ANTE EL GORILISMO DEL SIGLO XXI
Por. Paciano Padrón
Otra vez en Venezuela la vieja historia de 200 años: gorilas en el poder, bota militar que aplasta, libertadas cercenadas, cárceles llenas de demócratas, corrupción galopante. Este año, luego de que en febrero lograra la enmienda que podría permitirle su reelección indefinida, el Presidente se quitó la careta y puso la bota en el acelerador hacia el comunismo, el cual disfraza como socialismo del siglo XXI. Que nadie siga hoy engañado, es gorilismo del viejo.
Si alguien todavía tiene dudas de que vamos pa’tras -hacia el obscurantismo y el totalitarismo de nuestro pasado histórico- que vea la reciente cumbre África-América en Margarita, más que cumbre un barranco profundo: la mayor concentración de gorilas que yo recuerde. Allí sólo faltó Sadam Hussein, y eso porque está muerto. En medio de los Gaddafi y los Mugabe se movía el generoso anfitrión que se prodigó en regalos, repartió como si fueran tequeños las réplicas de la espada libertadora de Bolívar, y gastó más de lo aprobado oficialmente, para consolidar su negro prestigio.
Propio del gorilismo es la privación de libertad y muerte de los opresores. Las cárceles en Venezuela se están llenando como en Cuba, Irán y Zimbabwe. Los fusilamientos como los de Fidel o las masacres del sanguinario criminal Robert Mugabe, no se han masificado, si bien hay asesinatos que cuelgan en los hombros del régimen. Pero si no reaccionamos, no tardarán en hacerse epidemia. Es gorilismo el cierre de televisoras y radios, el saboteo de las manifestaciones de quienes discrepan, el abuso de poder y el uso de recursos públicos para fines del proyecto personal y del sectarismo, poniendo el régimen al servicio de unos pocos, mientras se pregona “Ahora Venezuela es de todos”.
Consustancial con el gorilismo es el centralismo, la concentración del poder en manos del déspota, quien legisla y juzga, quien también suple el Poder Ciudadano y el Poder Electoral. También es gorilismo arrebatar elecciones, irrespetar leyes, maltratar las universidades o cerrarles sus puertas, como lo hizo Gómez, también Pérez Jiménez.
“La historia no es cosa del ayer, empieza en el ayer pero se renueva indefinidamente”. Cada tanto se repiten los hechos; los gorilas pasan, el pueblo queda. Los gorilas son puestos de lado cuando el pueblo reacciona. Es tiempo de hacerlo, es hora de actuar, como lo están haciendo otra vez los estudiantes. Dan el ejemplo.
Alerta. Peligro. Cuidado con la adaptación, con acostumbrarnos al abuso y al despotismo; el silencio no puede ser la respuesta al atropello. Que reaccione el bravo pueblo que hemos sido y somos. El régimen busca nuestra apatía por decepción. Es el ciclo que se repite y eterniza a los déspotas. Hitler y Fidel lo hicieron “magistralmente”: confusión-decepción-frustración-adaptación. Al generarse la frustración, es grande el peligro de adaptarse al atropello, de acomodarse a la nueva situación y no dar la pelea: ¿para que?; no vale la pena; será otra vez igual; no quiero perder más mi tiempo. Cuando esa es la actitud, cuando el gorila logra adormecer la disidencia, el triunfo es de la tiranía. Los atropellos y el terror, el miedo que generan sus amenazas, confunden, decepcionan, frustran, desmoralizan y generan adaptación. La consecuencia no es otra que más atropello, más sometimiento y más terror.
Ante el gorila caben dos actitudes. Primera, acuerparnos y unirnos, sin mezquindades ni cálculos cortos, para actuar con firmeza, como ocurrió frente a Pérez Jiménez. Segunda, actuar espasmódicamente sin coordinación ni constancia, y permitir que el déspota muera en el poder, como Gómez, 27 años luego de hacerse Presidente. Pareciera ocurrir lo mismo ante Fidel, después de medio siglo de tiranía: cada quien se fue resolviendo. Quienes más podían, callaron o se fueron. Es la hora. La calle nos sigue esperando. No a la frustración y adaptación. Sí a la protesta democrática, enérgica y sostenida.
PACIANO PADRÓN
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