El ratón vuelve a rugir. El ratón está herido. El ratón está enfurecido. Y es que el Mickey Mouse de Sabaneta tiene tremendo ratón moral, tremendo despecho. La razón, que una bellísima colombiana, que a más de bella es inteligente, profesional, de una extraordinaria sangre fría y con la compostura que uno siempre espera de un colombiano culto, le dio un revolcón de película. Lo que le pasó al Iluminado de Sabaneta, quien se cree maestro de la palabra y malabarista de la mentira, que está acostumbrado a hacer interminables rounds de sombra verbales frente a grupos de focas de las más variadas subespecies. Rounds de sombra en los que ofende a los ausentes, en los que vomita odio, se burla de los presentes, cuenta sus ataques de diarrea, comenta sus retortijones intestinales, humilla a sus súbditos y coretesanos [ministros, alcaldes, diputados, fiscales, magistrados, militares de todo rango, etc.]
Cual boxeador maleta y culilludo, se luce en los rounds de sombra o con los sparrings: hace fintas, tira jabs, gancho arriba y gancho abajo, desplazamientos por el ring, cual Muhammad Alí llanero. Pero carajo, que no le monten en el ring a un contendor de carne y hueso. Se le olvidan los jabs y los ganchos, se mueve torpe y tembleque por el ring. Empieza a sudar copiosamente y cuando el contendor le hace un amago sus esfínteres comienzan contraerse de manera involuntaria e incontrolable. Y cuando recibe el primer golpe, pierde el control de sus extremidades y su cerebro deja de funcionar. La visión se le nubla y empieza a correr desesperadamente por el cuadrilátero. Al final termina con dos ojos morados, una ceja partida, una herida en el pómulo y la boca como tomate aplastado.
Por eso el Iluminado evita subir al ring frente a cualquier contendor. No puede controlarse. No puede aceptar que el contendor le responda. Por e
so le gustan los rounds de sombra. Por eso le gusta pegarle a la pera y al saco, incapaces de responder a sus bravuconadas. No se atreve a enfrentar a un hombre. Se le aflojan las piernas y siente irreprimibles deseos de refugiarse en el Museo Militar.
Es así como este misógeno, “macho machote”, de mentira mentira, seguramente pensó “…bueno este contendor es una colombianita, que seguro le d
oy un nocaut en el primer round…” Coño, tremendo pelón de bolas, para decirlo en venezolano callejero que para estas ocasiones es sublimemente expresivo. La colombianita, o mejor dicho la colombianota, le dio hasta con el tobo en la mera jeta. Fue una paliza de campana a campana, como se dice en el boxeo. Por momentos parecía que el médico de la Comisión de Boxeo iba a suspender el combate por nocaut técnico. Esa colombianita, más que bella “cuatriboleada”, para usar de nuevo una expresión “vulgar” pero muy descriptiva, defendió con gallardía y firmeza a su país frente a las ofensas proferidas por el atorrante y no se amilanó ante el dictador prepotente y mantuvo su línea de interrogatorio.
Después de esa tunda, al Iluminado de Sabaneta lo podríamos llamar el Apaleado de Sabaneta. Pero lo más grave ha sido la reacción de este primitivo aspirante a héroe militar, que cuando se levantó al día siguiente con el rostro deforme y el cuerpo m
allugado por la golpiza recibida, no se le ocurrió otra cosa que amenazar con acciones militares a Colombia. Llamar a los venezolanos a estar preparados para la guerra. Otro rugido de ratón. Lo único que se me ocurre, y creo que es lo más apropiado, es tirarle una super sonora TROMPETILLA de larguísima duración. Y si el asunto no fuera tan irritante, contestarle con una gran carcajada. Y para seguir utilizando el lenguaje popular, cabe preguntarle a este espantapájaros disfrazado de militar, ¿Con qué culo se sienta la cucaracha? Ni tiene con que ni los venezolanos aceptaríamos pasivamente semejante disparate. El paranoico pretende que los venezolanos se enfrasquen en una guerra con Colombia porque Vicky Dávila lo apabulló. En otra
s palabras los venezolanos debemos vengar su ego herido por la paliza que le dio la Vicky.
A esa paliza solamente le faltó un recto de derecha en la pata de la oreja, que era preguntarle al Generalísimo, brillante estratega y diplomático, ¿porqué si los Estados Unidos son el enemigo de Venezuela, que prepara una invasión al país, no rompe relaciones diplomáticas ya, antes de que invadan?, ¿porqué no suspende las exportaciones de
petróleo al Imperio, petróleo que serviría para energizar la maquinaria militar invasora? ¿Porqué Colombia no puede aceptar militares americanos en sus bases mientras Fidel Castro no ha cerrado Guantánamo? Y que no diga que es que esa base es producto de acuerdo internacional, porque tanto a él como a Castro les importa un comino los tratados internacionales y el derecho en general. Su incompetencia como militar queda al descubierto cuando dice que el Imperio “invasor” necesita de las bases colombianas para atacar a Venezuela, esa es una necedad. Una potencia militar como el Imperio dispone de medios más que suficientes para actuar militarmente en cualquier punto del orbe sin necesidad de bases terrestres. Eso está demostrado hasta la saciedad.
Pero rugido de ratón aparate, Vicky Dávila se ganó la pelea de punta a punta y los venezolanos le agradecemos dos cosas: haber puesto en evidencia al atorrante de Sabaneta ante la opinión internacional y haberlo hecho sudar y pasar un malísimo rato golpeando inmisericorde y elegantemente el ego del enfermo que destroza a nuestro país y que no se atreve a conceder una entrevista a un periodista venezolano no oficialista. Vicky vengó a los periodistas venezolanos. Gracias Vicky.