¿EXILIO O COBARDIA?
Luego de leer la desgarradora carta enviada por Iván Simonovis desde su prisión política, en la cual describe crudamente lo que han sido estos seis años de torturas, atropellos, vejámenes e injusticias a los que han sido sometidos tanto el cómo su familia por parte de los carceleros del régimen, me pregunto cómo es posible que aún algunas personas se den a la tarea de descalificar a quienes asumimos el exilio como forma de lucha democrática y canal expedito para evadir la persecución política que en nuestra contra iniciaron quienes valiéndose del poder coyuntural que ostentan no toleran el pensamiento disidente y además pretenden desmontar por completo el aparato democrático de nuestro país.
Simonovis cuenta en su carta como se ha venido gravemente deteriorando su estado físico y de salud, como de no ser fumador ha pasado a consumir hasta tres cajetillas de cigarrillos al día, de cómo ha visto crecer a sus hijos a través de fotografías, como un tercio de su matrimonio lo ha cumplido tras injusto encierro, como durante cuatro años le toco dormir en una oscura celda de 2x2 metros y en un viejo colchón que olía a orine, como le ha tocado sufrir al enterarse de situaciones difíciles como atentados contra su residencia, pero lo que más resalta en la misiva de este digno investigador criminal es su relato sobre como sistemáticamente le han negado, de la manera más grotesca y abusiva, la posibilidad de acceder a un juicio imparcial, con Jueces que respeten la Constitución Nacional y no obedezcan solo instrucciones de orden político que buscan humillarlo y mantenerlo encerrado como una suerte de trofeo para la revolución.
Solo una mente retorcida o de inigualable egoísmo politiquero pudiese desear que situaciones como la que le ha tocado injustamente vivir a Iván Simonovis y al resto de los Presos Políticos deban ser reeditadas en la persona de todos y cada uno de los que siendo víctimas de persecuciones políticas y amañados procesos judiciales como consecuencia de su activo rol en la lucha por la recuperación de la democracia y la libertad en nuestro país han optado, como debe ser, por burlar los cercos policiales y buscar refugio en otras latitudes. Resulta paradójico el que para algunos, gracias a Dios muy pocos, el evadirse de una cárcel sea un acto de heroísmo, coincido en eso, pero no dejarse atrapar por el régimen para ser humillado sea una señal de cobardía.
Cada Exiliado representa una historia cargada de luchas y sacrificios, de esfuerzos y amor por el país. Cada uno de los desterrados por razones políticas ha vivido eternamente preñado de sueños e ilusiones libertarias que, se materializaron con hechos tangibles que incomodaron al régimen y conllevaron a la utilización de la justicia revolucionaria para perseguirlos e intentar secuestrarlos en algunas de las mazmorras que utiliza el gobierno de Chávez para vejar a quienes solo exigimos respeto a la Constitución Nacional y la democracia.
Frases como “qué fácil es opinar desde afuera”, “desde la comodidad del exilio”, “cobardes vengan a luchar a Venezuela” muchas veces provienen de gente que muy bien saben lo que hacen y tienen como objetivo al expresarse de esta manera tendenciosa. Puedo asegurarles firme y enérgicamente que desde el exilio no es fácil opinar, como tampoco es cómodo ni para cobardes. El exilio como dice Guido Acuña en su libro El Gendarme Innecesario es igual una cárcel de enormes celdas y barrotes donde la gente te mira y habla distinto. El exilio tiene como permanentes compañeros de travesía la soledad, la tristeza y la nostalgia. Como muchas veces a dicho mi entrañable amigo Antonio Ledezma en el exilio se sufre por el dolor que genera la patria ausente.
Como dije a una buena amiga por twitter, acá en Perú donde me encuentro gracias a la actitud democrática de su gobierno, no estoy veraneando, disfrutando del descanso del guerrero o viviendo un agradable exilio dorado. Tampoco vivo de “shopping” o “rumba” pues ni siquiera en Venezuela era lo que me caracterizaba como persona, menos ahora que las graves dificultades económicas nos hacen vivir momentos casi solitarios de apremio. Acá, al igual que mis compañeros, sigo pensando y accionando a pesar de las evidentes limitaciones que me impone la distancia y la legislación de este país, pues lo que más anhelamos es el restablecimiento del sistema democrático y del estado de derecho en nuestro país.
A los pocos amigos que haciéndose llamar “demócratas” cuestionan nuestra legítima decisión solo les puedo decir que si con esta actitud por demás chantajista lo que buscan es silenciarnos frente a lo que pasa en Venezuela, bueno o malo venga de donde venga, están bien equivocados pues no lo lograrán jamás.
Dios bendiga a Venezuela!!
OSCAR PEREZ
Exiliado venezolano en Perú