Ofensas a los militares
Gen Carlos Peñaloza
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Quienes ofenden a la Fuerza Armada son quienes proclaman lealtad a un
proyecto político, exponiendo con ello la dignidad del uniforme a
críticas que son normales cuando de símbolos políticos se trata.
El Presidente de la
República ha ordenado a sus conmilitones que todos a coro salgan a
protestar contra las ofensas a que está siendo sometida la Fuerza
Armada. Tanto el presidente como sus seguidores están equivocados en su
apreciación. Los militares venezolanos no están siendo criticados
públicamente. A quienes se critica es a los políticos en uniforme que
ponen en ridículo a la institución cada vez que abren su boca.
La reacción crítica ante el grotesco
discurso pronunciado por el general Freddy Rangel Silva en Ciudad
Bolívar, es justificada y previsible en una democracia. En esa alocución
el agresor fue el general que agredió a todos los venezolanos y en
particular a la Fuerza Armada. La falta de respeto comenzó con un hecho
formal que indica el desprecio de Rangel hacia los asambleístas electos
por el pueblo, cuando el expositor ni siquiera se quitó la boina para
leer el discurso. Aparte de ese gesto que indica hasta una falta de
educación inaceptable en un alto oficial, en su pedestre perorata
ignoró el hecho de que portaba uniforme, actuando como un activista
político en claro irrespeto a su condición de militar. Finalmente, hubo
irrespeto a la Historia cuando censuró las palabras de nuestro héroe
máximo al ocultar sus rotundas admoniciones cada vez que Bolívar planteó
lo dañina que es la ambición de mandar a perpetuidad. Esta serie de
ofensas las llevó a cabo el enviado de Chávez con la más absoluta
impunidad, a la luz del día, en un acto público, ofendiendo su condición
de militar y violando alevosamente -una vez más- la Constitución
nacional.
Puesto que como militar retirado sigo
fiel a mi juramento de defender la Carta Magna, me considero obligado a
expresar mi repudio ante tan vergonzosa actuación. Así lo hice por
escrito la semana pasada, en cumplimiento de mi deber. Así lo seguiré
haciendo cada vez que algún militar en servicio activo salte al ruedo
político, del lado que sea.
Los militares que actúan como políticos
deben ser considerados políticos y han de serle retiradas las
prerrogativas que tienen como custodios de las armas de la república.
Cuando hablan “en político” se coloca en el terreno de los políticos,
sujetos a cualquier crítica. No pueden tener la protección contra
ataques públicos que a los militares se les otorga en compensación por
la limitación que para defenderse tienen como ciudadanos a quienes por
estar armados no se les permite deliberar, y por tanto no pueden entrar
en polémicas políticas. Alguien que proclama estar casado con un
proyecto político, amenazando a los ciudadanos de oposición con un
desconocimiento armado de su voluntad si esta prevalece en las
elecciones, que cierra sus discursos con un patético “Patria o muerte”,
es un activista político por donde se le mire, y de hecho renuncia a las
prerrogativas del militar, puesto que asume los riesgos del político,
quien está expuestos a ser criticado y atacado por sus actuaciones
públicas y privadas.
Los políticos disfrazados de militares
deben quitarse el antifaz y el uniforme que mancillan junto con su
juramento. Los ofensores son ellos, políticos disfrazados de militares.
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Remision: Jesús Hung /Maximiliano