Zelaya, en el centro de una escena multitudinaria y desordenada, llegó a la frontera enfundado en un traje estilo vaquero y con su inseparable sombrero, acompañado de un puñado de sus seguidores.
El presidente depuesto fue hasta el primer militar, ya en suelo hondureño, para pedirle que le comunicase con el general Romeo Vásquez, jefe del Estado Mayor conjunto.
"Comuníqueme con el alto mando", le pidió Zelaya al coronel al frente de las tropas destacadas en la frontera de Las Manos, sin llegar a traspasar el puesto migratorio.
Tras el episodio, el depuesto presidente se retiró y aguardaba acontecimientos en su vehículo, hablando ininterrumpidamente por teléfono.
Poco antes de su simbólico y fugaz regreso a Honduras, desde donde fue expulsado en pijamas la madrugada del 28 de junio, Zelaya había dicho a la AFP que lo primero que haría al ingresar será "llamar al diálogo y hablar con la gente" ya que es "un hombre de paz".
Al otro lado de la frontera, en Honduras, se produjeron incidentes entre las fuerzas del orden y los manifestantes fieles a Zelaya, mientras a su familia se le impedía acercarse a la frontera para reunirse con él.
La esposa de Zelaya, Xiomara Castro, discutió con los efectivos que le cerraron el paso para que les permitiera "acompañar al presidente de todos los hondureños, que le permitan a su familia estar con el presidente", según dijo a Telesur.
"Siento tristeza por lo que está pasando en nuestro país, tristeza de ver como los mismos hondureños golpean a otros hondureños", lamentó en diálogo telefónico con la cadena multiestatal.
En una de las primeras reacciones internacionales a la tentativa de regreso, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, calificaba la de "imprudente".
"El intento del presidente Zelaya de alcanzar la frontera es imprudente", declaró la jefa de la diplomacia estadounidense en rueda de prensa conjunta con el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki.
"No contribuye al esfuerzo general emprendido para restablecer la democracia y el orden constitucional en Honduras", agregó Clinton, que pidió a Zelaya que aceptara las propuestas del mediador, el presidente costarricense Oscar Arias
El plan de Arias para solucionar la crisis se topó con la negativa frontal del gobierno de facto de Roberto Micheletti a aceptar la reinstauración de Zelaya y, el miércoles, ambas partes lo dieron prácticamente por muerto.
La llegada de Zelaya a la frontera fue transmitida por las cadenas internacionales de televisión, pero la prensa hondureña la ignoró y mantuvo su programación regular.
La policía nacional hondureña había advertido que si Zelaya llegaba a Honduras sería detenido, en cumplimiento a una orden de captura emitida por la Justicia, que antes de su derrocamiento le imputo 18 delitos, entre ellos traición a la patria.
Hay "un plan estratégico para darle cumplimiento a esa mandada (orden) por el Poder Judicial", declaró el director de la Policía Nacional, comisionado Salomón Escoto, en rueda de prensa en la Casa Presidencial en Tegucigalpa.
Desde el mediodía estallaron incidentes a unos 10 km de la frontera, cuando policías antimotines arrojaron gases lacrimógenos a los manifestantes pro Zelaya, algunos de los cuales respondieron con pedradas.
Desde temprano los seguidores de Zelaya se habían quejado de la prohición de marchar hacia la frontera dispuesta por el regimen.
"Es injusto que los soldados nos repriman, sabiendo que ellos también son del pueblo", declaró a la AFP Karen Palencia, dirigente del gremio de profesores de educación media, quien intentaba avanzar desde El Paraíso, la localidad hondureña más cercana al puesto de Las Manos.
Fuente:http://noticias.latam.msn.com/ve/articulo_afp.aspx?cp-documentid=20879404