Cómo ya estamos curados en salud y absolutamente nada que provenga de la roboilusión castro-chavista nos sorprende, su actuación repugnante del sábado pasado en contra de la marcha pacífica y civilizada de la oposición, no es sino otro capítulo más en la larga lista de violaciones a los derechos humanos y a la propia Carta Magna venezolana, por parte del desgobierno y un puñado de militares obsecuentes con el régimen. Usted, y hablo de usted por mero formalismo, más no por educación y muchos menos por respeto a su degradada investidura, es un cobarde traidor a la patria que escudado en sus batallones de famélicos soldaditos, muchos de ellos cubanos y otros tantos mercenarios a sueldo, pretenden de manera pusilánime y violenta silenciar a todo un pueblo que levanta su voz de protesta ante la dictadura comunista que se pretende imponer en la patria de Bolívar, craso error porque no podrán.
Lamentablemente para usted que de manera desaforada arengaba a sus soldados repitiendo el mismo discurso anacrónico y vacío de su dictador en jefe, con megáfono en mano y con la dignidad por el suelo, no pasará de ser un “desechable” más en el proceso dictatorial comunista que vive Venezuela. Usted terminará siendo un tonto útil que llegado el momento será lanzado a la jauría judicial bolivariana, para ser despedazado dizque “legalmente” en nombre de la “revolución”, y a conveniencia del dictador y sus esbirros asesinos. La cara de sus soldados era todo un poema, y lo más entretenido del asunto fue su desesperación al verse acorralado por la reportera de Globovisión, que sencillamente trataba de capturar el audio de su inverosímil y tragicómico discurso. No se le puede quitar que pese a haber sido formado en la cuarta república, su mutación hacia el socialismo del siglo XXI hasta genuina parece.
Ahora me pregunto yo de manera inocente y sin ningún tipo de malicia: ¿Será usted coronel verdaderamente tan imbécil cómo para pensar que Chávez nunca caerá y que usted no pagará por su traición a la patria? ¿Es qué acaso su enajenación mental no lo deja ver más allá de su sueldo y sus privilegios temporales, que más temprano que tarde le serán arrebatados cómo le ocurrió a Baduel y a su camarada Lina Ron? ¿Puede sinceramente usted mirar de frente a sus hijos, a su madre y a su esposa sin sentir un vacío espiritual y de conciencia? ¿En qué lugar de su hogar esconde las condecoraciones, diplomas y fotos de la cuarta república? ¿Cómo le explica a sus familiares y amigos que estando al mando de su tropa, dio la orden de bombardear inclementemente una manifestación pacífica con niños y ancianos incluidos? Y lo que es todavía peor: ¿Cómo duerme en paz sabiendo que le ha vendido el alma al diablo?
Usted representa lo peor de la politización militar castro-chavista. Es usted un oportunista sin honor ni dignidad que terminará al igual que su dictador en jefe preso, muerto, o exiliado. No tiene usted ética ni moral, representa usted la antítesis de las verdaderas Fuerzas Armadas venezolanas que lucharon contra un verdadero imperio y lo derrotaron valientemente. Las mismas Fuerzas Armadas que derrotaron a la guerrilla venezolana y que portaban orgullosamente su estandarte de “Forjadores de Libertades”. Las mismas Fuerzas Armadas que hasta hace unos pocos años eran unas de las más modernas y disciplinadas del continente. Esas mismas Fuerzas Armadas que le dieron de comer a usted y a su familia de manera decente por muchos años sin obligarlo a decir asquerosamente: ¡Patria, Socialismo, o Muerte! Las mismas Fuerzas Armadas que en lo más profundo de su ser usted extraña fervientemente pero no tiene los “cojones” para defenderlas y dar un paso al frente en nombre de la Constitución que usted mismo juro defender a costa de su propia vida.
En fin, es usted uno más del montón que será barrido al igual que su dictador en jefe por el pueblo venezolano, llegado el momento preciso de la rebelión cívico-militar que más temprano que tarde desaparecerá a la plaga castro-chavista de Venezuela. Sus días están contados, podrá correr pero no esconderse, la justicia muchas veces tarda pero llega. El estatuto de Roma espera por usted, indigno militar.
“Los malvados no tienen honor ni gratitud, y no saben agradecer, sino temer”
Simón Bolívar