Retrato de Atila (406-453), rey de los hunos, durante la invasión de Italia, en el 452.AFP
EL
CABALLO DE ATILA...
Por: GD.
Oswaldo Sujú Raffo.
Los venezolanos de mi época, es decir antes de
“Bambilandia”, deben recordar la película sobre el Rey huno Atila - muy bien interpretado por el celebre actor Jack
Palance - quien asoló y devastó con sus hordas de bárbaros mongoles, los reinos
existentes en el Asia Menor y la Europa de entonces, por allá en los años 450
d.c. Quedó el dicho que “donde pisaba su caballo, no volvía a crecer la
hierba..” así era la destrucción y la muerte que dejaba a su paso. Pero Atila
con todo su poder ilimitado, no pudo conquistar Roma ni vencer a la Iglesia
romana cuando en el año 452 se presentó frente a la ciudad. El Papa León I lo
enfrentó y le pidió que no asaltara Roma. De una manera
inexplicable Atila, “el azote de Dios”, se retiró con sus huestes
de bárbaros, falleciendo al año siguiente cuando celebraba una nueva boda...De
la desolación que dejaba por donde
pasaba quedó la fama, siglos después recogida por el “Taita” Boves, también llamado el “azote de Dios” en
los campos y pueblos venezolanos, por allá en 1814... La destrucción de las
naciones, no solo lo producen las guerras, como las grandes contiendas
mundiales del siglo XX, también un país puede destruirse cuando se gobierna
sordo a oídos del clamor popular. Quienes opinen diferente al estado de destrucción que hoy vive Venezuela, o son
“marcianos” o el “plato de lentejas escarlatas” que reciben por su
indiferencia, obnubila sus sentidos... Basta recorrer las carreteras y calles
del país, para darnos cuenta de la improvisación, corrupción e incapacidad de
muchos gobernadores y alcaldes,
situación inaceptable en un país petrolero, con inmensas reservas de crudo y un
enorme lago de asfalto, como lo es Guanoco,
en mi deteriorada tierra sucrense. Fábricas e industrias cerradas y quebradas;
haciendas y hatos antes florecientes,
hoy desolados, mal administrados y destruídos, como si hubiese pasado las
“marabuntas”, pero eso si, las hierbas si crecen, solo hierbas pues las
caraotas, el café, el arroz y el azúcar que antes nos sobraban y vendíamos,
ahora lo traemos del exterior... Y que decir de nuestras infraestructuras
hospitalaria y educacional, de nuestras barriadas y poblaciones flotantes, del
sistema eléctrico, del agua potable y demás servicios básicos. Alguien puede
negar la indefensión del Estado, por la forma como fue desnaturalizadas las
F.A.N, politizada, inoperante y con doctrina operativa confusa y obsoleta, que
nos deja inermes ante una potencia militar regional. ¿Bajo que principios
tácticos y estratégicos se compraron sistemas de armas ya vetustos y con línea
logística al otro lado del mundo, lejos, bien lejos...? Hasta nuestra
Constitución y leyes de la República
sufrieron los embates del “caballo de Atila”, la corrupción social, política y
militar dibujan un incierto futuro a las nuevas generaciones , sin contar las
deudas contraídas y ventas a futuro de nuestro petróleo, en esta vorágine de
odios sociales, que presagian tiempos tormentosos...Mientras esto sucede más
acá del Arauca vibrador, la viajadera y regaladora de nuestros dólares continúa
, la fiebre electoral permanente y los “trapos rojos” acicatan la oclocracia,
bien definida por Vicente Nario como: El “gobierno de la plebe”, es decir, la
ingobernabilidad resultante por la aplicación de políticas demagógicas...verdad
tan grande como un templo, en esta Venezuela tuya, mía y nuestra. La Patria es
primero. Fuera los invasores cubiches, vividores y magapas.
¡Hasta
luego!
IMAGEN SUPERIOR: Atila, el enviado del infierno//Público.es