violar la Constitución y las leyes, con la pena de “la incautación de todo o parte de los bienes de esas mismas personas y de quienes se hayan enriquecido al amparo de la suplantación de la soberanía popular o de la usurpación de los poderes públicos, para resarcir a la República de los perjuicios que se le hayan causado”.
El pueblo hondureño miró las barbas de los vecinos que estaban ardiendo y puso las suyas en remojo. ¡A como fuera evitaron “otro Chávez” en la Casa de Gobierno en Tegucigalpa! Aprovecharon la feria juniana y le dieron “matarirerirero” al caudillo encapotado de Honduras. Corrieron el riesgo de que la metodología aplicada se pareciera a un Golpe de Estado, era preferible pasar por golpistas que exponer el país a una tragedia social y política como la esta viviendo Cuba y Venezuela. Le tuvieron miedo a la “chequera de los petrodólares” de Hugo Chávez. No hay juez o jueza, fiscal o fiscala, magistrado o magistrada, diputado o diputada en este planeta que no ceda ante un maletín chavista, a punta de billete venezolano Manuel Zelaya Rosales hubiera implantado la hegemonía en Honduras, convirtiéndose en una réplica con bigotes de Hugo Chávez Frías. Esto fue un “Golpe” por si acaso, quién quita, a lo mejor, quién sabe, de pronto, tal vez, puede ser, o como decía mi abuela: “como nié”.
Si en la Constitución de Honduras existiera el Artículo 350 de la Constitución Bolivariana que dice: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”; lo sucedido en la madrugada del 28 de junio Tegucigalpa no sería un Golpe de Estado. Estamos al revés, aquí en Venezuela tenemos el basamento legal, y no lo aprovechamos. Allá en Honduras carecen del apoyo legal, y al contrario si lo aplican. En Honduras hay militares con charreteras, y en cambio en Venezuela, hay militares con chequeras. Que Dios les bendiga en este Año Sacerdotal. Falta poco.
Cita:
"EL QUE MANDA DEBE OIR AUNQUE SEAN LAS MÁS DURAS VERDADES".
Simón Bolívar
En Honduras hay militares con charreteras y en Venezuela hay militares con chequeras.
UN GOLPE POR SI ACASO
El caso de la crisis política de Honduras está en el tapete. A decir verdad Manuel Zelaya Rosales era un mandatario desconocido en el concierto de las naciones. De no ser por la actual situación crítica del país centroamericano, su nombre hubiera pasado por debajo de la mesa y nadie lo tendría en la memoria política internacional. Su papel fue tan gris desde que asumió la presidencia en noviembre del 2005, que ni siquiera sus propios partidarios liberales al final de su mandato lo respaldaron.
Su única obsesión fue reducir a ultranza el costo del petróleo en Honduras. Esa terrible obcecación económica lo llevo a hacerle guiñadas al Hegemón de Miraflores, éste que no aguanta dos pedidas de crudo se abrió como paragua chino a su homologo “Mel” –como así se lo llaman los cercanos-. La alianza Petrocaribe fue el canal para la entrega de petróleo a Honduras, ya no era el trueque de crudo por bananas –como es el caso de Cuba-, o de carburantes por azúcar –como es el caso de Nicaragua-, con Honduras el convenio fue de “fiao” a cómodas y olvidadizas cuotas. Imagínense que estas son las “clausulas rígidas” convenidas entre Chávez y Zelaya: la compra sería a crédito con una cuota inicial del 50% -con 90 días y dele para sea cobrada- y el resto para pagar en 25 años con el 1% de intereses, y con la oportunidad de invertir una parte del capital ahorrado en proyectos de inversión social. Sin contar además que el precio por barril tiene su rebajadita chavista, por ejemplo: en un costo promedio del 2008 donde la entrega era de 28 MBD y la media de la cesta OPEP era de unos 90 dólares por barril, Zelaya sólo pagaba US$ 46,4 por barril.
Con esta “papaya” petrolera cualquiera es un estadista y el más “pitiyanqui” se mete a chavista. Todo esto sin contar las entregas de maletines de los dos últimos años -al estilo más parecido del “gordo Antonini”- que en el caso de Zelaya Rosales suman unos 624 millones de dólares. “Mel” le cuesta a Hugo Chávez 300 millones de dólares al año, es más caro que Evo Morales y Daniel Ortega, pero más barato que Mahmud Ahmadineyad, que anualmente sumando la entrega ilegal del uranio venezolano para los reactores nucleares iraní sobrepasa los 700 millones de dólares.
Se le suman otros “regalitos” de Hugo Chávez a Zelaya Rosales, como son: la condonación de una deuda vieja de 30 millones de dólares; créditos para la siembra de melones por una suma de 30 millones de dólares; pago de bonos para el sector vivienda y la economía informal por unos 100 millones de dólares; ayuda para los damnificados de las lluvias por 2 millones de dólares; entrega de 4 millones de dólares en bombillos ahorradores de electricidad; regalía de 100 millones de dólares en tractores para la siembra; créditos a pequeños y medianos comerciantes por un total de 30 millones de dólares; para proyectos de alfabetización se le entregaron 30 millones de dólares; y el regalo más grueso fue para el Agro Fondo con la suma de 624 millones de dólares. Ante este “Papá Noel” venezolano cabe la pregunta de las “diez mil lochas”: ¿Acaso nuestro país no tiene necesidades, como para estar regalando millones de dólares a diestra y siniestra, a Zelaya y por todas las playas?
En Honduras no hubo golpe de estado, así como lo leen. El único error cometido fue la ligereza del atropello militar, que en una suerte de emular la operación “causa justa” realizada en la Nunciatura panameña contra Manuel Antonio Noriega en noviembre de 1989, el ejército hondureño lo deportaba en la madrugada del 28 de junio del corriente. Hugo Chávez ha infestado el continente del sarampión de la “reeleccionitis indefinida”. Todos los mandatarios desde el simple presidente de una junta de condominio en el Mercado de Las Pulgas en Maracaibo, hasta el mismísimo Barack Obama Presidente de Estados Unidos acarician con mucha ternura la idea de la permanencia en el poder por años sin término.
“Mel” Zelaya tenía todo el plan orquestado para darle el vuelco a la constitución hondureña –una de las rigurosas del continente-. El artículo 245 en su numeral uno de la Carta Magna de Honduras es inflexible, el Presidente de la República debe “cumplir y hacer cumplir la Constitución”; y en el apartado 37 del mismo articulo 245 reza lo siguiente: el Presidente de la República de “Velar porque el Ejército se apolítico, esencialmente profesional y obediente”. El deportado Presidente Zelaya violó los artículos 322 (promesa de cumplir la Constitución y las leyes); vulneró el artículo 375 (de la inviolabilidad de la Constitución), y le cabe la sanción que reza el mismo artículo donde expone que “serán juzgado los responsables” de violar la Constitución y las leyes, con la pena de “la incautación de todo o parte de los bienes de esas mismas personas y de quienes se hayan enriquecido al amparo de la suplantación de la soberanía popular o de la usurpación de los poderes públicos, para resarcir a la República de los perjuicios que se le hayan causado”.
El pueblo hondureño miró las barbas de los vecinos que estaban ardiendo y puso las suyas en remojo. ¡A como fuera evitaron “otro Chávez” en la Casa de Gobierno en Tegucigalpa! Aprovecharon la feria juniana y le dieron “matarirerirero” al caudillo encapotado de Honduras. Corrieron el riesgo de que la metodología aplicada se pareciera a un Golpe de Estado, era preferible pasar por golpistas que exponer el país a una tragedia social y política como la esta viviendo Cuba y Venezuela. Le tuvieron miedo a la “chequera de los petrodólares” de Hugo Chávez. No hay juez o jueza, fiscal o fiscala, magistrado o magistrada, diputado o diputada en este planeta que no ceda ante un maletín chavista, a punta de billete venezolano Manuel Zelaya Rosales hubiera implantado la hegemonía en Honduras, convirtiéndose en una réplica con bigotes de Hugo Chávez Frías. Esto fue un “Golpe” por si acaso, quién quita, a lo mejor, quién sabe, de pronto, tal vez, puede ser, o como decía mi abuela: “como nié”.
Si en la Constitución de Honduras existiera el Artículo 350 de la Constitución Bolivariana que dice: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”; lo sucedido en la madrugada del 28 de junio Tegucigalpa no sería un Golpe de Estado. Estamos al revés, aquí en Venezuela tenemos el basamento legal, y no lo aprovechamos. Allá en Honduras carecen del apoyo legal, y al contrario si lo aplican. En Honduras hay militares con charreteras, y en cambio en Venezuela, hay militares con chequeras. Que Dios les bendiga en este Año Sacerdotal. Falta poco.
Cita:
"EL QUE MANDA DEBE OIR AUNQUE SEAN LAS MÁS DURAS VERDADES".
Simón Bolívar