La camarilla militar y el "enemigo interno"
Enrique Ochoa Antich.
No lograrán todos los Mata Figueroa ni todos los Rangel Silva, aun con el inmenso desprecio que nos merecen, aun con la náusea que nos produce su grotesco servilismo con el tiranuelo, aun con el enojo que nos causan sus insolencias (la más reciente, ésta alucinante del "enemigo interno" que han inventado), que los metamos a ellos en el mismo saco con la clamorosa mayoría de nuestra Fuerza Armada. No.
Ni Mata ni Rangel, los generales del deshonor y la vergüenza, ni los otros poquísimos oficiales que por comodidad crematística imitan a sus amos de turno, representan a la mayoría de oficiales honestos, dignos y patriotas que componen nuestra Fuerza Armada. Los Mata y los Rangel no son sino una "camarilla militar" por la que sentimos la más intensa pena ajena. La Venezuela democrática, la que se expresa en la MUD y más allá, debe acostumbrarse a esta distinción: la camarilla militar chavista, por una parte, y la Fuerza Armada, por la otra.
Esta distinción ha de ser crucial a la hora de acometer el complejo proyecto de refundación democrática, reimpulso de nuestras fuerzas productivas y reconstrucción del país que tendrá lugar a partir de febrero de 2013. Ni siquiera la jerarquía militar, la más alta oficialidad de la Fuerza Armada, de la que, atendiendo a sus méritos y antigüedad, habrá de salir el nuevo ministro de la Defensa y en general el nuevo Estado Mayor, queda subsumida en el concepto de "camarilla militar chavista".
Reinstitucionalizar nuestra Fuerza Armada, iniciar el proceso de su desideologización y despartidización para hacer de ella una institución al servicio de toda la sociedad y no de parcialidad ni de
persona alguna (cumpliendo al pie de la letra así el texto constitucional), requiere que las fuerzas democráticas, que la Venezuela democrática toda, dejen siempre en claro que respetarán qué digo a la institución militar misma, a los preciados valores militares del mérito, antigüedad y jerarquía.
Así que cuando la "camarilla militar chavista" escribe un pasquín y, a la usanza del los dictadorzuelos del cono sur de los años 60, proclama que, en su vetusta dizque doctrina, existe un enemigo interno, y pretende hacernos creer que ese enemigo sería ¡el 52% que votó en contra del proyecto totalitario chavista en septiembre pasado!, lo único que hace es dejarse traicionar por su subconsciente proyectando en otros su propia condición, según descubriera Freud hace más de un siglo que suele hacer la psique humana. En efecto, quien así se declara enemigo interno es ella misma, la camarilla militar chavista y en realidad ese delirio afortunadamente inconcluso y fallido que anida en la mente del tiranuelo de imponerle a los venezolanos un "totalitarismo del siglo XXI" que, restringiendo las libertades y estatizándolo todo, impediría el desarrollo del país hacia estadios superiores de democracia y progreso con justicia social. Allí está, en efecto, el único enemigo del porvenir democrático, libertario y justiciero de Venezuela.
FUENTE: Alboroto en el Gallinero