La Venezuela de la revolución bolivariana no sólo tiene que lamentar las 150 mil muertes violentas que ha cometido el hampa en los once años de mandato del teniente coronel Hugo Chávez, sino que a la luz del día y a la vista de toda la comunidad internacional está siendo víctima de un homicidio mediático en primer grado.
Con toda la alevosía propia de un gobierno dictatorial, el Comandante rojo rojito está tratando de imponer su hegemonía comunicacional, tal como lo confesó en su día el ministro de Comunicaciones y de Información, Andrés Izarra.
Se estima que el presidente tiene bajo su control absoluto a más de 730 medios de comunicación; ni Rupert Murdoch, ni Berlusconi han llegado a tener un poder mediático tal como el de Hugo Chávez. Pero como la revolución es en extremo ineficiente, con la sumatoria de todos sus canales de televisión juntos, no llega al 4 por ciento de rating, ni de share; los diarios son casi clandestinos y aparentemente en radio sí logra tener cifras similares a las FM independientes.
Por contraparte, todavía resisten los embates presidenciales dos canales de TV: Globovisión (canal de noticias que sale en señal abierta sólo en tres estados del país, el resto va por cable privado), y hasta hace unas semanas, RCTV, que salía por cable privado después del primer cierre y confiscación de su señal abierta. En el ámbito de la prensa escrita la resistencia democrática es mayor, destacando los diarios El Nacional, El Universal, Tal Cual, El Mundo y el Grupo de Armas.
Para completar la estrategia comunicacional chavista, el presidente ha sometido al país a las insufribles cadenas nacionales, con obligación de todos los medios radios eléctricos de cortar su programación para transmitir en el momento, en directo, las alocuciones del presidente, so pena de ser multados y sancionados fuertemente. En diez años, hubo 1.995 cadenas presidenciales.
Pero no todo está perdido: muchos países que hasta ahora permanecieron callados ante el terrorismo mediático de Chávez están reaccionando.
Vendrán días más duros, seguramente caerán los pocos medios dignos que quedan, pero como todos los regímenes dictatoriales, tarde o temprano se acaban y con ellos los esbirros y aquellos medios sumisos.
Eduardo Guerra
Fuente: ABC.es