El hospital militar
Por: SAÚL GODOY GÓMEZ // EL UNIVERSAL
lunes 22 de noviembre de 2010 03:58 PM
Alguna vez se distinguió esta
honorable institución, ubicada en Caracas, por ser uno de los mejores
centros de salud del país, al punto que, muchos civiles con conexiones
con militares de alto rango, preferían ser intervenidos en sus
quirófanos y convalecer en sus tranquilas habitaciones, sabiéndose
atendidos por doctores en medicina de alta capacitación y experiencia,
un equipo médico de militares y civiles asimilados que llevó tiempo y
esfuerzo reunir, dotarlos con lo mejor de la tecnología del momento y
darles las condiciones salariales y de seguridad social que eran envidia
de muchos otros centros de atención.
¿Qué pudo haber sucedido
para que un hospital de altísimo rango y tan bien estimado deviniera en
centro de tortura, depósito de crímenes del gobierno y pabellón de
muerte para disidentes del gobierno de turno? Por noticias que me
llegan, los cubanos, enquistados en las posiciones de comando de
nuestras FFAA, quieren enviar a sus instalaciones a todo venezolano que
se oponga al demoníaco régimen controlado por los comunistas castristas
para hacerles "el tratamiento" de Patria, Socialismo o Muerte, es decir,
secuestrarlos con la venia de la Fiscalía, aplicarles en aislamiento
total, drogas desarrolladas por la KGB, y ahora "Made in Cuba" en el
Centro de salud Animal, Censa, en San José de las Lajas, una localidad
al sur de La Habana, para ablandarles la voluntad y hasta
despersonalizarlos, para que confundidos y manipulados, hablen frente a
las cámaras y se registren sus confesiones de conspiraciones y planes
siniestros en contra del orden revolucionario, que luego saldrán en el
canal de televisión de todos los venezolanos, donde conductores posesos
de odio y vulgaridad, se encargarán de mostrarnos las maldades del
imperio y sus secuaces.
La función del Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, en Caracas, como caja negra de los crímenes del régimen se hizo pública con el caso, en el año 2003, de los soldados quemados en el Fuerte Mara en el Estado Zulia, los soldados, víctimas del exceso y la crueldad por supuestamente haber prestado sus nombres en el reafirmazo en contra del presidente Chávez, fueron quemados en su celda en noviembre de aquel año, los más graves fueron trasladados a Caracas donde se produce el fallecimiento de uno de ellos tras varios días de agonía, todo esto rodeado de las más estrictas medidas de seguridad y el blackout a la prensa y organizaciones humanitarias, y bajo la declaración del Presidente de que sólo sufrían de quemaduras leves.
El terrible lunar que ahora desfigura la otrora hoja de servicio y humanidad del hospital militar será difícil de ignorar, y creo que no le quedará más a la sociedad democrática y libre, que una vez que termine esta pesadilla del chavismo, demolerlo o conservarlo como recordatorio, monumento a la maldad humana, donde médicos y oficiales al servicio de nuestras armas se prestaron, entre otras cosas a brindarle atención médica a jefes guerrilleros y narcotraficantes, a asesinos de nuestros soldados, a secuestradores de familias venezolanas (cuando se secuestra a una persona se secuestra a toda la familia) todo esto en el más absoluto secreto, custodiados por otros oficiales haciéndole el juego al enemigo extranjero, obedeciendo las órdenes de un traidor a la patria, con lo que se convertían a su vez, en traidores.
Este hospital se ha prestado para privilegiar a contingentes de pacientes paraguayos, ecuatorianos, bolivianos, nicaragüenses por encima de los mismos venezolanos por medio de la Misión Milagro, con el claro propósito de impulsar la promoción del comunismo en el Continente, y el supuesto liderazgo de un presidente que prefiere tenderle la mano a los extranjeros, que a su propio pueblo, tan o más necesitado de asistencia médica.
En ese centro de salud y vida, convertido en estación experimental del horror, manejados por médicos en la tradición del doctor nazi conocido como El Ángel de la Muerte, el oficial de la SS, Joseph Menguele y que tanto daño hizo a la humanidad durante la II Guerra Mundial, en esas habitaciones murió el mártir Franklin Brito, incomunicado, en contra de su voluntad, despojado de todo derecho ciudadano, en medio de terapias de shock, comas inducidos, suministros de drogas ilegales y hasta la desasistencia criminal, allí expiró, todo esto bajo la constante supervisión de los tenebrosos fiscales públicos a la orden del gobierno, dejando constancia de la primera sentencia de muerte ejecutada de manera inconstitucional, pero bajo formas legales-revolucionarias, por el gobierno comunista de Hugo Chávez en nuestro país, en contra de un hombre, de un agricultor que su único pecado fue protestar para que se respetaran sus derechos humanos fundamentales.
Todo esto que denuncio, (y que mientras este gobierno infame siga en el poder no será investigado, al contrario tratarán de ocultarlo, de tergiversarlo, de manipular los partes médicos, los protocolos, la autopsia y las declaraciones de los médicos responsables) es una muestra terrible del grado de depravación humana a la que ha llegado esta mal llamada revolución socialista, una asquerosa red de complicidad y de ocultamientos que no deja, sin embargo, de despedir la hediondez característica de todo lo que hace y toca el chavismo, una cultura de muerte y rapiña, que pretende sostenerse a costa de instituciones como las FFAA en combinación con algunos de sus generales. Por lo anteriormente expresado me preocupa enormemente que la jueza Afuini, prisionera política del presidente Chávez, sea insistentemente amenazada con ser trasladada a este tenebroso lugar sin el acompañamiento de sus familiares y defensores.
La buena noticia es que existe una camada de jóvenes oficiales en nuestras FFAA que no están de acuerdo con lo que está sucediendo con la institución, y que pronto darán un paso al frente para impedir que Venezuela se convierta en narco-Estado.
haulgodoy@gmali.com
La función del Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, en Caracas, como caja negra de los crímenes del régimen se hizo pública con el caso, en el año 2003, de los soldados quemados en el Fuerte Mara en el Estado Zulia, los soldados, víctimas del exceso y la crueldad por supuestamente haber prestado sus nombres en el reafirmazo en contra del presidente Chávez, fueron quemados en su celda en noviembre de aquel año, los más graves fueron trasladados a Caracas donde se produce el fallecimiento de uno de ellos tras varios días de agonía, todo esto rodeado de las más estrictas medidas de seguridad y el blackout a la prensa y organizaciones humanitarias, y bajo la declaración del Presidente de que sólo sufrían de quemaduras leves.
El terrible lunar que ahora desfigura la otrora hoja de servicio y humanidad del hospital militar será difícil de ignorar, y creo que no le quedará más a la sociedad democrática y libre, que una vez que termine esta pesadilla del chavismo, demolerlo o conservarlo como recordatorio, monumento a la maldad humana, donde médicos y oficiales al servicio de nuestras armas se prestaron, entre otras cosas a brindarle atención médica a jefes guerrilleros y narcotraficantes, a asesinos de nuestros soldados, a secuestradores de familias venezolanas (cuando se secuestra a una persona se secuestra a toda la familia) todo esto en el más absoluto secreto, custodiados por otros oficiales haciéndole el juego al enemigo extranjero, obedeciendo las órdenes de un traidor a la patria, con lo que se convertían a su vez, en traidores.
Este hospital se ha prestado para privilegiar a contingentes de pacientes paraguayos, ecuatorianos, bolivianos, nicaragüenses por encima de los mismos venezolanos por medio de la Misión Milagro, con el claro propósito de impulsar la promoción del comunismo en el Continente, y el supuesto liderazgo de un presidente que prefiere tenderle la mano a los extranjeros, que a su propio pueblo, tan o más necesitado de asistencia médica.
En ese centro de salud y vida, convertido en estación experimental del horror, manejados por médicos en la tradición del doctor nazi conocido como El Ángel de la Muerte, el oficial de la SS, Joseph Menguele y que tanto daño hizo a la humanidad durante la II Guerra Mundial, en esas habitaciones murió el mártir Franklin Brito, incomunicado, en contra de su voluntad, despojado de todo derecho ciudadano, en medio de terapias de shock, comas inducidos, suministros de drogas ilegales y hasta la desasistencia criminal, allí expiró, todo esto bajo la constante supervisión de los tenebrosos fiscales públicos a la orden del gobierno, dejando constancia de la primera sentencia de muerte ejecutada de manera inconstitucional, pero bajo formas legales-revolucionarias, por el gobierno comunista de Hugo Chávez en nuestro país, en contra de un hombre, de un agricultor que su único pecado fue protestar para que se respetaran sus derechos humanos fundamentales.
Todo esto que denuncio, (y que mientras este gobierno infame siga en el poder no será investigado, al contrario tratarán de ocultarlo, de tergiversarlo, de manipular los partes médicos, los protocolos, la autopsia y las declaraciones de los médicos responsables) es una muestra terrible del grado de depravación humana a la que ha llegado esta mal llamada revolución socialista, una asquerosa red de complicidad y de ocultamientos que no deja, sin embargo, de despedir la hediondez característica de todo lo que hace y toca el chavismo, una cultura de muerte y rapiña, que pretende sostenerse a costa de instituciones como las FFAA en combinación con algunos de sus generales. Por lo anteriormente expresado me preocupa enormemente que la jueza Afuini, prisionera política del presidente Chávez, sea insistentemente amenazada con ser trasladada a este tenebroso lugar sin el acompañamiento de sus familiares y defensores.
La buena noticia es que existe una camada de jóvenes oficiales en nuestras FFAA que no están de acuerdo con lo que está sucediendo con la institución, y que pronto darán un paso al frente para impedir que Venezuela se convierta en narco-Estado.
haulgodoy@gmali.com
FUENTE: El Universal
IMAGEN: Canal de Noticias