Foto: Carlos Meyer Baldó/ Venciclopedia
Cazador de pilotos
Un biólogo cuenta la vida de aviadores venezolanos en guerras ajenas
Venezuela, por fortuna, no ha participado en guerra alguna. Pero sí ha habido sangre nativa que ha tomado parte en conflictos internacionales como la Primera y Segunda Guerra Mundial, e incluso en la más reciente guerra de Irak.
Hacerle cacería a las historias de esos venezolanos se ha convertido en la pasión de Clemente Balladares, un biólogo marino del Ministerio del Ambiente: "Los cuentos de guerra me fascinan desde chamo, especialmente las de aviadores. Hace como cinco años empecé a encontrar un mundo más interesante porque los vinculé con el país, en base a la pregunta: ¿Hay venezolanos que han estado en esas guerras? Me puse a averiguar y fue cuando empecé con Carlos Meyer, que yo creo que es el más emblemático porque estuvo con el Barón Rojo -Manfred von Richthofen, aviador alemán que derribó 80 aeroplanos en la Primera Guerra Mundial-", relata Balladares.
Tanta curiosidad llevó a este biólogo marino a publicar dos libros: el primero (El teniente Carlos Meyer Baldó. Un venezolano en el circo volante del Barón Rojo) con el auspicio de Fundación Empresas Polar, sobre el aviador oriundo de Maracay, y el segundo (Héroes del aire en Venezuela) con el apoyo del Instituto Nacional de Aeronáutica Civil, en el que saca a la luz lo que fue la vida de más de diez aviadores nacidos en estas tierras o que adoptaron la nacionalidad venezolana.
Hojas llenas de cruces Balladares lamenta que sus publicaciones estén "llenas de cruces" porque "casi todos (los pilotos) están muertos". De ahí que las historias con licencias biográficas que narra las tuviera que armar a través de los testimonios y anécdotas de los familiares de éstos, revisando en Internet archivos europeos de la Primera y Segunda Guerra Mundial e incluso con la interpretación de las bitácoras que algunos de ellos emplearon en sus vuelos. Asegura que "todos los datos están comprobados".
Pese a tantas cruces, Balladares comenta que "afortunadamente ninguno de los pilotos murió en combate". Cuenta que uno de ellos, que vivió hasta hace poco, y que participó en la invasión a Irak por parte de EEUU en 2003, fue víctima del clima: "Cuando el huracán Katrina, justo después de los rescates, uno de ellos estaba haciendo prácticas en Carolina del Norte, mar afuera, y su helicóptero tuvo una falla. Regresando a tierra el tiempo estaba horrible, era de noche. El sistema eléctrico falló por completo. Se estrelló y se volvió añicos".
La biografía y hazañas de este aviador casi estuvieron a punto de ser narradas por él mismo. Balladares de hecho estableció contacto con él, hasta que recibió una mala noticia: "En 2003 me dijeron que había un venezolano en la Marina norteamericana. Lo estuve buscando; llegué a intercambiar correo electrónico con él y me dijo 'estoy para irme a Irak'; yo le dije 'bueno, cuando regreses me cuentas toda la historia'. Ahí se perdió el contacto. Un día me llamó el papá. Me dijo: 'mira, sé que estás haciendo un segundo libro y quieres meter a mi hijo, yo te puedo contar su historia'. Yo le dije 'oye, pero yo quiero hablar con tu hijo' y me respondió 'no, mi hijo está muerto'".
Pese a ser venezolanos, esos pilotos participaron en conflictos ajenos, según cuenta el autor de las biografías, porque o tenían vínculos familiares en Europa y se alistaban para servir a los países de sus padres o porque se iban de pequeños a otras naciones y terminaban adquiriendo la doble nacionalidad. Ninguno peleó por Venezuela.
Caracas, domingo 11 de mayo, 2008
Fuente: DANIEL RICARDO HERNÁNDEZ/ EL UNIVERSAL
Hacerle cacería a las historias de esos venezolanos se ha convertido en la pasión de Clemente Balladares, un biólogo marino del Ministerio del Ambiente: "Los cuentos de guerra me fascinan desde chamo, especialmente las de aviadores. Hace como cinco años empecé a encontrar un mundo más interesante porque los vinculé con el país, en base a la pregunta: ¿Hay venezolanos que han estado en esas guerras? Me puse a averiguar y fue cuando empecé con Carlos Meyer, que yo creo que es el más emblemático porque estuvo con el Barón Rojo -Manfred von Richthofen, aviador alemán que derribó 80 aeroplanos en la Primera Guerra Mundial-", relata Balladares.
Tanta curiosidad llevó a este biólogo marino a publicar dos libros: el primero (El teniente Carlos Meyer Baldó. Un venezolano en el circo volante del Barón Rojo) con el auspicio de Fundación Empresas Polar, sobre el aviador oriundo de Maracay, y el segundo (Héroes del aire en Venezuela) con el apoyo del Instituto Nacional de Aeronáutica Civil, en el que saca a la luz lo que fue la vida de más de diez aviadores nacidos en estas tierras o que adoptaron la nacionalidad venezolana.
Hojas llenas de cruces Balladares lamenta que sus publicaciones estén "llenas de cruces" porque "casi todos (los pilotos) están muertos". De ahí que las historias con licencias biográficas que narra las tuviera que armar a través de los testimonios y anécdotas de los familiares de éstos, revisando en Internet archivos europeos de la Primera y Segunda Guerra Mundial e incluso con la interpretación de las bitácoras que algunos de ellos emplearon en sus vuelos. Asegura que "todos los datos están comprobados".
Pese a tantas cruces, Balladares comenta que "afortunadamente ninguno de los pilotos murió en combate". Cuenta que uno de ellos, que vivió hasta hace poco, y que participó en la invasión a Irak por parte de EEUU en 2003, fue víctima del clima: "Cuando el huracán Katrina, justo después de los rescates, uno de ellos estaba haciendo prácticas en Carolina del Norte, mar afuera, y su helicóptero tuvo una falla. Regresando a tierra el tiempo estaba horrible, era de noche. El sistema eléctrico falló por completo. Se estrelló y se volvió añicos".
La biografía y hazañas de este aviador casi estuvieron a punto de ser narradas por él mismo. Balladares de hecho estableció contacto con él, hasta que recibió una mala noticia: "En 2003 me dijeron que había un venezolano en la Marina norteamericana. Lo estuve buscando; llegué a intercambiar correo electrónico con él y me dijo 'estoy para irme a Irak'; yo le dije 'bueno, cuando regreses me cuentas toda la historia'. Ahí se perdió el contacto. Un día me llamó el papá. Me dijo: 'mira, sé que estás haciendo un segundo libro y quieres meter a mi hijo, yo te puedo contar su historia'. Yo le dije 'oye, pero yo quiero hablar con tu hijo' y me respondió 'no, mi hijo está muerto'".
Pese a ser venezolanos, esos pilotos participaron en conflictos ajenos, según cuenta el autor de las biografías, porque o tenían vínculos familiares en Europa y se alistaban para servir a los países de sus padres o porque se iban de pequeños a otras naciones y terminaban adquiriendo la doble nacionalidad. Ninguno peleó por Venezuela.
Caracas, domingo 11 de mayo, 2008
Fuente: DANIEL RICARDO HERNÁNDEZ/ EL UNIVERSAL