Dignidad y perseverancia
EDDIE A. RAMÍREZ S. | EL UNIVERSAL
martes 17 de mayo de 2011 08:40 AM
Antepuso el bienestar de su familia y su dignidad como ciudadano antes que ser cómplice de los rojos. Inicialmente se aterrorizó cuando se preguntó cómo iba a mantener su hogar y terminar la educación de sus tres hijos. Sin embargo, su buena formación y experiencia como ingeniero petrolero le dieron confianza de que podría salir adelante. Por oponerse a que los rojos tomaran por asalto al país y a Pdvsa, se sumó al paro cívico convocado en diciembre del 2002. Su despido ilegal fue solo el comienzo de una persecución implacable que le cerró varias oportunidades en una zona como El Tigre, en donde PDVSA tiene una gran influencia que utiliza inmoralmente para ahogar económicamente a quienes no se arrodillen ante el teniente coronel lenguatón.
Después del despido, los chavistas le echaron azúcar en el tanque de gasolina de su camioneta, obligando a venderla a precio de chatarra. Con la colaboración de tres socios igualmente despedidos, montó una venta de arepas y shawarmas. El negocio iba muy bien ya que era un sitio apropiado de parada para los petroleros que acuden al trabajo; sin embargo, la mano maléfica de la gerencia petrolera de la zona prohibió a su personal detenerse en ese negocio, lo cual obligó a cerrarlo. Una segunda oportunidad se presentó cuando lo contrató un inversionista caraqueño para realizar un estudio petrolero; esta vez tuvo que trabajar en la clandestinidad al amenazar la policía a la dueña de la oficina arrendada para que rescindiera el convenio. Contra viento y marea terminaron el estudio, lo cual le dio oxígeno por un tiempo.
Después se inició como taxista, trasladando personal de Pdvsa o relacionado con ésta, desde el aeropuerto de Barcelona hasta Pariaguán y desde las oficinas hasta los taladros. Al mes lo identificaron y prohibieron entrar al campo petrolero. Intentó evadir la prohibición cediéndole el vehículo a un compañero, igualmente despedido de Pdvsa, pero al tercer mes también identificaron a éste como "enemigo de la revolución". Al perder los rojos las elecciones en la seccional de El Tigre, logró trabajar como instructor en cursos de mejoramiento profesional. En una oportunidad, una empresa radicada en Puerto La Cruz lo contrató para dictar un curso para Pequiven, pero alguien lo reconoció y fue despedido. En otra ocasión el dueño de una empresa quiso contratarlo, a pesar del veto, para realizar un estudio de factibilidad para Pdvsa, pero nuestro digno ciudadano prefirió renunciar antes que causarle daño a quien generosamente estaba dispuesto a que le rescindieran el contrato.
Un amigo constructor lo contrató para una obra ajena a la industria petrolera, la cual logró terminar, pero poco después en otra obra le aplicaron la discriminación de la Lista Tascón. A pesar de todos estos escollos, José Tomás Pérez Rodríguez con apoyo de su esposa, familiares y amigos, logró graduar a una hija de médico y a otros dos de geólogos. Está orgulloso de haberse sumado al paro cívico para lograr una Venezuela mejor y expresa que "No le guardo rencor a nadie, siento pena por ellos porque la gracia de Dios no los alcanza y deseo que los perdone, que su inconmensurable piedad los alcance y que se arrepientan". José Tomás es uno más entre miles de casos de perseguidos por el totalitarismo Siglo XXI.
Como en botica: Nadie debe asumir que Makled miente, sino insistir en que se investiguen sus señalamientos en contra de generales y altos funcionarios del régimen. ¡No más prisioneros políticos ni exiliados!
FUENTE: EL UNIVERSAL
Remisión: Vicente Zaccaro