No van a creerlo, pero el licencioso festín a la brasa de carne en vara no se hizo en solar abierto ni en ningún patio de sus cuarteles, sino que lo improvisaron señores oficiales de la Guardia Nacional en la celebración de su 72 aniversario en plena plaza Bolívar, allí mismo, al lado de la estatua del héroe patrio, mancillando su honor y también el de la institución que, como dicen popularmente por allí, “ya ni siquiera se divisa”. Pues bien, ese domingo bochornoso, mientras un generalote de mala ley lanzaba un explosivo discurso para acusar al gobernador, varios cabos, sargentos y rasos se encargaban de descuartizar y aderezar un viejo toro y dos becerritos en el mismo centro de la plaza, para luego armar su trinchera a ras del suelo y comenzar a adobar y asar carne en vara, mientras que a lo mejor uno que otro uniformado apuraba bien oculto un buen trago de ron o de cerveza. Toda esa parranda con comilona y reparto de carne al público, amigos míos, fue allí, en el corazón de nuestra capital, en el populoso Centro Cívico de la séptima avenida, pero lo más indignante, al costado de la imagen venerable de nuestro Padre Libertador. Quizás a algunos les parecerá que es inventiva mía o que tengo algún resquemor contra la Guardia Nacional, cuya institución, no obstante, considero aún respetable, pero si lo dudan o no lo quieren creer, pude hacer varias fotos disimuladamente para presentarlas como pruebas en esta denuncia que hago a Buzón libre de La Nación. No solamente es un ultraje y una ofensa a la memoria ilustre del paladín de libertades, sino también ignominia y ultraje al componente castrense cuando se deshonra públicamente al máximo paladín militar de Venezuela, guía y apóstol de toda la Fuerza Armada Nacional que hoy preconiza oficialmente su nombre.
Enrique Durán Suárez
C.I. 8.993.766
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