¿LOS
DEJAREMOS SOLOS OTRA VEZ?
Pedro
Paúl Bello
Como
siempre lo han hecho en nuestra turbulenta historia, los jóvenes han dado su
respuesta valiente, oportuna, espontánea y definitivamente comprometida con el
destino de este país. Lo han hecho siempre: en La Victoria y otras batallas
cuando se trataba de la Independencia; contra las tiranías de Guzmán, Gómez o
Castro; contra el gobierno dictatorial de Pérez Jiménez y, repetidamente, en
esta nueva resurrección del gendarme innecesario.
Este
casi centenar de jóvenes, que se involucró en riesgosa huelga de hambre, nos
gritan a todos los venezolanos que no es de Venezuela el miedo, la vacilación
pusilánime, la "prudencia" pacata; que somos una Nación fuerte,
valiente, arriesgada, desprendida. Que no podemos ser egoístas, sino generosos;
miedosos sino valientes; cuidadosos sino arriesgados. Que cuando de la libertad
se trata, nos jugamos el todo por el todo para reconquistarla, si la hemos
perdido, o para defenderla si --como ahora-- está amenazada.
La
protesta juvenil que los condujo a esta huelga, fue para defender nuestro modo
democrático de vida, nuestros derechos humanos y, en este caso, sobre todo la
justicia conculcada en sus diferentes expresiones: prisiones injustas al margen
de las leyes y procedimientos judiciales; eliminación del debido proceso judicial;
imputaciones insostenibles por carecer de pruebas. Todo ello realizado con el
protervo propósito de aterrorizar; de imponer silencio a las conciencias; de
desatar el terror que permite oprimir.
La
valiente y generosa entrega de nuestros jóvenes es un reto para sus mayores que
hemos estado prefiriendo cerrar nuestros ojos a lo que, en verdad, ha venido
aconteciendo desde febrero de 1999. Nos hemos contentado con observar desde
cómodos palcos lo que ha estado ocurriendo; criticar en reuniones y salones los
hechos cumplidos ó, ir a marchas cómodas que más que de reales protestas
parecen ser por celebraciones festivas.
Bien
sabemos y sostenemos que la violencia jamás puede ser fin legítimo en el orden
de la civilidad democrática, como tampoco lo es del comportamiento cristiano.
Pero recordemos que la precaución y el cuidado de que no se desate la violencia
no puede ser freno o paralizante de acciones justas orientadas a restablecer
principios o valores conculcados.
Nunca
iremos a las calles, ciudadanos y jóvenes de la patria, con el corazón
enceguecido de ira ni con el alma cargada de factores generadores de violencia
como el odio o la retaliación; sin embargo, no podremos dudar en ejercer
legítima defensa de la propia integridad personal y de los principios por los
cuales siempre lucharemos democráticamente.
Ciertamente,
el valiente y sacrificado esfuerzo de los jóvenes huelguistas ha dado frutos.
Nadie podría dejar de reconocerlos. El futuro inmediato nos revelará el alcance
de lo logrado que es función del cumplimiento, por parte del gobierno, de los
compromisos que acaba de asumir. No obstante, permítaseme expresar mi
pensamiento al respecto:
1°
Este es un gobierno comunista, no porque lo afirmemos desde nuestra posición
opositora, sino a confesión de su líder y demás integrantes, así como por sus
desastrosos hechos cumplidos.
2°
El sistema comunista de gobierno es, por definición y realización histórica, un
sistema totalitario.
3°
El totalitarismo se caracteriza porque los fines del Estado totalitario
prevalecen sobre los de la Nación en la cual se haya establecido como poder.
4°
El alcance de los fines del Estado totalitario debe realizarse con arreglo a la
Verdad o sin arreglo a ella y, con mayor frecuencia se obtiene de esta segunda
manera (“La Verdad es un peligro. Lo más peligroso que pueda existir”, Capo
dixit). Así ocurrió en la Alemania nazi, en la Unión Soviética y
países dentro de la Cortina de Hierro, en la Italia fascista; y ocurre en la
China, Corea del Norte, Cuba, y demás naciones sometidas actualmente al
comunismo.
5°
La respuesta del gobierno comunista ante la huelga de hambre de los jóvenes no
es sino resultado de una reacción provocada por los acontecimientos del Medio
Oriente, en los que muchas barbas de sus amigos están ardiendo.
Por
tanto, sagaces como son los hijos de las tinieblas, simulan un “arreglo”
mientras pasa esta tormenta y cumplirán, “por ahora”, algunos de sus
compromisos, para ir ganando un tiempo que les es indispensable a fin de
retornar con más violencia cuando las circunstancias lo permitan.
Es,
pues, absolutamente indispensable,
que la Sociedad Civil,
en todas sus expresiones (Sindicatos, Universidades, Colegios profesionales,
Gremios, Academias, ONG’s, Federaciones y Confederaciones del comercio, la
producción, Industrias, Educadores, Transporte, etc.) continúen organizándose y
preparándose para impedir que el comunismo se imponga en nuestra Patria, la
destruya totalmente como lo ha venido haciendo en estos doce largos años, y
haga de ella un mar de dolor e infelicidad como lo es la noble y sufrida
hermana Nación cubana.
¡No
dejemos solos a nuestros jóvenes!
¡Que
el Todopoderoso y nuestra Santísima Madre nos protejan y nos llenen de valor y
esperanza!